En este artículo se trata desde un punto de vista psicoanalítico el tema de criar hijos múltiples.
En este artículo se trata desde un punto de vista psicoanalítico el tema de criar hijos múltiples.
Apoyados en la investigación clínica de doce casos de gemelos y mellizos, los autores proponen la necesidad de aclarar Ia confusión que surge a partir de la tendencia a generalizar la idea de que la gemelaridad implica una dificultad en el desarrollo de la personalidad de estos individuos. Tal postura lleva a suponer, a priori, una simbiosis entre los hermanos. Crea la necesidad de un aborde clínico especial, orientado a crear y favorecer la discriminación. Nosotros creemos que tal postura se debe reservar a aquellos casos en que el desarrollo ha sido patológico. Desde la clínica, postulamos que los gemelos y mellizos, a partir de sus nacimientos (trauma del nacimiento), ya poseen posibilidad de desarrollo de personalidades propias. Lo que nos permite simplificar eI abordaje clínico, ya que éste no supone modificaciones a lo ya co-nocido y aplicado aI individuo en general.
La personalidad de los gemelos se desarrolla individualmente
Muchas de las hipótesis que vamos a presentar en este primer trabajo han surgido de nuestras necesidades de encontrar solución a ciertas dificultades de interpretación, que se han presentado una y otra vez a lo largo de las terapias de gemelos y mellizos y de la de uno de los autores.
Una de las dificultades que consideramos más importante hasSido la forma en que habitualmente se tratan las asociaciones del paciente gemelo o mellizo en la sesión psicoanalítica. Cuando ellas se refieren al hermano gemelo o mellizo, en general se lo trata como a otra persona con la cual el paciente mantiene una simbiosis (los tratan como sí fueran siameses). En estos casos, la interpretación se orienta en el sentido de que el individuo pueda discriminarse e individualizarse, pues se supone que él se encuentra indiscriminado de su hermano. A nosotros tal situación se nos ha presentado muy pocas veces en el transcurso de un proceso terapéutico de pacientes gemelos y mellizos, y representa siempre un aspecto patológico. En nuestra investigación hemos podido comprobar que es mucho más operativo tratar de indagar qué aspecto transferencial del paciente, en este momento, está representado en su hermano, tratándolo así de la misma manera con que trataríamos a otro hermano o familiar del paciente.
En quince años de investigación, hemos encontrado que los pacientes gemelos y mellizos, al no ser entendidos en sus necesidades de comprensión en forma adecuada y reiterada, con frecuencia son llevados, en sus terapias, a la aparición de puntos ciegos, que, como todos sabemos, son de los que se valen las resistencias al tratamiento, entre otras cosas, poniendo en riesgo el buen progreso de estas terapias.
Con anterioridad, algunos de nuestros pacientes tuvieron terapias cortas con otros terapeutas. Éstas fueron interrumpidas por este mismo motivo. Los pacientes se sentían incómodos, confusos y frustrados, frente a la insistencia del terapeuta en señalar la indiscriminación.
Nos llevó algún tiempo poder comprender el significado del sentimiento de frustración, que se nos producía cuando nos poníamos a leer cuanto trabajo encontrábamos sobre el tema de los gemelos y mellizos. Nos resultaban algo confusos e incompletos, no los podíamos ver reflejados en la clínica, no nos ayudaban a la comprensión de las transferencias y contratransferencias individuales de estos pacientes.
Inicialmente en forma intuitiva y apoyados en el análisis de uno de nosotros, tratábamos de interpretar a los pacientes gemelos o mellizos, en forma individual, sin incluir a su hermano, como forma de trato habitual. Cuando lo hacíamos de esta forma, con frecuencia se presentaba en la sesión un fenómeno inquietante: tanto la transferencia como la contratransferencia eran de un profundo enojo e incomprensión. En la mayoría de las veces, desencadenaban protestas cuyo significado latente era que el analista se encontraba embrollado y confundido y por eso no podía ver que se trataba de aspectos del paciente, ya que no podía ver con claridad las diferencias que distinguían a los mellizos o gemelos.
