Vive allí desde hace más de ocho años. Llegó con su marido y sus dos hijos, porque dos de sus hermanos ya estaban viviendo en la encantadora ciudad de montaña.
Adriana vive en San Martín de los Andes desde hace más de ocho años. Allí llegó con su marido y sus dos hijos, porque dos de sus hermanos ya estaban viviendo en la encantadora ciudad de montaña, y siempre es más fácil tener parte de la familia cerca a la hora de empezar de nuevo. Hoy está divorciada y su hija mayor estudia en Montevideo, así que el hogar lo conforman Adriana y su hijo Guillermo, de 11 años, pero se sienten a gusto en San Martín, un lugar paradisíaco al que tienen la suerte de llamar su hogar.
¿Cómo llegaste a vivir en San Martín de los Andes? ¿Por qué decidiste ir ahí?
A San Martín de los Andes llegamos en febrero de 2004, luego de intentar sobrevivir en vano los coletazos de la crisis del 2001, como tantos uruguayos, en busca de un mejor futuro para nuestros hijos. Nos costó mucho decidirnos, porque no queríamos desarraigar a los nenes, pero al final nos ayudó el hecho de que mis dos hermanos ya vivían en esta ciudad y no estar
Mi hermana fue la que eligió esta ciudad primero y nosotros la seguimos. Ella dice que se enamoraron de la naturaleza y las posibilidades de crecer y prosperar que tenía un pueblo tan pequeño pero con gran personalidad. A mí después me conquisto su energía, su gente, que es muy particular, y claro, la naturaleza y la sencillez que la vida puede tener acá. Guille, mi hijo, con sus 11 años, va y viene de su colegio solo, va a hacer mandados, va al cine, etc., algo impensable en donde vivíamos en Uruguay.íamos solos.
¿Cómo ven tus hijos el Uruguay?
Mis hijos mantienen una fuerte conexión con Uruguay. En este momento, Camila de 20 años, vive en Montevideo con sus abuelos y estudia en la Facultad de Psicología cursando su segundo año con gran éxito. Está encantada de haber vuelto a su país y ahí se quiere quedar. No va a regresar a San Martin una vez finalizada su carrera. Bueno, ella tenía 12 años cuando la trajimos y le costó mucho adaptarse a la lejanía de sus abuelos, tíos, primos y amigos. Guille vino siendo casi un bebé. Nos mudamos la semana en que cumplió 3 años, por lo que toda su escuela, amigos, etc., los tiene acá. Sin embargo ama su país de origen y dice que cuando le toque a el elegir la carrera universitaria, va a ir a estudiar allá.
Lo que mas nos costó al principio fue ¡el frío! El primer invierno vivíamos en una casita en la montaña, alejada a unos 8 km del pueblo (que está en un valle). Yo no podía ni salir si no llevaba cancanes de lana, calentadores, dos pares de medias, bufanda, gorro, guantes, camiseta… El segundo invierno fue más relajado y ahora, nos acostumbramos al clima y ¡sufrimos calor en Uruguay cuando vamos!
¿Cómo está conformada tu familia?
En este momento en nuestra casa vivimos Guillermo, de 11 años y yo. Cami, como ya conté, vive hace tres años en Montevideo y el padre de mis hijos, luego de entrar en crisis, decidió irse a trabajar a Ushuaia, con lo que estamos divorciándonos y él ve muy poco a los chicos, aunque mantiene contacto telefónico.
¿Cómo fueron tus embarazos?
Mis dos hijos nacieron en Montevideo, aunque vivíamos en Solymar. Los partos fueron normales y los nenes muy sanitos al nacer. En ambos embarazos tomé cursos de respiración para el parto y de yoga para embarazadas, cosa que me ayudó mucho. Mi esposo no pudo acompañarme en ninguno de los dos partos porque los médicos no le permitieron entrar en la sala con excusas que en el momento no te pones a discutir, pero…
¿Venís seguido a Uruguay? ¿Extrañás?
Viajamos dos veces por año a Uruguay: en vacaciones de invierno dos o tres semanas y en verano un mes, mes y medio. Aprovecho siempre para darles la oportunidad de recibir cultura a los nenes, cosa que no es tan fácil estando tan lejos en donde vivimos: vamos al teatro, a conciertos, museos, paseos, etc. Y por supuesto mucha familia, ¡tipo intensivo!
Yo en verdad, lo que mas extraño de Uruguay son los afectos, claro. La gente que dejamos allá. Pero a veces me agarra nostalgia por el mar. Aunque vivimos tan rodeados de naturaleza que me consuelo, pero a veces, ver el horizonte plano se extraña un poco.
¿Existe alguna comunidad de uruguayos con la que tengas contacto?
Organizado, no hay nada, aunque viven algunos uruguayos acá. Con mis hermanos tenemos algunas tradiciones uruguayas que mantenemos y hemos adquirido otras argentinas o patagónicas, mejor dicho, que también disfrutamos, ¡sobre todo la comida! Tanto puede ser una rica pascualina o faina de cumpleaños de allá, como las empanadas o el pernil de acá.
Contanos un poco acerca de la vida social. ¿Qué hacés en el tiempo libre?
