Mamá, papá…¿Me contás un cuento? Esa frase que madres y padres escuchamos una y mil veces, debería alegrarnos.
Aunque a veces nos agarre cansados, nerviosos o de mal humor. Porque esos momentos únicos son los que suelen quedar grabados para siempre en las retinas y corazones de nuestros hijos. Son momentos de encuentro, de aprendizaje, de cariño, de afecto.
De adultos, muchos de nuestros mejores recuerdos tienen que ver con ese momento de paz en que mamá o papá estaban solo para nosotros, para hacernos sentir por un ratito el centro del mundo. Las historias contadas antes de dormir despiertan la imaginación del niño al mismo tiempo que afianzan uno de los vínculos más importantes del mundo. Además, es una oportunidad para inculcar valores que son muy importantes para su desarrollo de manera positiva y atractiva.
Contarle un cuento a los hijos antes de ir a la cama es un hábito que, debido a las actuales rutinas sobrecargadas de actividades, se está perdiendo. Los padres sienten que las 24 hs del día no alcanzan y al término de la jornada, el cansancio y la escasez de energías no favorecen este espacio/momento de encuentro con los hijos. Sin embargo, es una actividad que aporta múltiples beneficios:
– Escuchar cuentos hace que los niños sean más reflexivos: en cada historia siempre hay un mensaje que incita a comprender, aprender a comportarse y actuar en diversas situaciones, saber distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo.
– Ayuda a combatir los propios medios y temores: el niño/a puede identificarse con las emociones de algún personaje de la historia y al conocer el desenlace y lo que le sucede le da argumentos para afrontar sus inseguridades.
– Los cuentos son una base para el desarrollo intelectual: el niño/a logra, a través de los relatos del cuento, mayor facilidad para entender las cosas y que su cerebro trabaje con mayor certeza.
– Proporcionan una sana estimulación de la memoria, la expresión, la atención.
– Contribuyen al desarrollo y ampliación de las capacidades de percepción y comprensión.
– Estimulación de la imaginación: los cuentos fomentan el desarrollo de la imaginación de los niños potenciando la creatividad y la agilidad para inventar otras historias.
– Fomentan la lectura y el cuidado por los libros: las historias leídas generan más curiosidad y ganas por conocer otros relatos.
.- Ampliación del vocabulario: el niño conoce más palabras lo que contribuye a tener un buen desempeño escolar.
– Los cuentos son también una medida efectiva para tranquilizar a los niños que son inquietos y/o ansiosos. Ayudan a conciliar el sueño y tener un buen descanso.
– Ayudan a la relación padre e hijos: la lectura es un momento máximo de comunicación con los hijos que ayuda a generar confianza para que cuenten sobre sus cosas cotidianas así como situaciones dificiles que vivan pudiéndolos orientar y apoyar.
¿Cómo contar un cuento?
Para que la hora de contar un cuento sea un momento agradable y esperado para los niños de la casa y que además tenga efectos positivos hay que tener algunas cosas en cuenta. En primer lugar es necesario que se elija un lugar cómodo para leer y que esté lo suficientemente iluminado. Una vez instalados con comodidad, comenzar a leer el cuento con alegría y entusiasmo para así atraer la atención del niño, así como ayudar a que comprenda la historia, y capte el mensaje. Si el niño/a pide que se vuelva a leer alguna parte del relato, conviene repetirlo con la misma emoción de la primera vez. En niños pequeños es importante repetir varias veces los diferentes hechos de la historia utilizando las mismas palabras para que de ese modo logren entender lo que se está leyendo. También es importante que vea las ilustraciones para que pueda tener una imagen de lo relatado.
En el transcurso de la lectura observar las reacciones y movimientos del niño/a y si es necesario hacer pausas para darle un espacio a preguntas que él/ella quiera hacer de lo que no entiende de la historia o bien comentarios de lo que si va entendiendo. Cuando el niño/a esté cansado/a no hay que obligarlo a continuar ya que si no dejará de ser una actividad agradable para él/ella.
Una buena manera de saber qué fue lo que entendió del cuento y recuerda es pedirle, al otro día, que te cuente la historia, te nombre los personajes o los dibuje.
A veces, lo que los chicos quieren escuchar es un cuento inventado por ti. Siempre es bueno que los adultos recurran a su imaginación y que cuenten uno de vez en cuando. Otra cosa que pueden hacer es intentar recordar los cuentos que les contaron a ustedes mismos cuando eran pequeños. ¡Van a adorar conocer esas historias!
Cuentos para cada edad
A los dos años los cuentos deben tener fundamentalmente ilustraciones coloridas y con relatos cortos. A los tres años es bueno optar por cuentos con historias sencillas y claras en cuanto a la idea y lenguaje empleado. La acciones debe ser lineales y no demasiado largas o con muchos personajes debido a que la capacidad de atención aún no está del todo desarrollada. A los cuatro años los cuentos más apropiados son los que intervienen personajes fantásticos, objetos extraños que hablan y se mueven, países o ciudades encantadas.
A la edad de cinco años es recomendable utilizar historias que involucran personajes y situaciones más reales. Por lo general con protagonistas niños como ellos para poder identificarse. Esta etapa es una buena oportunidad para introducir historias que contengan valores morales gracias a la identificación que hacen con los personajes. A partir de los ocho años es bueno que se les lea libros o cuentos de aventura y detectives ya que son útiles para trabajar los ciertos valores: empatía, solidaridad, amor, respeto. Los niños con doce años gustan de narraciones que incluyan lo misterioso y desconocido. Es recomendable novelas realistas que tratan temas como: el primer amor, los conflictos personales, realidades de su entorno social. Si bien a esa edad ya leen solos, pueden charlar con sus hijos acerca de qué es lo que más los atrapó de determinada historia, si ellos hubieran actuado igual que el personaje, etc.
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