La invaginación intestinal o también llamada intususcepción intestinal es una enfermedad que se produce como consecuencia de un repliegue de una parte del intestino sobre sí mismo, provocando de esta manera una obstrucción o semiobstrucción a ese nivel.
La mayoría de los casos se ubica en el inicio del colon (intestino grueso). Aparece por lo general en niños menores de 1 año de edad.
Síntomas:
Tiene un inicio brusco, con dolor abdominal muy intenso provocando los siguientes síntomas en el bebé: Llanto importante en el bebé. No se calma fácilmente y por el contrario va en aumento. Flexión de piernas (el bebé flexiona sus piernitas para disminuir su dolor). Vómitos y diarrea, a veces hemorragia digestiva con materias de aspecto característico como “jalea de grosella”. Parálisis intestinal. En los casos de obstrucción intestinal no hay eliminación de gases ni de materia fecal.
Causas:
La mayoría de las veces no llega a conocerse la causa que lo provoca, pero en algunos casos es provocada por anomalías a nivel de la pared intestinal como quistes, pólipos, divertículos o hematomas (muchas veces asociado con el síndrome urémico hemolítico).
A veces, la invaginación intestinal ocurre poco después de un episodio de gastroenteritis (a veces denominada gripe intestinal o estomacal). Las infecciones gastrointestinales pueden provocar la inflamación del tejido linfático que recubre el interior del tubo digestivo y cuya función consiste en luchar contra las infecciones; esta inflamación puede favorecer el desplazamiento de una porción de intestino en el interior de otra. Las invaginaciones intestinales son más frecuentes en torno a la edad en que se introducen los sólidos en la dieta de los lactantes.
Puesto que hay más casos de invaginación intestinal en primavera y otoño, esto parece indicar una posible relación entre la invaginación intestinal y las infecciones vírales que suelen contraer los niños durante estas estaciones, incluyendo las que afectan a las vías respiratorias superiores.
Tratamiento:
En casi un 60% de los casos el mismo estudio radiológico que hace el diagnóstico, soluciona la enfermedad desinvaginando el intestino, sólo con el aumento de la presión dentro del intestino debido a la sustancia de contraste. De no solucionarse el problema con la enema de bario, el tratamiento es quirúrgico. Siempre debe permanecer internado en observación por lo menos por 48 horas. En caso de tratamiento quirúrgico, el alta se realiza una vez que el bebé normalice el tránsito de sus intestinos y se descarten complicaciones infecciosas.
En esta enfermedad es muy importante una consulta precoz ante la aparición de los síntomas. Cuanto antes se realice la consulta mayores son las probabilidades de no ser necesaria la intervención quirúrgica.
Imagen: Morguefile.com