Es una enfermedad posible de controlar a través de un programa de educación, medicación, y prevención de los alergenos desencadenantes, ello permite desarrollar todas las potencialidades vitales, en forma plena.

Es una enfermedad posible de controlar a través de un programa de educación, medicación, y prevención de los alergenos desencadenantes, ello permite desarrollar todas las potencialidades vitales, en forma plena.

El asma consiste en una reacción de tipo inflamatorio – alérgico, localizada en los bronquios, y desencadenada por sustancias llamadas alérgenos, que actúan sobre la mucosa bronquial, causando edema y flemas, más la contracción de los músculos de su pared. 

El proceso inflamatorio, obstruye la luz bronquial, y dificulta el pasaje del aire, en el intercambio entre atmósfera y los alvéolos pulmonares. La dificultad, es mayor para la salida que para la entrada de aire; y el compromiso, puede llegar a hacerse tan grave, que llegue a comprometer la vida. 

Los pacientes perciben el “pecho apretado”, con sensación de falta de aire, o disnea. Ello dificulta el sueño, la normal escolaridad y la actividad laboral, pero estos efectos, pueden limitarse al mínimo, mediante un adecuado control y tratamiento. 

La Crisis de Asma: 

Previo a la crisis, horas o días antes, algunas personas notan picazón en la garganta, o en la nariz, o sequedad en la boca, o sensación de decaimiento. El paciente, luego percibe dificultad respiratoria, sobre todo para “sacar el aire”, y a ello asocia la percepción de gemidos y sibilancias en el pecho, con tos. 

Algunas veces el diagnóstico de asma se hace mas difícil, porque los síntomas son mínimos, y sólo se manifiestan por una tos nocturna, crónica, o con chillidos, que sólo aparecen durante el ejercicio. Otras veces, se intrinca con otras enfermedades respiratorias, como bronquitis recurrente, o enficsema, lo que también hace más difícil su diagnóstico. 

Resulta importante poner en evidencia el factor desencadenante de la crisis, cuya presencia es necesario pesquisar con fines de prevención de la crisis. 

Estos factores pueden ser: 

  • Alergenos: pólenes, alimentos, polvos, plumas o pelos de animales, hongos. 
  • Sustancias irritantes inhaladas, como humos, olores o gases. 
  • Fármacos: aspirina, algunos antihipertensivos, etc. 
  • Infecciones respiratorias como resfrío, bronquitis, sinusitis, o amigdalitis. 
  • Exceso de ejercicio. 
  • Estados emocionales, como temor, estrés, o la risa. 
  • Estados atmosféricos: frío, humedad, viento. 

Es importante destacar, que aunque el asma puede ser desencadenada, e influida por factores psicológicos, no se considera una enfermedad psicosomática. La severidad de la crisis es variable, desde cuadros leves, en los cuales los gemidos bronquiales se acompañan de poca dificultad respiratoria, hasta cuadros severos, en los cuales se produce la obstrucción casi completa de la luz bronquial, por efecto de la mucosidad, el edema de la mucosa de la pared, y la contracción de los músculos bronquiales. 

Estas últimas situaciones, a veces requieren medidas médicas de emergencia. 

¿Cómo atenuar la crisis de asma? 

El estudio de los asmáticos permitió llegar a la conclusión de que resulta un factor clave para el manejo de la enfermedad, la autoevaluación, realizada por el enfermo. La determinación del propio estado funcional, que realiza el paciente, permite la mejor prevención, y el mejor control, de las crisis de asma. 

Para la prevención de la crisis, el paciente ha de conocer cuáles son los contactos con valor desencadenante, para evitarlos. Para controlar la magnitud de la crisis que cursa, puede ayudarse de un dispositivo pequeño, y de bajo costo, que sierve para medir el llamado pico de flujo de aire “peak – flow – meter”, que detecta el descenso de la función respiratoria, antes de que aparezcan los síntomas. 

El mayor valor que tiene esta medida (similar al registro de temperatura, o de presión arterial), es el de proporcionar una orientación precoz, antes de que se constituya una crisis de mayor envergadura, que puede evitarse mediante utilización también precoz de medicación. En el caso de que la crisis no se consiguiese revertir, puede ser conveniente no dejar pasar más tiempo para realizar la consulta médica.  

A menudo, son necesarios otros controles de espirometría o incluso una radiografía de tórax, o una determinación de gases en sangre. 

¿Cómo manejar la crisis? 

Normalmente, cuando el asmático comprueba que está próximo a sufrir una crisis, llega a controlarla y superarla, con sólo ponerse en reposo y comenzar a utilizar la medicación que tiene indicada para esa situación. 

La medicación que debe de utilizarse durante la crisis, debe conocerse con anticipación, en su tipo y en el modo de su utilización, sabiendo cuánto tiempo tardan en comenzar a actuar; y fundamentalmente, hasta cuándo se podrán seguir utilizando sin realizar la consulta médica pertinente. 

Es conveniente contar, con un diagrama escrito con estas instrucciones, y que este programa haya sido elaborado en conjunto, con el paciente y el médico tratante. 

Una regla que el asmático siempre habrá de tener presente, es que en el caso de que tenga alguna duda, acerca de si ha de llamar o no a su médico, o al servicio de Emergencia, ello significará que debe hacerlo, a la brevedad. 

Dentro del mencionado programa – diagrama, habrá de constar una lista de distintos alergenos que deberán evitarse con fines preventivos, del mismo modo que diferentes circunstancias climáticas, o de ejercicio. También habrá de incluir, determinados hábitos de vida necesarios, como una dieta, y un tiempo de descanso adecuados, el beber abundantes líquidos, y el realizar ejercicios físicos reglados. También deben evitarse el humo de cigarrillo, las inclemencias climaticas y las infecciones respiratorias, deben tratarse precozmente. 

¿Cómo prevenir la crisis? 

Por encima de cualquier otro factor desencadenante, tratándose de una enfermedad respiratoria de naturaleza alérgica, los principales desencadenantes son los alergenos inhalados. Por ello la prevención debe tenerlos especialmente en cuenta. 

Además de los pólenes, incluyen hongos microscópicos, insectos también microscopicos, presentes en el polvo doméstico y en plumas y pelos de animales. 

Fuera del hogar, en el lugar de trabajo en forma de vapores de plásticos, granos o harinas, maderas etc. Algunos pacientes obtienen una significativa mejoría, con sólo cambiar de hábitat domiciliario o laboral, y consiguen un prolongado control de la enfermedad al evitar los desencadenantes alérgicos. 

En el domicilio debe eliminarse la humedad de los dormitorios, que favorece la proliferación de hongos, evitar alfombras y cortinados que acumulan polvo, y evitar la cohabitación con animales y el uso de productos de procedencia animal, como pieles, lanas o plumas, tanto en la vestimenta, como almohadas o mantas. 

¿Cómo medicar el asma? 

La estrategia farmacológica empleada, tiene un triple frente: antiinflamatorio, broncodilatador, e inmunosupresor. Los antiinflamatorios usados, pueden ser corticoides, o antialérgicos. Los broncodilatadores son de tres tipos: derivados de la teofilina, de acción adrenérgica (estimulante del nervio simpático), de acción anticolinérgica (inhibidora del nervio parasimpatico). 

La inmunoperpia, consiste en el tratamiento de desensibilización, para aquellos que no alcanzan a controlar sus síntomas modificando el hábitat, ni con medicación. Los que responden mejor, son las alergias al polvo doméstico, al polen, y a los gatos.

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