Un ejemplo de este tipo de situación es el relato de una anécdota ocurrida con uno de nuestros pacientes, que aconteció en un pequeño viaje, de fin de semana, que realizó al interior de la provincia de Buenos Aires. Al regresar de este viaje, en su sesión del día lunes, el paciente relató lo siguiente:
“A la noche, desde el hotel, llamé por teléfono a mis padres para darles noticias mías, era ya tarde. El que me atendió fue mi padre, lo había despertado. Durante toda nuestra conversación, tanto mi padre como mi madre me trataron por el nombre de mi hermano gemelo, que vive en el exterior y también acostumbra llamarlos por teléfono. Esta equivocación de mis padres me pareció muy graciosa. Cuándo les vea los voy a cargar pero ahora que le cuento no me hace tanta gracia como antes, ¿por qué será?”
En esa misma sesión, una vez terminado el relato del viaje, hace un largo silencio y enseguida cuenta un sueño (pesadilla) que tuvo en esa misma noche. Relata lo que sigue:
“Me encontraba caminando por la calle Santa Fe, entró en un negocio de ropas, y distraídamente me pongo a mirar la vidriera, veo que los precios de la ropa expuesta son muy altos, yo diría que el doble de lo normal, no me gusta nada, pero cuando me estoy preparando para salir del negocio veo a mi hermano que me mira con preocupación. Me adelanto a saludarlo y sin darme cuenta golpeo la cara en un espejo; en ese momento me doy cuenta de que no es mi hermano lo que había visto, y sí la imagen mía reflejada en el espejo. No Me acuerdo de nada más, porque desperté preocupado y si bien era muy temprano no pude dormir más”.
En esta sesión pudimos ver, por sus asociaciones, que el llamado nocturno a sus padres había resultado intensamente traumático para el paciente, y que lo vivido como gracioso fue, en realidad, un intento inconsciente; de elaboración maníaca de la intensa y asustadora angustia originada por la confusión de sus padres al tratarlo por el nombre de su gemelo.
Durante esta sesión, el paciente se dedicó a describir con gran lujo de detalles los distintos rasgos que lo distinguen de su gemelo, hablando sin parar en un clima de gran angustia y ansiedad. Volvía a reiterar su descripción, una y otra vez, como si estuviera hablando a un desconocido, como si el analista, como sus padres, se hubiera olvidado de sus características. El paciente señalaba su temor de que el analista también se confundiera, como lo habían hecho sus padres, cuando el terapeuta pudo intervenir mostrándole lo angustioso de la situación que había vivido, y que la revivía con el analista en la transferencia.
La angustia provenía de la amenaza inconsciente de hacerlo desaparecer (castrarlo, matarlo, aniquilarlo, etcétera) ya que esa noche, cuando sus padres lo confundieron con su hermano, confirmaban de manera inconsciente que él había dejado de existir reeditando, en él, una antigua fantasía infantil de que sus padres habían deseado un sólo hijo y que su nacimiento había representado un gasto extra para ellos, como surge en el contenido manifiesto del sueño (“veo que los precios de la ropa expuesta son muy altos, yo diría que el doble”), en una clara alusión al embarazo gemelar donde la ropa expuesta en la vidriera representa la panza de su madre embarazada de gemelos. Las ropas en los sueños, según el Dr. Ángel Garma, simbolizan las membranas fetales.
Su relato ansioso y reiterativo representaba un intento inconsciente de evitar que el analista le hablara. Esto sería como en el diálogo telefónico, ya que de esta forma el analista le podría confirmar tan terrible fantasía, que en el contenido manifiesto del sujeto aparece como: “Me adelanto a saludarlo y sin darme cuenta golpeo la cara en un espejo; en este momento me doy cuenta de que no es mi hermano lo que había visto, y sí la imagen mía reflejada en este espejo”.
Por sus asociaciones, pudimos entender que se trataba de su temor infantil, representado por las dos imágenes, una real y otra especular de un mismo individuo; ya no hay gemelos, hay uno solo, el otro desaparece como en la conversación telefónica con sus padres. Este otro es él, ya que en su fantasía inconsciente sus padres no lo habían deseado.
En la medida en que pudimos interpretar estos contenidos traumáticos, el paciente se tranquilizó, y sus posteriores asociaciones nos mostraron que lo interpretado había resultado correcto y operante.
