Cuando al bebé no le gusta que lo abracen o que lo miren a los ojos, cuando no responde al cariño o al ser tocado, los padres tienen razón para preocuparse. Esta falta de receptividad puede estar acompañada de una incapacidad para comunicarse con otros y de establecer relaciones sociales en cualquier situación.
Muchos niños autistas no demuestran preferencia por sus padres frente a otros adultos y no pueden desarrollar un sentimiento de amistad hacia otros niños. Las destrezas del lenguaje, así como las expresiones faciales y los gestos, no son usados de manera comunicativa. Cuando un niño presenta estos síntomas, los psiquiatras infantiles pueden considerar el diagnóstico de "autismo infantil".
El niño autista no se relaciona de manera normal con los objetos. Puede responder de manera extrema y fuera de lo corriente hacia cualquier objeto, sea evitándolo por completo u obsesionándose por él. Por ejemplo, si alguien mueve su cama de un lado de la habitación al otro, el niño autista puede ponerse a gritar histéricamente. Si un objeto se mueve, tal como un ventilador, el niño se siente fascinado. Por último, también puede tenerle un gran apego a objetos extraños, tales como un papel, una gomita elástica o una piedra.
Otra característica del autismo es la tendencia a llevar a cabo actividades poco significativas de manera repetitiva. El niño autista puede dar vueltas como un trompo o llevar a cabo movimientos rítmicos con su cuerpo tal como aletear con sus brazos. Los autistas con alto nivel funcional pueden repetir los anuncios de la televisión o llevar a cabo rituales complejos al irse a dormir.
Los padres que sospechan que su niño puede ser autista, deben consultar con su médico de familia o pediatra para que los dirija a un psiquiatra infantil, quien puede diagnosticar con certeza el autismo, su nivel de severidad y determinar las medidas educacionales apropiadas. El autismo es una enfermedad y los niños autistas puede tener una incapacidad seria para toda la vida. Sin embargo, con el tratamiento y adiestramiento adecuado, algunos niños autistas pueden desarrollar ciertos aspectos de independencia en sus vidas. Los padres deben alentar a sus niños autistas para que desarrollen esas destrezas que refuerzan sus puntos fuertes de manera que se sientan bien consigo mismos.
El psiquiatra infantil, además de tratar al niño, puede ayudar a la familia a resolver el estrés que conlleva la relación con un hijo o hermano autista; por ejemplo, puede ayudar a los hermanitos, que se sienten ignorados por el cuidado que requiere el niño autista, o que se sienten abochornados si traen a sus amigos a casa. El psiquiatra infantil puede ayudar a los padres a resolver los problemas emocionales que surgen como resultado de vivir con un niño autista y orientarlos de manera que puedan crear un ambiente favorable para el desarrollo y la educación del niño.