Para padres y profesionales implicados en el proceso de aprendizaje de los niños, es frecuente verse enfrentados a chicos agresivos, manipuladores o rebeldes y no saber exactamente como actuar con ellos.
En los niños la agresividad se presenta generalmente en forma directa, ya sea a través de un acto violento físico (patadas, empujones) como también en forma verbal (insultos, malas palabras). Pero también podemos encontrar un tipo de agresividad desplazada o indirecta, en la que el niño agrede contra los objetos de la persona que ha sido origen del conflicto. O también un tipo de agresividad contenida, en la que el niño gesticula, grita o produce expresiones faciales de frustración.
Independietemente del tipo de conducta agresiva que se manifieste, hay que tener en cuenta que los arrebatos de agresividad (de intensidad no exacerbada) son un rasgo normal de la infancia. Lo que sucede es que algunos niños persisten en esa conducta aún cuando van avanzando en su desarrollo evolutivo y son incapaces de dominar el mal genio. En general son niños frustrados ya que viven el rechazo de sus compañeros de clase y probablemente si no se hace un diagnóstico a tiempo, derivará en fracaso escolar y conducta antisocial en la adolescencia.