El conocimiento es la mejor protección. Cada día se sabe más sobre el cáncer de mama, una enfermedad que en el mundo es responsable de más de 300.000 muertes al año.
Manejar información sobre diferentes problemas que pueden afectar nuestro estado de salud, resulta muy significativo a la hora de detectar tempranamente enfermedades, como lo es el cáncer de mama, donde actuar a tiempo es uno de los mejores aliados. Cada día se sabe más sobre el cáncer de mama, una enfermedad que en el mundo es responsable de más de 300.000 muertes al año, constituyendo la primer causa de muerte por cáncer en la mujer
Uruguay se encuentra entre los países con cifras más altas: cada año 1700 mujeres desarrollan cáncer de mama, de las cuales 600 fallecen. Esto se explica, entre otras causas, por estilos de vida y formas de alimentación similares a la de los países occidentales. Sin embargo, en los últimos años, el Registro Nacional de Cáncer ha observado una estabilización en la cantidad de mujeres con cáncer de mama, lo que podría considerarse esperanzador: la curva en la gráfica ya no es ascendente.
En cuanto a la identificación de los diferentes factores de riesgo para cáncer de mama, numerosos estudios han identificado primeramente como mayor riesgo la condición de ser mujer, creciendo este riesgo con la edad: 90% de casos ocurre en el sexo femenino y más del 75% de ellos en mujeres mayores de 50 años. Además, se destacan los factores relacionados con la reproducción y las hormonas sexuales: estrógenos y progesteronas.
Otros de los factores de riesgo que aumentan la posibilidad de cáncer de mama son:
- No haber tenido hijos
- Primer embarazo después de los 30 años
- Menopausia tardía
- Exposición a radiaciones ionizantes
- Mutaciones específicas en genes BRCA1, BRCA2 y ATM
Se ha establecido que los factores hereditarios serían responsables solamente del 5% de los cánceres de mama, planteándose una diferencia importante entre historia familiar y fuerte historia familiar. Esto último se refiere a que el riesgo es mayor si es la madre o hermana quienes han tenido cáncer de mama y aún mayor si ha sucedido antes de la menopausia, considerándose no sólo los antecedentes familiares maternos sino también los paternos.
Por otra parte, se han verificado tres aspectos relacionados al rol protector contra el cáncer de mama: una dieta adecuada con alto contenido de frutas y verduras, actividad física regular y mantener un peso saludable. Estos elementos adquieren relevancia ya que se puede lograr un beneficio incorporando cambios a nivel de los hábitos cotidianos de vida.
Basados en la evidencia científica la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha determinado que el 10% de los cánceres de mama se puede atribuir al sedentarismo. Las mujeres que practican ejercicio físico intenso tendrían menor cantidad de estrógenos circulantes, beneficiándose con ello en la disminución del riesgo de padecer cáncer de mama.
Asimismo, el sobrepeso y la obesidad en las mujeres post-menopausicas, y las dietas ricas en grasas, sobre todo saturadas o con alto contenido en carnes rojas aumentarían el riesgo. También el consumo de alcohol y el tabaquismo tanto activo como pasivo, aumentaría la probabilidad de tener cáncer de mama a lo largo de la vida.
¿Qué podemos hacer?
A nivel de la vida cotidiana, se pueden realizar adecuaciones tendientes a la incorporación de una alimentación saludable, desarrollar una rutina de actividad física y mantener un peso adecuado.
Por otra parte, mucho se puede hacer en relación a la detección temprana del cáncer de mama ya que resulta indiscutible el beneficio que representa reconocer e identificar el tumor cuando aún es pequeño.
Para ello, como primer paso es necesario consultar anualmente al médico en busca de orientación. El profesional de salud recomendará los estudios necesarios de acuerdo a los antecedentes y la edad de cada persona, realizará una revisión mamaria, a la vez que realizará sugerencias sobre el mejor conocimiento de las mamas y reconocimiento de cambios por parte de la propia mujer.
En cuanto a los estudios a realizarse, la mamografía es un examen radiológico de gran sensibilidad y especificidad que puede detectar tumores mamarios aún no palpables. Actualmente los equipos que se utilizan garantizan una máxima seguridad frente a la exposición a las radiaciones.
La ACS (Sociedad Americana de Cáncer) y el Instituto Nacional del Cáncer recomiendan realizar mamografías periódicas cada año o cada dos años a partir de los cuarenta años de edad, concordando con la recomendación vigente en nuestro país. Incluso aquellas mujeres con alto riesgo (por fuertes antecedentes familiares), deberían comenzar más tempranamente con los controles mamográficos.
Las mujeres premenopáusicas muchas veces tienen mamas densas, fibrosas que se ven mal en las mamografías y requieren de otros exámenes como la ecografía mamaria y la resonancia magnética nuclear para poder diagnosticarse.
En cuanto al autoexamen de mama, a nivel internacional, organizaciones como la ACS han cambiado sus recomendaciones. En diferentes investigaciones si bien no se pudo demostrar que la realización del autoexamen de mama disminuya el número de muertes de cáncer de mama, éste unido a la mamografía y al examen clínico sí colaboraría en su disminución.
Hoy se entiende que no es tan importante el procedimiento en sí del autoexamen, con la rigurosidad que se planteaba hasta el momento. Actualmente el énfasis se coloca en que cada mujer se familiarice con respecto a sus mamas y las reconozca como una parte más del propio cuerpo.
Cuando se presta atención a como se ven y se sienten las mamas normalmente, se facilita la detección de cambios como un bulto, el hundimiento del pezón, irregularidades en la piel, cambios en el color o la temperatura de la mama. Una vez identificados estos cambios se sugiere consultar al médico quien orientará en los pasos a seguir.
El punto clave es tomarse el tiempo para el propio cuidado y conocimiento, a la vez que agendarse la consulta médica periódica y realizarse los estudios indicados. Piensa en ti, cuídate, esta forma de actuar puede salvar tu vida.