Las convulsiones febriles se pueden manifestar en los bebés y niños de seis meses a cinco años de edad (aunque son más frecuentes entre los 12 y 18 meses). Pueden darse cuando el niño tiene fiebre alta, mayor a 38°C.
La convulsión dura pocos minutos, y si bien asusta mucho, no necesita tratamiento (salvo algún cuadro grave) y no provoca otros problemas posteriores. Las convulsiones provocan que el cuerpo se agite y se retuerza. En algunos casos, el niño puede perder la conciencia durante esos minutos.
Los niños que tienen antecedentes familiares, tienen más probabilidad de padecer convulsiones febriles. A su vez, un 35 % de niños que tuvieron una convulsión febril, manifestarán otra al poco tiempo. Se sugiere colcoar al niño de costado y estirado para evitar que se asfixie. Si dura más de diez minutos o su piel se pone de color azul, constituye es un cuadro grave por lo que hay que llamar a emergencias (911). Lo que sí necesitará tratamiento es la fiebre alta para poder disminuirla.
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