No es algo "unico" o excepcional de este país. Vivir en comunidades más cerca de la naturaleza es "un fenómeno mundial que está en crecimiento en Uruguay y que si bien tiene sus antecedentes en las comunidades anarquistas y socialistas clásicas del siglo XX, se caracteriza por una identidad propia", explica el antropólogo Nicolás Guigou, en la nota publicada en El País.
En este tipo de comunidades no hay ideologíaa político-partidarias. A quienes viven allí los movilizan aspectos prácticos como conocer el origen de los productos con los que se alimentan o el agobio de la ciudad.
Eso le ocurrió a Sebastián (36), un argentino músico y agnóstico que huyó de Buenos Aires y fue nómade hasta hace seis años, cuando cumplió su sueño de vivir en el campo de forma alternativa. Se instaló en Tierra Comunal, en las sierras rochenses. Su comunidad no tiene nada que ver con los guaraníes ni con ninguna espiritualidad. Viven siete familias, una más distinta que la otra.
Fue fundada en 2006 cuando Jimmy compró unas tierras al lado de la estancia de su madre, donde hoy es la comunidad La Tahona. El espacio es colectivo aunque cada uno se encarga de su casa y sus ingresos. No hay servicio de saneamiento ni alumbrado público. Los que quieren luz de UTE construyen su hogar más cerca del camino de entrada. Los otros usan velas y fuentes de energía renovables. Los baños son ecológicos y con los desechos se hace abono. La policlínica más cercana está a unos 4 kilómetros, a medio camino de la ciudad de Rocha. Para llegar cuentan con vehículos particulares, muchos de los cuales son compartidos entre dos familias. Todas las casas, hechas de barro, apuntan hacia el Norte para evitar los fríos vientos del Sur. Los árboles impiden la vista directa entre vecinos. Y, en lo posible, comen lo que ellos mismos plantan.
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