En el caso de este paciente y en el de uno de nosotros, se puede ver con claridad que a un gemelo le resulta molesto y angustiante el hecho de que desde el otro no sea identificado adecuadamente, principalmente tratándose de personas con las cuales posee un vínculo afectivo importante, como pueden ser los padres, hermanos, pareja, hijos, amigos, analista, etcétera. Cuando les sucede en algunas ocasiones, que desde estos objetos con importante significado afectivo para el sujeto, se produce la confusión de no reconocerlo de manera adecuada, es comprensible que en el gemelo se produzca angustia, enojo y fastidio; como suele pasar con cualquier persona, más o menos normal. Les resulta siniestro vivir circunstancias similares a éstas.
Lo que a nosotros nos demuestra lo incorrecto de las generalizaciones de posturas teóricas que se basan en la idea de que los gemelos, en general, desarrollan personalidades compartidas o simbióticas, teorías que son perfectamente válidas para explicar fenómenos psicóticos, pero que, a nuestro modo de ver, no lo son para esclarecer la normalidad o la neurosis en los gemelos y mellizos. Tales posturas no permiten un adecuado desarrollo del proceso terapéutico, representando uno de los motivos de su interrupción.
El gemelo o mellizo se somete masoquistamente a su superyó y se sujeta a una realidad frustradora y persecutória. El hecho de no diferenciarse adecuadamente de su hermano dista mucho de ser una realidad gratificante para el individuo. Cuando se presenta de esta forma es porque el individuo se encuentra en una situación francamente perjudicial para su integridad yoica.
Reconocemos que lo explicado hasta este momento, referido a los gemelos y mellizos, resulta conocido, ya que en general es válido para la mayoría de las personas. Indistintamente de ser gemelo o mellizo, las reacciones frente a situaciones como las que antes hemos mencionado son casi idénticas.
Otro importante factor que distingue a los gemelos y mellizos es el trauma del nacimiento. Situación que, sin duda, es uno de los factores que han de asegurar la diferencia. En esta situación cada uno de los gemelos o mellizos ha de vivir en forma individual el alumbramiento; de esta forma ha de quedar inscrito en cada uno de ellos el cambio más transcendental que deberá experimentar el ser humano en toda su vida. El trauma del nacimiento implica una verdadera transformación radical en la vida psíquica del feto.
Instala la represión primaria, es decir se cierra la comunicación amplia existente entre el yo fetal y el ello; el yo se escinde, pues una parte quedará relacionada con el mundo interno, mientras que la otra debe buscar una nueva forma de conexión con el objeto externo real, único capaz de procurar alivio a sus tensiones instintivas incrementadas; comienza el lento pasaje de la relación exclusiva con los objetos internos bidimensionales a la relación con los objetos externos tetradimensionales.
Jamil Abuchaem resume cómo este pasaje se lleva a cabo:
“De acuerdo con la teoría de las relaciones de objetos, se ponen en marcha los mecanismos proyectivos e introyectivos, lo que equivale a aceptar que, desde el nacimiento, se dispone de un yo suficientemente realizador pues es capaz de utilizar mecanismos de defensa y luchar por su adecuación a la realidad externa”.
En algunas ocasiones se presentaban situaciones, en el transcurso del desarrollo de estas terapias, referidas al trauma del nacimiento, oportunidades en que nosotros hemos evaluado y comparado las distintas similitudes y diferencias encontradas en estas situaciones vividas en común por ellos, principalmente las relacionadas con el deporte náutico, que comparten desde sus años infantiles y en el cual tienen mucho éxito.
Al acercarse la temporada de verano, los hermanos deciden poner a punto su barco, ya que en el período de vacaciones piensan utilizarlo con frecuencia. La náutica suele ser su principal actividad deportiva en este período.
Hay que pintar el casco del barco; la realización de esta tarea genera una gran discusión entre ellos. A Marcelo le urge realizarla, pero Miguel, en este momento, tiene otras prioridades que no le permiten ocuparse en forma inmediata como lo desea su hermano. Marcelo, en su terapia, se muestra muy enojado con Miguel, Se siente traicionado, no puede entender los argumentos que le presenta el hermano. Miguel está desconcertado y angustiado por el enojo de su hermano; lo vive como una gran amenaza.
Sorprendentemente, en esta ocasión ambos analistas interpretamos de manera coincidente este episodio de enfrentamiento. Mostramos que, a pesar de que ambos comparten su amor por la náutica, no la viven de la misma forma, porque son dos personas muy distintas y se encuentran en diferentes momentos de su evolución. Como resultado de este señalamiento los hermanos se pudieron tranquilizar y reconciliar.
