Durante todo el mes de octubre se han llevado a cabo actividades relacionadas con esta enfermedad, tan frecuente. El secreto de la curación es el control de todas las mujeres, la prevención y el diagnóstico precoz.
DíA NACIONAL DE LUCHA CONTRA EL CANCER
Cáncer de mama
El cáncer de mama, o seno, es el tumor que provoca más muertes en la mujer en todo el mundo, superando el 30% de todos los tumores femeninos.
CANCER DE MAMA
En todo el mundo, aparecen cada año más de 500.000 casos nuevos, con tendencia a aumentar.
También en Uruguay, en datos analizados por el Dr. J. A. Vasallo (registro Nacional del Cáncer) se comprueba una de las tasas de incidencia más altas del mundo con 71,11 por cada 100.000 mujeres (27,72 de los cánceres femeninos),pese a nuestro bajo crecimiento demográfico, en 1965 enfermaban 1 de cada 17 uruguayas, para llegar en 1989 a 1 de cada 10; con un fallecimiento de 1 de cada 4 enfermas por año.
En países occidentales industrializados se llega a las tasas más altas. En EEUU, fallece una mujer cada 15 minutos por cáncer mamario, que es la causa más frecuente de muerte de mujeres, entre los 15 y 55 años de edad.
Las tasas más bajas se ven en países asiáticos, y algunos americanos, como México, Venezuela, Perú y Chile.
Las cifras estadísticas de mortalidad, comenzaron a mejorar con técnicas de detección y tratamiento temprano. Las investigaciones clínicas, epidemiológicas, y de laboratorio, han buscado disminuir la incidencia creciente, actuando a nivel de los factores de riesgo.
Grupos de población afectados:
1. El sexo femenino es el principal factor de riesgo, ya que el hombre padece sólo el 1% del total de los cánceres de mama.
2. La edad, es el segundo, con una mayor incidencia proporcional a la proximidad de la menopausia, con una caída a partir de los 59 años. El 85% se ve luego de los 40 años.
En Uruguay , en registros del MSP se comprobaron dos picos etarios: uno más alto, premenopáusico, en torno a los 45 años, y otro postmenopáusico sobre los 65 años.
3. La raza, demostró en EEUU una mayor incidencia en mujeres blancas, sobre las de raza negra, y que esa incidencia aumentaba radicalmente, luego de la menopausia.
4. Los grupos socio económicos más altos (por ingresos, ocupación, educación) son los que concentraban la mayor incidencia y mortalidad. Todos estos factores de riesgo, actúan en forma diversa, sobre una predisposición genética hereditaria; pero el 25% de la mujeres que enferman de cáncer de mama, tienen al menos un factor de riesgo identificable.
Esto permite identificar poblaciones de mayor riesgo, que permite una detección y tratamiento temprano de la enfermedad, que permite controlarla con mejores índices de curación, y disminución de la mortalidad. El conocimiento de los factores de riesgo, también coadyuva, para realizar una prevención más eficaz.
Factores ambientales de riesgo:
Son los factores que aumentan la posibilidad de padecer la enfermedad, respecto a la población general. También empeoran el pronóstico. No son factores aislados, sino un conjunto de ”hábitos” correlacionados, que llegan a constituir un modo de vida, actuando a nivel de una predisposición genética (oncogenes), y precipitar la enfermedad.
Algunas de estas situaciones son controlables, y otras no; unas están probadas, y otras sólo se presumen, pero no están probadas. Para considerar significativo el riesgo, desde un punto de vista estadístico, debe duplicar la incidencia, respecto a la población general, en relación a la edad, y al número de años de permanencia como determinante de la enfermedad.
La existencia de una tendencia claramente significativa en países occidentales más que en los asiáticos, sugiere un sustento genético. Pero el hecho de que la incidencia aumente en países más desarrollados económicamente, y el que aumente en mujeres asiáticas emigradas a estos países, se relacionaría con hábitos de vida.
a) Los caracteres pondo estaturales, se relacionan con un incremento de riesgo de 1,5 a 2 veces, fundamentalmente luego de la menopausia.
