La relación de los miembros de la pareja con la familia política es un motivo frecuente de discusión. La idea de la mala relación con los suegros no es solo una leyenda urbana.

Solemos escuchar muchos chistes sobre las suegras, sin duda se llevan el premio en cuanto a desagrado en la familia política. ¿Por qué se da esto? En general, a muchas madres les cuesta “soltar” a sus hijos porque temen perder su lugar, y en algunas ocasiones comienzan a rivalizar, entrometerse o querer controlar. También es frecuente que las mujeres lleven a su pareja más hacia su familia. Estas conductas generan problemas y pueden llevar a discusiones sin un buen final. No es una buena táctica plantear plan de guerra contra la suegra y mucho menos descargarse con la pareja. Atención: estas situaciones también pueden darse con los abuelos, cuñados, concuñados, tíos y demás familiares políticos.

Esto me pasa. ¿Qué hago? Consejos:
Lo mejor es mostrarle que no sos ningún peligro en relación a sus miedos. Que no está perdiendo nada, sino ganando con tu incorporación a la familia. Podés ponerte en su lugar de madre (que ya te llegará) y así seguramente tendrás una aliada y no una enemiga. Si a pesar de esto su conducta persiste y tienes que poner límites, tratá que sea de la forma más asertiva posible. Entender y tratar de llevarse bien no significa abdicar en no poner límites a situaciones en las que son necesarios, pero sí hacerlo con respeto.

¿Qué pasa cuando definitivamente no se llevan bien?
Sin duda afecta a la pareja, ya que tiene que elegir. El desenlace más frecuente es que elija a su pareja, ya que es su futuro. Pero esto lo termina alejando de su familia de origen. Si no se da de este modo, puede deberse a un vínculo de mucha dependencia. Si la persona que toma la decisión de alejarse de su familia lo hace por sí sola y porque lo ve y lo entiende como lo más lógico, es muy distinto que si se ve presionado a tomar esta decisión de elegir por su pareja. Si se ve presionado, puede tener estas consecuencias: seguramente salga a colación en cada problema o discusión que tenga a futuro, seguramente vea a su familia a escondidas o se suscitará un clima tenso cada vez que los quiera visitar. Ninguna de estas situaciones suma a la pareja.

Esto me pasa. ¿Qué hago? Consejos:
Antes de enfrentarte a una situación así, evalúa la gravedad del asunto. Si es una conducta que con asertividad la puedes solucionar, evita pelearte con tu familia política. Ten en cuenta que el día de mañana también habrá niños de por medio que querrán ver sus abuelos, primos y demás. Y que no tienen la culpa de que el resto estén distanciados por sus diferencias.

Ten en cuenta que cada uno viene de una familia con unos valores y maneras de relacionarse distintos. Es esencial empatizar. Esta reflexión te ayudará a aceptar a tu familia política, que obviamente es distinta a la tuya: ni mejor ni peor.

Si te pones a evaluar cuántas veces al año tienes que ver obligatoriamente tu familia política, seguramente no te preocupe tanto, ya que no necesariamente la deberás ver todas las semanas. Tal vez el tomar una conducta “término medio” sea lo más adecuado y te haga llevadera la situación.

En el caso que tu pareja no se lleve con su propia familia, lo mejor es apoyar sus decisiones, pero sin alimentar estas diferencias. Ya no es fácil para tu pareja el estar en esta situación, si tu no tratas de hacérselo más liviano, más le va a afectar y no es positivo para nadie. No le sumes un problema al que ya tiene, si puedes trata de que lo lleve de la mejor manera posible. Todas las familias tienen problemas con algún integrante, pero esto no tiene por qué generalizarse.

No evites las reuniones a las que quiera ir, trata de pasar lo mejor posible. Nunca generes una discusión innecesaria. Siempre las diferencias entre la familia se tratan distinto que las que puedan surgir con la familia política.

Hazle saber que lo apoyas y lo entiendes, es básico para que se sienta comprendido, ya que tu eres su principal apoyo en la vida, dado que no cuenta con ese apoyo familiar. Cuando te cuente algún problema, escúchalo pero no te ensañes con nadie por más razón que tenga. Seguramente tras esa rabia o bronca quede algún sentimiento de cariño de su parte, que tu no lo vas a sentir pero que es bueno preservar.

A veces la manipulación de algunas familias es demasiado fuerte como para poder mantenerse al margen sin tomar medidas. En esos casos, que sea el que tiene el problema quien decida cuál es el mejor camino a tomar. Pueden sopesar la situación, buscar alternativas posibles y ponerlas en práctica. En el acierto o en el error, traten de mantenerse unidos. Que este tipo de problemáticas no afecte a la pareja o que la afecte lo menos posible. Algunas parejas terminan muy mal a causa de estas problemáticas familiares porque se van a extremos que no tienen vuelta atrás y luego no se sienten bien con ello. Cuando las diferencias con las familias se pueden negociar, es bueno intentar el diálogo, y si esto no es viable, al menos expresar lo que se siente.

No juzgues, simplemente apoyá. Si tenés un punto de vista que puede sumar, tratá de decirlo de la mejor forma posible, y si no suma, es preferible que no lo digas para evitar agrandar el problema.

Cuando tú tenés el problema con tu familia, tratá de no involucrar demasiado a tu pareja, resolvé lo que consideres necesario y tené en cuenta que tu pareja va a estar allí para apoyarte. No generes tensión extra y si tenés que tomar decisiones que involucren directamente a tu pareja, entonces sí hacé que participe.

Es difícil que siempre reine la armonía en la familia. Pero con tolerancia y no dejando de lado que son familia, se logra sobrellevar muchas situaciones que de otra manera terminarían afectando mucho el relacionamiento en pareja. Por eso, siempre piensa bien cada decisión que tomes en estas situaciones, no dejes que un mal momento te lleve a circunstancias que luego hagan que te arrepientas.

Por Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
ensil@adinet.com.uy

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