No hay una forma perfecta de hacerlo. Pero seguro hay una forma honesta, sincera y amorosa que funciona para cada familia.

Este es un tema muy difícil y que preocupa de sobremanera a los padres adoptivos. Para empezar deben saber que no existe una manera de hacerlo que evite el sufrimiento y dolor.

Al informar que son adoptados estamos informando que los padres biológicos los abandonaron y no hay metáfora que pueda aplacar esta realidad. El niño sufrirá, se sentirá dolido, molesto, enojado con el mundo, angustiado y debemos respetar sus sentimientos para que poco a poco empiece a asumirlo. Esta, como tantas otras realidades de la vida, debe ser enfrentada con claridad y honestidad si lo que queremos es superarla, trascenderla y lograr ser felices a pesar de ella. El apoyo, afecto y cualidad de la relación con los padres, es el antídoto necesario para lograrlo.

¿Cómo decirlo?

Como con cada cosa que enseñamos a los hijos, empezamos por lo más simple y lo que está a su nivel de comprensión, siempre dejando la puerta abierta para seguir conversando al respecto. Esto no es algo que se dice, se cumple y nunca más se habla. Por el contrario, es un tema que va a estar presente siempre implícitamente y muy frecuentemente de manera explícita. Los padres adoptivos saben que más de una vez han tenido la creencia de que el niño quedó satisfecho y que ya sabe todo lo que hay para saber; y sin embargo en el momento menos pensado resurgen las preguntas y las dudas, como si necesitaran escuchar y procesar mil veces la misma información.

¿Qué es lo que necesitan saber?

A diferentes edades, los intereses y curiosidades varían. En la etapa pre-escolar, decirles que ellos fueron elegidos por sus padres combina muy bien con la etapa egocéntrica propia de esa edad.

En el escolar sin embargo, esa es una explicación que no termina de convencerlos ni satisfacerlos. Ya entraron en la edad en que pueden entender cabalmente la condición de adopción. Su estilo de pensamiento ha adquirido otra lógica, pueden encadenar más eventos relacionados y tomar en cuenta más aspectos de una misma situación. Y la historia del niño elegido no satisface totalmente porque omite el abandono y necesitan más detalles y explicaciones, que ellos mismos pedirán. Con frecuencia se interesan fundamentalmente por detalles concretos (”¨¿cómo era la cara de la señora que me tuvo en su panza?”). 

También interrogan sobre las causas del abandono y no se conforman con cualquier respuesta. Muchas veces los padres, más allá de todo lo que se les moviliza con estas interrogantes, realmente no tienen respuestas para aquello que tanto preocupa a su hijo. 

Ayudarlo a pensar que muy probablemente situaciones de vida muy desfavorables hicieron que esos padres tomaran la determinación de no criarlo puede ayudar ya que esta respuesta seguramente se acerque mucho a la verdad y elimine la necesidad de imaginar otro tipo de motivos que pueden complicar el desarrollo del niño.

En esta etapa, con el aumento de interés y comprensión del tema puede producirse un aumento de la ansiedad y preocupación por la estabilidad de su permanencia en ese hogar, con estos padres. ¿No se repite el abandono? Una vez más, la calidad de la relación con los padres y el afecto continente de éstos calmarán con hechos y palabras la preocupación.

En la adolescencia pueden comenzar a interesarse por otras características más abstractas de los padres biológicos, por saber qué tipo de personas eran, si eran sanos, si eran honestos.

En suma, crecer sabiendo que uno es adoptado no necesariamente lleva a problemas, pero sí implica un trabajo emocional extra. Adoptados y no adoptados tienen chances semejantes de experimentar las alegrías y las tristezas de la vida. Pero hay factores que se relacionan directamente con la adquisición de una identidad segura y de una autoimagen positiva en las personas adoptadas: la buena calidad de sus relaciones familiares, la posibilidad de conocimiento de sus orígenes y de las circunstancias de su adopción, la ausencia de discriminación social por ser adoptados.

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