El dibujo es una vía de comunicación y expresión de las más antiguas de la humanidad. Ya los primeros hombres dibujaban en paredes y rocas para comunicarse.
Podemos definir al dibujo “como una actividad motora, espontánea, compleja y cada vez más coordinada que contribuye a la formación de la personalidad”. Para los niños los dibujos representan y reflejan sus sentimientos, su percepción del mundo, su socialización, su creatividad, en una palabra su integridad. Su mundo se ve reflejado a través del dibujo, es raro por ejemplo que un niño chico verbalice lo que le está pasando, sin embargo le será más fácil expresarlo a través de un papel y un lápiz.
Se representa a través del dibujo la confianza en si mismo, la comunicación consigo mismo y con los demás, la expresión de sus emociones, su creatividad, madurez psicológica, así como la psicomotricidad, lectura y escritura. Los dibujos representan mucho para los niños y es por esta razón que los obsequian a sus afectos más cercanos (padres, abuelos, etc.) Muchas veces los grandes no comprendemos bien el significado de lo que el niño quiso dibujar, será importante entonces que le preguntemos sin miedo ¿qué es ?, o ¿este quien es ? creando así un diálogo, interesándonos por su producción y quedando abiertos para que pueda explayarse en su creación.
Otro aspecto a tener en cuenta es que no obliguemos o limitemos la capacidad creativa del niño, el dibujo es una actividad espontánea y como tal tiene que ser respetada. Si nosotros dirigimos o criticamos el niño podría inhibirse y será difícil que exprese lo que realmente siente. La hoja que usa el niño para dibujar representará el mundo exterior, el mundo circundante, en el cual podrá plasmar su propio mundo interno. Un uso adecuado de ese espacio nos mostrará una buena relación consigo mismo y con el afuera.
Antecedentes e historia
Haciendo un poco de historia vemos que los primeros estudios sobre la expresión gráfica surgen sobre fines del siglo XIX, donde se comienza a investigar sobre el sentido del dibujo de los niños. Más tarde autores como Luquet y Lowenfeld continuaron desarrollando y ampliando este tema. Lowenfeld propone un análisis de los dibujos en términos de estadios o etapas, dice que éstos estadios están definidos por la manera en que el sujeto “aprehende” la realidad, o sea a medida que los niños crecen cambian a su vez su expresión creativa. El toma en cuenta el desarrollo del grafismo, la manera en que se utiliza el espacio, las formas y la aplicación de color.
2 a 4
En un comienzo este autor nos habla de una etapa de “garabateo”, la cual abarca desde los 2 años hasta los 4, y comienza con un garabateo desordenado, donde el niño dibuja y sus trazos generalmente no tienen un sentido. En un segundo momento del garabateo pasará a algo más controlado y descubrirá que hay una vinculación entre sus movimientos y los trazos. Generalmente logra llenar la hoja entera con su producción. La etapa del garabateo culmina con lo que el denomina “garabateo con nombre”, es muy importante dado que el niño justamente lo que puede hacer es ponerle nombre a sus garabatos y puede expresar “esta es mamá”. ¿ Qué pasa con el color en esta etapa ? No es muy significativo el uso del color, podemos decir que es secundario a la actividad misma del garabatear.
4 a 7
Entre los 4 y los 7 años el niño puede dibujar formas que se relacionen con el mundo exterior. Generalmente la primera figura que aparece es la figura humana que suele ser cabeza-pies, o sea un círculo que representa la cabeza y dos líneas que salen de la cabeza misma y representan a las piernas. A esta figura la denominamos comúnmente “renacuajo”. Recién más tarde se le adicionarán los brazos. Acá el color si tiene más interés para el niño, pero puede no coincidir el color real del objeto con el que el niño utiliza para colorearlo.
7 a 9
Si seguimos en la evolución del grafismo encontramos entre los 7 y 9 años una etapa a la que Lowenfeld denomina “esquemática”, dado que justamente a lo que el niño llega es a un esquema. Se forma un concepto más definido del hombre y su ambiente. En el dibujo se incluyen cuerpo, brazos, piernas, manos, pies, pelo, dedos, etc. Los colores representan acá los objetos reales, por ejemplo el pasto lo dibujará verde. Otro aspecto a tener en cuenta en esta etapa es que aparece lo que denominamos “radiografía o rayos X”, es decir el niño representa tanto el interior como el exterior del objeto dibujado, por ejemplo a través de una pollera vemos las piernas. Por último (no porque sea la última etapa de la que habló el autor, sino que estamos centrándonos en producciones gráficas infantiles) hacia los 9 años el niño tratará de adaptar su dibujo a la realidad y es por esta razón que se denomina “etapa del realismo”. Hay una mayor cantidad de detalles y diferencias que caracterizan a cada niño, no es tan generalizada como las etapas anteriores. Hay un intento de realizar una tercera dimensión y una utilización también más detallada del color.