Las mujeres obesas presentan una extensión mayor en la primera consulta, con más participación de los ganglios axilares. A su vez, la obesidad en manzana , uniforme, tienen más riesgo que las obesidades en pera a predominio en la mitad corporal inferior. Las mujeres de más alta talla, también tienen una incidencia mayor.
b) Las grasas y calorías de la dieta. Si bien la dieta se invoca desde hace más de 40 años, como influyente en la aparición del tumor, en animales de laboratorio, recientemente, Doll y Peto estimaron influía en el 50% de los casos, en EEUU. Otros estudios lo precisaron en torno al consumo de grasa, (ya conocido para el cáncer de útero), pero no consiguieron probarlo para el de mama. Si bien las mujeres inmigrantes de zonas (como Japón), con baja incidencia de cáncer mamario, la aumentan en la geografía occidental; ello no pudo demostrarse se relacionase con la dieta.
En algunos grupos religiosos, que restringen el consumo de grasa y carne animal, tampoco se observaron cambios significativos. Sin embargo, los obesos, con dieta hipercalórica y grasa, mostraron un aumento de incidencia; y en los roedores del laboratorio, la relación se estableció, con el consumo elevado de energía total, más que con el de grasa.
c) Las vitaminas en la dieta, se estudiaron por su importancia en el crecimiento y diferenciación celular. Algunos estudios demostraron aumento del riesgo por bajo consumo de vitamina A, que protejería a través de su acción antioxidante. Sin embargo, podría tratarse de otro factor , también presente en vegetales verdes y amarillos, junto a la vitamina A.
Algunas sustancias sintéticas similares a los retinoides, como la hidroxifenil retinamida (HPR), parecería que regula los onogenes que inducen tumores. Otras vitaminas como la e y la C, no parecen tener un valor protector significativo.
d) El sol y la vitamina D, que es sintetizada por intermediación solar, explicaría que la enfermedad sea casi desconocida en el Ecuador, mientras aumenta con la latitud. En 24 ciudades de EEUU la inicidencia disminuía con las horas de sol al día y al año en cada ciudad.
e) Los ácidos grasos esenciales no saturados, tipo Omega 3, presentes en la dieta de japoneses y esquimales, (foca, pescado, ballena), podría explicar la baja incidencia del cáncer en dichas poblaciones, pese a la escasa luz solar. Estas sustancias, (lo mismo que la indometacina), bloquearían un oncogene inductor del cáncer (el RAS), e inhibirían la síntesis de prostaglandinas tumorales.
f) El alcohol, aumenta el riesgo en mujeres jóvenes, no en las mayores.
g) El tabaquismo, que aumenta otros cánceres, (respiratorios, urinarios, y digestivos), no parece relacionarse con el de mama.
Factores hormonales:
a) Los estrógenos, progesterona y prolactina son tres hormonas vinculadas al crecimiento del tejido mamario, y se involucran aumentando el riesgo de cáncer tanto por un aumento natural, o artificial, provocado por la administración farmacológica de las hormonas.
En la aparición de menarca precoz (antes de los 12 años), el riesgo aumenta un 20% por cada año; y en la menopausia tardía (luego de los 50 años) aumentan al punto de que, con más de 40 años de actividad menstrual, su duplica el riesgo, respecto a las mujeres con menos de 30 años de menstruación.
b) La disminución de ciclos hormonales tendría un valor protector. Ello explica que los ciclos anovulatorios (en atletas por ejemplo), y con el número de embarazos, se disminuya |proporcionalmente el riesgo de cáncer. No sólo disminuye el riesgo con el número de hijos, sino con la edad del primer embarazo, llegándose a reducir el riesgo a la mitad, respecto a las mujeres sin hijos.
c) La lactancia, tiene un valor protector no propio, sino indirecto, a través de retardar el reinicio del ciclo ovárico.
d) Los anticonceptivos orales, aumentan el riesgo en la proximidad de la menopausia, o en la juventud, antes del primer embarazo. No se demostró riesgo aumentado en edades intermedias.
e) Los antiestrógenos, como el tamoxifeno (competidor de los estrógenos) se demostró como sustancia de alto valor para disminuir la incidencia del cáncer en poblaciones de riesgo, o para frenar su desarrollo. Antagoniza tanto los estrógenos ováricos como los originados, por síntesis periférica, desde hormonas androgénicas de origen suprarrenal.