Las vacaciones: tiempo de relax, de dormir hasta tarde, de cervezas al caer la tarde, de paseos y reuniones nocturnas. ¿Cómo afecta esto a las rutinas de los niños.
Nosotros disfrutamos de tirarnos a ver el atardecer en la playa ellos disfrutan en la playa, pero rara vez, la menos, los míos, sentados en la arena haciendo un castillo. La mayoría del tiempo es en el agua revolcándose en la arena o disfrutando de tirarse en los sandboards.
Benja, el mas chico (2), es el que requiere mayor atención. Obviamente, él no puede ir al agua solo, y eso no lo tiene muy claro. Él se cree el gran nadador. Cada tanto dejo que una ola lo asuste o sacuda un poco (nada grave no se asuste) a ver si le empieza a sentir un poco más de respeto al agua. Pero no, por ahora él se sigue pensando que tiene el control de todo.
Josefina, la más grande (8), sabe nadar y es la que más disfruta de meterse un poco más adentro, jugar con las olas, sumergirse, nadar por debajo del agua, etc. En general es medio friolenta, pero no con el agua de la playa (o piscinas). Es como que el agua no le afecta el termostato, puede pasarse, y se pasa, horas en el agua.
Juan (4) no sabe nadar, y es un poco más cuidadoso e incluso friolento. Es de los que se queda en el agua porque no quiere salir. Este año Papá Noel le trajo una tabla para el agua y se pasa nadando con ella. Está bueno porque le sirve para flotar, pero también a veces no se da cuenta que se está yendo muy adentro.
Obviamente, todo esto bajo la supervisión mía o de la madre.
Así que al final del día quedan agotados, lo cual es mas fácil a la hora de dormir. Aunque para Benja el cambio en algún caso fue medio traumático. Tiene tan arraigada la rutina previa a dormirse que se hizo (un poco) difícil de implementar de vacaciones.
También nos pasa con los grandes. Hace poco tuvimos una reunión familiar donde nos quedamos hasta las 4am. Benja se había quedado con los abuelos, pero Jose y Juan, que vinieron con nosotros, estuvieron hasta esa hora jugando (únicos niños despiertos) o “investigando” en el caso de Juan.
No se les da por tirarse en un sillón y dormirse, o incluso dormirse en nuestros brazos. A ellos hay que llevarlos al baño, que se laven los dientes, que hagan pichí, ponerles el pijama o ayudarlos, acostarlos y darles un beso. Si falta alguno de esos pasos algo no queda bien.
Cuando estamos en casa, después de la rutina, y ya acostados, voy a darles un beso de buenas noches. Primero a Benja, después a Juan y después a Jose, como Jose tiene su cuarto propio a veces me distraigo en el camino o me olvido, y cuando me acuerdo y voy a darle un beso, ella está sentada en la cama esperándome, muchas veces recriminándome todo lo que demoré.
En vacaciones tratamos de que sea igual. En realidad tratamos de cambiar alguna cosa para que también puedan procesar ciertos cambios, pero no es tan fácil, se ve que ya los estructuramos mucho. Igual hay que darles un gran aplauso ya que todos, sin excepción, duermen hasta tarde, y cuando digo tarde digo que ninguno se levanta antes de las 10:30. Incluso, han llegado a levantarse (los tres) al mediodía, permitiéndome a mi (porque la madre madruga para ir a la playa) también dormir hasta el mediodía.
La verdad que así da gusto. Y si tenemos que adecuarnos un poco a sus rutinas para después conseguir dormir 9, 10 o hasta 12 horitas, ¡ bienvenido sea !