Como en todo pueblo, la vida social no es muy ajetreada. Hay algunos pubs para tomar algo o cenar, o escuchar algún grupo de música, pero muy familiares. Hay un cine y dos teatros, un casino muy concurrido (al que no voy), un boliche bailable o dos para la muchachada y un club deportivo. La gente en general se dedica a hacer muchas actividades al aire libre, deportes de montaña, disfrutar de la naturaleza, de los amigos y de la familia
Yo mucho tiempo libre no tengo. Sólo el fin de semana. Si hay buen tiempo, nos gusta salir a pasear por las montañas, los senderos para caminar, al lago con un picnic, o a la casa de mi hermana que vive en uno de los barrios construidos a más altura en la montaña y tiene casa con terreno (nosotros vivimos en una casa tipo departamento en el centro de la ciudad). A veces viene alguna amiga a cenar o salimos a escuchar jazz a un pub, o a ver algo interesante que haya venido a la ciudad. Mi hijo ama el cine así que va casi todos los fines de semana. Es maravilloso porque con sus 11 años puede ir solo a pie desde nuestra casa, se encuentra con sus compañeros allí y solo lo voy a buscar a la salida en invierno, porque ya es de noche y me agarra la paranoia uruguaya.
¿Y en cuanto a la vida familiar? ¿Hacen actividades en familia?
Casi todas las actividades las hacemos en familia. Hasta algunas que en Uruguay no haríamos como ir a un pub a oír música, ya que acá no hay problema con la edad de los chicos porque todo el mundo se conoce.
En cuanto a la crianza de los chicos, ¿sentís que hay diferencias entre los argentinos y los uruguayos?
Sí las hay. ¡Ellos son notoriamente mas permisivos con sus hijos y muy boca sucia! Me costó mucho al principio escuchar que hablan de “kilombo” y otras peores con la mayor naturalidad. Igual aun no me acostumbro del todo. También se da mucho el fenómeno de familias ensambladas en esta zona: los míos, los tuyos y los nuestros.
¿A qué te dedicás? ¿Cómo es tu jornada laboral?
Yo soy docente de ingles egresada de la Alianza Cultural Uruguay EEUU. Llegue acá con un contrato para trabajar en un instituto que tenia 25 años y cuya directora era uruguaya. Dos años después cerró porque ella se jubiló y con otras dos amigas tenemos ahora un instituto de ingles llamado Huellas, un proyecto al que amamos y cuidamos mucho. Trabajo muchas horas, pero soy el único sostén en mi casa, así que no tengo otro remedio. Mi jornada empieza normalmente a las dos de la tarde, aunque dos mañanas también trabajo. Termino a las 8 y media.
¿Cómo es la vida para las madres? ¿Hay ventajas o ayuda de parte de las empresas para poder conciliar la maternidad y el trabajo?
Yo soy una madre sola, pero no soy argentina, así que las leyes no me amparan realmente, a menos que estuviera en situación de precariedad. Acá la gente recibe varios beneficios para la educación de los hijos, pero a mí no me corresponden o por ser extranjera o por tener un buen ingreso. En general, las madres se amparan a varias leyes que fueron creadas para facilitarles la maternidad. Pero eso siempre que estén en situación de dependencia, no tanto si ellas son las dueñas de su empresa.
¿Notás que la vida sea diferente a como es en Uruguay, pese a estar tan cerca?
Si, la vida es muy diferente. Es que no estamos tan cerca. Una cosa es Buenos Aires, hasta Entre Ríos quizás, y otra muy distinta es la Patagonia, Neuquén. Acá en chiste se dice que estamos en la republica de Neuquén, no en la provincia. Porque en verdad que la lejanía ha hecho que esta zona tenga sus propias reglas de convivencia y hasta se diferencie a nivel legislativo.
La mayoría de la gente que vive aquí vino de otro lado buscando un sueño. Muchos lo han conseguido. Este es un rincón paradisíaco y la gente vino a buscar en general, tranquilidad. Poder vivir en paz con sus hijos, en armonía con la naturaleza maravillosa que nos rodea. Este derecho tiene un precio, que es la lejanía y se siente en el invierno cuando los aviones son derivados a Bariloche, o no llegan los camiones por la nieve. Cuando hay que pagar el doble por cualquier cosa. ¡O cuando se cae internet!
¿Tu esposo ayuda en las tareas de la casa y la crianza de los chicos?
Mi esposo ayudó siempre, pero ahora no está y no ayuda en absolutamente nada.
¿A qué tipo de escuela van tus hijos?
No hay demasiadas opciones en San Martín a la hora de buscar escuela. Hay tres colegios privados, dos de los cuales son católicos. Mis hijos fueron al único laico, por principios. La escuela pública deja bastante que desear, sobre todo porque hay muchos paros y nunca se recupera nada.
Mi hijo va ahora a la Escuela del Sol, donde terminó el liceo Camila. Es de doble turno, pero cortan al mediodía, o sea que él come en casa y vuelve a salir a las dos para volver a las cuatro y media. Si bien tienen inglés no es bilingüe. Estoy contenta porque son muy preocupados por la felicidad de los chicos y los contienen afectivamente. Guille ama su escuela y eso es muy importante para mí.
¿Cuáles crees que son los desafíos más importantes en la educación de los hijos hoy día?
Mis dos hijos son indios, y me han dado mucho trabajo, realmente, pero he aprendido mucho de ellos. Creo que lo mejor es un cambio completo de paradigma. No se puede enseñar algo a los niños de esta generación desde la perspectiva educativa que nuestra generación vivió. No nos van a escuchar. Creo que hoy en día hay que dar mucho afecto, basar todo aprendizaje del chico en un trabajo para su autoestima y valorar todas y cada una de sus manifestaciones para dejarlo ser y crecer. La educación aquella en la que el maestro tenia la receta ya caducó y de eso vemos ejemplos a diario con altos índices de deserción y violencia por falta de estímulos. El desafío mas grande a mi parecer es que los adultos cambiemos la cabeza y empecemos a ver todo lo que estos niños traen y los acompañemos en su desarrollo, respetando sus tiempos y brindándoles toda la exposición posible a diferentes estímulos para que ellos mismos decidan qué camino tomar. Es la educación para el cambio, porque el cambio es cada día más rápido.