Unos días mas tarde, son invitados por un amigo a participar en una importante regata. El amigo desea estrenar un nuevo velero que adquirió hace poco tiempo. Su entusiasmo logra contagiar a Miguel y Marcelo, que aceptan la invitación a pesar de que les tomará toda una semana. En los primeros días de regata el barco sufre una serie de contratiempos, todo el sofisticado instrumental de navegación queda averiado, se enferman algunos de los tripulantes, y a pesar de que las condiciones para navegar no son las mejores, los hermanos hábilmente logran liderar la competencia. En el cuarto día de competición, por la noche, se encuentran en una peligrosa y difícil situación, tienen que decidir en qué forma cruzar un canal muy traicionero. Marcelo y Miguel, al regresar hacen en sus terapias un relato muy parecido de este episodio.
Marcelo hace el siguiente relato:
“…tenemos que cruzar un canal, el canal mide unos novecientos metros, el cruce es peligroso, podemos estrellarnos en las rocas. El satelital está averiado, tenemos que resolver si perdemos la punta de la regata o si arriesgamos la nave y la tripulación, tratando de pasarlo rápidamente. Tomo la decisión de ir sondeando, de cruzar con prudencia, a pesar de que fue, para nosotros, una desventaja momentánea, pues perdimos posiciones en la regata. El cruce nos tomó a Miguel y a mí toda la noche, él sondeaba y yo timoneaba, los demás dormían. En algunos momentos, Miguel o yo nos poníamos a dudar si deberíamos o no hacer alguna arriesgada maniobra. No nos daba miedo, porque uno de nosotros siempre se encontraba más tranquilo y lograba tranquilizar al otro. Así fue como pudimos hacer el cruce sin ningún accidente. Entre los dos pudimos terminar la regata en las primeras posiciones…”.
En este episodio los hermanos recrean el trauma del nacimiento, el cruce del estrecho canal representó el alumbramiento (trauma infantil), los novecientos metros aluden a los nueve meses del embarazo. La proximidad del verano era vivida por ellos en forma ambivalente, ya que en esta época ocurre la interrupción de sus respectivas terapias, y en este período tienen que valerse por si mismos, navegar solos, los demás duermen (situación traumática actual, representando a los analistas que no participan) como en la situación de alumbramiento, en que cada uno de ellos se encontraba solo. En la semana anterior a la regata, se habían peleado por no ponerse de acuerdo en cuanto a la pintura del casco del barco situación en que cada uno de ellos tenía distinta prioridad, como en el momento de sus nacimientos.
Nuestra interpretación de que ambos son distintos, que resultó correcta y tranquilizadora, presente en el relato cuando Marcelo se refiere a que: “uno de nosotros siempre se encontraba más tranquilo y lograba tranquilizar al otro”, que les posibilitó terminar la regata en forma exitosa, así como lo fue en sus nacimientos, situación en que en forma alternada, fueron sometidos a poderosas exigencias.
Además la alegría expresada por este resultado feliz en la competencia se relaciona con el buen desarrollo infantil posibilitado por las actitudes cariñosas de sus padres, que desde siempre se han mostrado orgullosos de los mellizos.
Conclusiones
En esta investigación nos hemos ocupado, entre otras cosas, de buscar por qué razón los gemelos y mellizos, principalmente los gemelos idénticos, desarrollan personalidades diferentes e independientes entre sí. Pareciera lógico pensar que tanto la coincidencia genética, en los gemelos idénticos, como las experiencias intrauterinas y simultaneidad de las vivencias infantiles, en los gemelos en general (así como la influencia del ambiente, los padres, los hermanos, familiares y otros), llevara a que sus personalidades adquiriesen las mismas características. Sin embargo no es lo que hemos encontrado en la clínica. Desde ella se puede ver que tal situación no se da. La gran influencia de tantas situaciones que parecieran apuntar a una coincidencia, en algún momento se ve neutralizada de forma permanente por vivencias muy superiores, posibilitando al individuo un devenir propio e independiente. Al revisar el material de sesiones de estos pacientes hemos encontrado un número significativo de evidencias, que apuntan al trauma del nacimiento como el responsable de tal cambio. El trauma del nacimiento implica una verdadera transformación radical en la vida psíquica del feto, y en el caso de los gemelos y mellizos posibilita su diferenciación.
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Publicado en revista de psicoanálisis: ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA, 1991 (tomo XLVIII, nº 5/6s).