Es una convulsión que se presenta en la infancia, habitualmente entre los 3 meses y 5 años, asociada a fiebre, sin evidencia de enfermedad infecciosa aguda (meningitis) ni de otra causa definida en un niño no epiléptico.

Una convulsión febril puede ser muy aterradora para cualquier padre de familia o cuidador. Sin embargo, la mayoría de las veces, no causan ningún daño y no quieren decir que el niño tenga un problema de salud prolongado y serio.

Síntomas:

Una convulsión febril puede ser tan leve que simplemente se le volteen los ojos al niño o se le ponen rígidas las extremidades. Una convulsión febril simple se detiene por sí sola en cuestión de unos segundos hasta 10 minutos, generalmente seguidos de un período corto de somnolencia o confusión.

Las convulsiones febriles pueden empezar con una tensión (contracción) repentina de los músculos en ambos lados del cuerpo del niño. El niño puede llorar o gemir. La contracción muscular puede durar algunos segundos o más. El niño caerá si está de pie y es posible que se orine. El niño puede vomitar. Algunas veces, los niños no respiran y pueden empezar a tornarse azul. El cuerpo del niño puede empezar a sacudirse rítmicamente y no responderá a la voz de los padres.

Una convulsión que dure más de 15 minutos, suceda sólo en una parte del cuerpo o se repita durante la misma enfermedad no es una convulsión febril simple.

Causas:

Las convulsiones febriles ocurren con mayor frecuencia en niños por lo demás sanos entre las edades de 6 meses a 2 años.  Los niños pequeños son los más comúnmente afectados.

La mayoría de las convulsiones febriles simples ocurren en las primeras 24 horas de una enfermedad y no necesariamente cuando la fiebre está en su punto más alto. Las infecciones del oído o cualquier resfriado o enfermedad viral pueden desencadenar una convulsión febril.

Tratamiento:

Durante la convulsión, deje al niño en el piso. Se puede poner una cobija debajo del niño si el piso es duro. Muévalo sólo si está en un lugar peligroso. Quite los objetos que puedan lesionarlo. Afloje cualquier prenda de vestir que le quede ajustada, especialmente alrededor del cuello. Si es posible, abra o retire la ropa de la cintura para arriba. Si el niño vomita o si se le acumula saliva o mucosidad en la boca, coloque la cara hacia lateralizada. Esto es importante también si al parecer la lengua está obstaculizando la respiración.

NO intente meterle nada en la boca a la fuerza para impedir que se muerda la lengua, ya que esto aumenta el riesgo de lesiones. Tampoco intente refrenar al niño ni detener los movimientos de la convulsión.

Después de que termine la convulsión y el niño esté despierto, suministre una dosis normal de ibuprofeno o paracetamol. No administre aspirina ni aspirineta

Después de la convulsión, el paso más importante es identificar la causa de la fiebre.

La meningitis causa menos del 0,1% de las convulsiones febriles. Siempre se debe tener en cuenta, especialmente en niños menores de 1 año o los que todavía lucen enfermos cuando la fiebre baja.

Los niños deben ser vistos por un médico tan pronto como sea posible después de su primera convulsión febril.

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