Material elaborado por el Area de Educación Poblacional de la Comisión Honoraria de lucha contra el cáncer. Una creencia popular, que viene desde hace muchos años nos dice que el sol es fundamental para la salud de los niños, y que aquellos que tienen la piel bien bronceada, son los más saludables.

Esta creencia es errónea ya que está científicamente comprobado que la exposición al sol sin ninguna protección es extremadamente peligrosa, principalmente para los niños más pequeños. La piel bronceada es sinónimo de piel dañada. El daño cutáneo causado por el sol, que se evidencia en la edad adulta, es decir las arrugas, las manchas seniles, el acartonamiento y el fotoenvejecimiento, se deben en gran medida a la exposición al sol durante la infancia y la adolescencia.

Importante: Es importante recordar que para la síntesis de la vitamina D, una vitamina fundamental para la absorción del calcio en el intestino y la prevención del raquitismo, alcanza con la exposición de un niño al sol durante 5 a 10 minutos, y esta exposición debe realizarse durante los horarios recomendables (antes de las 11 horas y después de las 16 horas). Para que un niño disfrute saludablemente de la vida al aire libre debe tenerse en cuenta fundamentalmente, el horario y luego al igual que todas las personas utilizar un correcto protector solar, sombrero y ropa adecuada. Dado lo delicada que es la piel de los niños es conveniente que los pediatras sean quienes indiquen el tipo de protector a utilizar. Es conveniente además que los niños menores de 6 meses disfruten de pasar al aire libre en los horarios recomendados, pero evitando exponerlos directamente al sol. Durante todo el año y especialmente en verano es importante que los padres consulten con el pediatra sobre la ingesta de agua, jugos y frutas pues estos son elementos fundamentales para mantener los niños adecuadamente hidratados. Debemos tener en cuenta que la salud de la piel depende, en gran medida de su cuidado desde la niñez.

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