Hoy en día somos más conscientes de la importancia de una alimentación balanceada para nuestra salud en general. Diferentes organizaciones y entidades que estudian este tema, han buscado determinar la cantidad óptima de porciones de cada tipo de alimento que conviene incluir en una dieta saludable, graficando esta división en forma de pirámides de la buena alimentación, y más recientemente en forma de platos de alimentación saludables.
Todos ellos tienen diferentes variaciones, pero en general apuntan a lo mismo. La Escuela de Salud Pública de Harvard, sobre la base del plato saludable (MyPlate) propuesto por el gobierno federal de los EEUU, detalló cómo debe estar compuesta una dieta balanceada, señalando que la misma debe incluir en su mayor parte (la mitad del plato) por frutas y vegetales, seguido por una buena parte de proteínas saludables (de origen animal y vegetal), y una de carbohidratos (priorizando los cereales integrales sobre los refinados), sin olvidar los aceites saludables, y le importancia de consumir agua (ver).
Hasta ahí, en teoría, todo nos queda clarísimo, sin embargo en la práctica y cuando de nuestros hijos se trata, la situación se pone complicada, pues muchas veces (y en la gran mayoría de los casos) los niños se rehúsan a comer -o tan siquiera probar- algunos alimentos. Muchos parecen querer vivir de panchos y milanesas, y nuestros intentos por volvernos creativos en la cocina muchas veces terminan en experiencias frustradas que nos pueden llevar a rendirnos; pues entre que nuestros hijos coman mal y que no coman en absoluto, siempre nos inclinaremos por la primera opción.
Considerando este tema, y con ánimo de alentarnos a seguir intentando, la Organización del Corazón de los Estados Unidos publicó recientemente 10 consejos para lidiar con niños difíciles para comer. A continuación, reproducimos lo señalado por esta organización en su página web (ver).
- Introducir elementos saludables en comidas que a nuestros hijos ya les gusten. Por ejemplo: agregarles alguna fruta a sus panqueques o como acompañamiento a su cereal favorito, intentar “aderezar” la pasta con diferentes vegetales (incluso hay opciones de salsas que combinan diferentes vegetales (brócoli y espinaca, calabaza y queso, etc.).
- Incluir a los peques en la compra y preparación de la comida. Esto no sólo los familiariza con diferentes alimentos, sino que les hace sentir cierto control sobre lo que después van a comer.
- No comprar comida que no sea saludable. Esto parece lógico, pero muchas veces es difícil cambiar hábitos de alimentación y de compra. Si los niños no encuentran papitas y galletitas cuando tienen hambre, tendrán que recurrir a una banana o una manzana u otros alimentos que tengan disponibles.
- Programar las meriendas. A los chicos les gustan las rutinas, les dan seguridad y confianza. De esta manera comerán lo que les toca a la hora que les toca. Si además las meriendas son balanceadas (incluyendo dos o más grupos de alimentos), mejor.
- Tener a la mano comidas que puedan comer con la mano. A los niños les parece más amigable todo aquello que pueden tomar con la mano y llevar directamente a la boca. Zanahorias bebé con un dip de queso o hummus, pequeños pedazos de coliflor o brocoli arrebozado, chips de boniato (al horno), son algunos ejemplos fáciles de preparar.
- Abolir la ley de “limpiar el plato”. A veces obligar al niño a comer puede generar una respuesta contraria a la esperada. Ello puede llevar a que el niño asocie el acto de comer con un castigo o penitencia, lo que resulta contraproducente para lo que buscamos.
- Incentivar la alimentación colorida. Los niños adoran los colores. Que elijan los que más les gustan, llevando un arcoíris a la mesa.
- No eliminar los dulces del todo. Buscando que se consuman con moderación, se evitará que coman demasiados en el próximo cumpleaños al que sean invitados.
- Eliminar la TV al momento de comer. La TV los distrae y los aleja del momento del almuerzo o la cena, que debe ser un momento que se disfrute en familia.
- Ser un buen ejemplo. Los niños tienden a imitar el comportamiento de sus padres. Si uno come de manera saludable, los pequeños tarde o temprano lo harán también. Un niño que no quiere comer determinados alimentos, estarán dispuestos a probarlos eventualmente si sus padres los consumen regularmente.
Pilar Olavide
Fuente: http://www.heart.org