En la primera infancia, los padres suelen preocuparse cuando consideran que sus hijos no comen lo suficiente. En algún momento de la niñez o la pubertad, esta sensación se transforma: se inquietan porque comen demasiado. ¿Cuál es el punto de equilibrio?
Hay frases reiteradas en el lenguaje de los padres con hijos pequeños a la hora de comer como “terminá todo el plato”, “probá antes de decir que no”. Y más adelante aparecen frases nuevas como ¿qué comiste al salir del cine?, ¿otra vez hamburguesas? En realidad, todo es una continuación, el camino de la buena alimentación comienza desde la lactancia. Es sabido que cuando la mamá come de forma variada mientras está amamantando a su bebé, le enseña a éste a disfrutar de diferentes sabores. Cuando el bebé empieza a comer lo ideal es exponerlo a diferentes texturas, gustos y colores desde el primer momento. Hay una etapa, entre los 2 y los 5 años en que los pequeños empiezan a seleccionar. Pero a pesar de las negativas, hay que seguir exponiéndolos a esa variedad. Es importante no darle la opción de que cada vez que no quieren algo o no les gusta, se les prepare inmediatamente otra cosa. La pregunta habitual ¿Qué queres comer? No es adecuada para un niño ni para un adolescente. Cada mamá, cada papá, trasmite a través de la alimentación lo que considera beneficiará al hijo o hija. Si un pequeño no termina su plato, no pasa nada. Dramáticas son las escenas de esas tales como “no te levantas de la mesa hasta que no termines todo”. Si no quiere comer más, pues tendrá más apetito para la comida que sigue. Para tranquilidad de los padres está demostrado que un chico que tiene alimento disponible no se desnutre aunque a veces se quede sin comer.
El esquema corporal
Los fantasmas de la obesidad y de los desórdenes alimentarios sobrevuelan las mentes de padres y madres. El esquema corporal de los chicos varía de año en año, y no siempre les queda claro si están ante una señal de alarma o ante cambios naturales en el comportamiento alimentario y en el esquema corporal de un chico en crecimiento. Es importante aclarar que hay etapas en el desarrollo de los chicos en que se ponen más rellenitos, entre los 5 y 6 años. Después hay un cambio importante en el período prepuberal, tanto las nenas como los varones acumulan un poco más de grasa en la zona de la panza y, entonces chicos que no tenían pancita pueden tenerla. Luego cuando las nenas se acercan a su primera menstruación, también juntan un poco más de tejido graso. Es importante que los papás conozcan los datos del desarrollo. A partir de esto, aprovechar estos períodos para reordenar la alimentación y evitar que los chicos sigan engordando. Es un buen momento para cuidarlos, porque, si aumentan mucho de peso durante la pubertad, tendrán mayor tendencia a ser adultos gordos.
Es nocivo hacerles comentarios como “estás más flaco, tenés menos panza”. Tanto si son positivos como si son negativos, los chicos los perciben como una aprobación o desaprobación del modo en que están creciendo. Tampoco es bueno mostrar modelos o estereotipos deseables y plantear comparaciones: “Tenés que ser como tal” o “sos igual a tu tía, o a tu primo”. Estas frases condicionan y es necesario evitarlas. La mejor manera de hablarles sobre su cuerpo es diciéndoles por ejemplo, así como hay gente alta y baja, rubia y morocha, la gente tiene cuerpos de distintas formas, y no tiene sentido comparar un cuerpo con otro: todos somos diferentes. Tampoco aquella obsesión que suelen tener algunas madres con sus hijos preadolescentes un poco rellenitos, ponerlos a dieta, ni tampoco obsesionarse por lo que pueda suceder. Para tranquilidad de los padres, los desórdenes de la alimentación como la anorexia o la bulimia, no son simples problemas de alimentación, sino que coexisten varios factores, psicológicos, familiares, alteraciones graves de la manera de comer y una construcción conflictiva de la imagen corporal, que no se dan en todos los chicos que comen poco o mucho.
La anorexia y la bulimia
La anorexia es el conjunto de signos y síntomas causados por distintos mecanismos psicopatológicos. La característica principal es el rechazo de la comida. A veces la disminución de peso es tan drástica que puede verse comprometida la vida del joven. En algunos casos, el adolescente decide adelgazar aun teniendo el peso normal La bulimia se caracteriza por la ingesta desorganizada con típicos “atracones” seguidos de vómitos. La anorexia y la bulimia han adquirido en los últimos tiempos dimensiones alarmantes. Generalmente afecta a mujeres jóvenes en los años siguientes a la pubertad entre los 13 y los 20 años, pero cada vez es más frecuente también en varones jóvenes. Es bastante común el uso de purgas, el exceso de la actividad física y los vómitos a repetición, que al cabo de un tiempo surgen en forma espontánea. Todo este cuadro conduce a una disminución extrema de la grasa corporal. También suele aparecer alteraciones en la menstruación y estreñimiento crónico con el consiguiente abuso de laxantes. Otro síntoma fundamental que se presenta en los casos de anorexia es la perturbación o distorsión de la imagen real. Muchos adolescentes se consideran gordos a pesar de no serlo o de estar extremadamente delgados. Los afectados tienen fobia a engordar.
La vigorexia
Además de aumentar la anorexia en los varones, lo que ha aparecido ahora también es un culto al desarrollo de la musculatura, generando tanto en chicos como en chicas el ejercicio realizado en forma excesiva. Tienen una baja autoestima por lo que su imagen corporal está distorsionada, se sienten poco atractivos y con poco poder de seducción. Piensan que a través de un cuerpo excesivamente trabajado lograrán lo que psicológicamente necesitan, que va más allá de atraer a otros, sino de aceptarse en realidad a sí mismos. Este es otro aspecto al que debe prestarse atención para ayudarlos a afirmar su autoestima, no sólo a través de un cambio corporal.