Aumentan los divorcios y las familias ensambladas aparecen con frecuencia. Nos referimos a familias formadas por hijos de matrimonios anteriores de los miembros de una pareja.

De hecho, la presencia de hijos, suele ser una de las razones que con más frecuencia retrasa la convivencia de la nueva pareja. En general los hijos tienden a tener la fantasía de que sus padres van a volver a estar juntos en algún momento y esa persona, que ahora entra en la vida de su papá o mamá, puede ser vista como un obstáculo para el cumplimiento de dicho deseo. En otros casos, los niños todavía están procesando la separación y no quieren saber nada con una nueva presencia en sus vidas.

Cuando los adultos , llevados por el enamoramiento, apuran este proceso puede resultar dificultosa la integración de todos como una nueva familia. En general, lo mejor es que sus hijos hayan tenido tiempo de aceptar la separación, hacer el duelo, despejar dudas, aceptar que sus padres pueden estar mejor separados que juntos, y que ellos van a seguir siendo sus hijos siempre. Nadie les va a robar su cariño. Cuando lo logran, pueden estar mejor preparados para la llegada de otra persona a la vida de su progenitor.

¿Quién es “él” (o ella)?

Algunos chicos también tienen la fantasía de que ahora papá o mamá va a tener más tiempo para estar con ellos, y cuando aparece un tercero, se sienten decepcionados. Cuando son un poco más grandes también pueden aparecer celos ante la posible llegada de un nuevo hermanito que les saque protagonismo o atención. Por supuesto, no siempre esta nueva situación se da pudiendo respetar estos tiempos, y a veces surgen conflictos que se tornan difíciles de manejar para todos. Esta nueva persona que está ahora en la vida de su papá o mamá puede ser vista como alguien que le saca atención y cariño, sobre todo si la separación no fue en buenos términos y el niño escucha mensajes negativos de uno hacia el otro.

Lo más importante es que ambos padres traten de colaborar en esta situación y priorizar el bienestar de sus hijos , sobre todo por encima de cualquier rencor que pueda existir entre ellos. Tratar de pensar que es la única forma de que el niño sufra menos y termine siendo beneficiado y no perjudicado con este nuevo estilo de vida en familia. Bastante mala prensa tienen en los cuentos infantiles las madrastras y padrastros como para que, además, tengan que escuchar juicios negativos de alguno de sus progenitores.

Reglas claras

En general , las personas adultas son las que tienen que estar claras en estos casos, darle los tiempos a los chicos, saber que al principio pueden tener resistencia hacia la pareja de su papá o mamá. No deben tomarlo como personal , sino que es por el “lugar” que ocupan en la vida de sus padres y por los temores que tienen ellos de perder su atención y cariño. Cuando la nueva pareja tiene la suficiente madurez e inteligencia , tiende a dar esos tiempos sin ningún tipo de presión, y en forma natural, sin exagerar en sentimientos que aún no se tienen como puede ser demostrar un cariño desmedido, que el niño percibe que no es real.
La nueva pareja debe preocuparse por conocer las reglas y rutinas que se manejaban en la familia anterior y tratar de respetarlas, porque es muy duro para los niños que además de acostumbrarse a una nueva persona, deban acostumbrarse de un día para otro a nuevas rutinas.

Los vínculos en la nueva familia

Los vínculos se van construyendo con el tiempo, el cariño también se va ganando. La paciencia es algo de lo que deberán armarse la nueva pareja para poder manejar alguna situación negativa por parte de alguno de los hijos. Y sobre todo la capacidad de diálogo y de resolución de problemas. Es importante que hablen mucho esa nueva pareja sobre cómo van a manejar determinadas situaciones con los niños. Vienen de familias distintas, con costumbres diferentes, que van a tener que negociar, para salir airosos en este nuevo emprendimiento de familia, especialmente cuando hay hijos de un progenitor que convive con ellos y otros que vienen determinados días. Que no haya diferencias entre ellos para que no se generen conflictos.

Es beneficioso que los hijos pasen también algún tiempo solos con sus padres , más allá de las actividades de integración que puedan tener a nivel familiar con la nueva pareja, que suman mucho. Así, ese hijo siente que no perdió su confianza y su espacio con dicho progenitor y que ésta nueva familia puede ser vista como algo que le sume en la vida y no que le reste.

Los celos siempre estarán

Los celos son emociones naturales y frecuentes en todas las personas y más aún en los chicos que todavía no tienen la madurez emocional para procesarlos. Otras veces los celos provienen de la nueva pareja, que cuestiona la cantidad de tiempo que el padre o la madre dedican a sus hijos. Como en todos los temas, hay que conversar y ceder un poco cada una de las partes.
Cuando hay dos “grupos” de hijos, es importante tratar a todos por igual y prestarles la atención que cada uno necesita.

Con una buena dosis de paciencia, generosidad y madurez, los adultos logran salir airosos y conformar esa nueva familia donde todos pueden ser beneficiados y sumar en sus vidas. Las familias ensambladas son una nueva modalidad, que cada vez se ven más y que no deben ser obstáculo para volver a apostar al amor y la vida en familia.

Fragmento de ¿Se puede tener una familia ensamblada feliz? por Laura Cerrutti

“Nuestras familias ensambladas, aunque nos desesperen, son las familias que hemos elegido para el segundo intento.
Y, como dijo el filósofo Kierkegaard, la elección es un acto de libertad; por lo tanto, genera el compromiso de cuidar lo que hemos elegido libremente.
También lo dijo Saint Exupery con las inolvidables palabras que el zorro dirige al principito: “Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que tú has perdido con ella”. (…) “Los hombres han olvidado esta verdad, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.”
Domesticar, para el zorro, es crear lazos. Justo lo que vienes haciendo con tu familia ensamblada: creando lazos con tu nuevo cónyuge, con tus nuevos hijastros. Volviendo especiales a estas personas, que antes de que empezaran a domesticarse mutuamente eran desconocidos a quienes nada importaba uno del otro.
Sí, ya sé. La pregunta es si las familias ensambladas podemos ser felices. Es la pregunta que se repite y repite también de parte de los periodistas, en cada entrevista de radio, de TV, de prensa, a las que me vienen invitando desde que lancé el libro. Ah, ¡si la felicidad se comprara envasada!
Te respondo rápido: sí, es posible construir felicidad en tu familia ensamblada. No será inmediato ni será fácil. Pero con esfuerzo y compromiso, es posible promover lazos de afecto y una convivencia más armoniosa.
El primer secreto es darse tiempo. Dicen las malas lenguas que a las familias ensambladas les lleva entre cuatro y doce años sentirse una verdadera familia. Entonces, lo peor que puedes hacer es exigir amor y felicidad instantáneos.
– ¿Qué hay que hacer? – dijo el principito.
– Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. (…) Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…
Me voy despidiendo. Te dejo algunos pensamientos hasta que volvamos a encontrarnos:
– Esta es ahora tu familia. Tú la has elegido, eres responsable de su bienestar.
– Tu familia necesita tiempo, paciencia y compromiso. Sé realista y a la vez optimista: la armonía familiar es posible.
– Formúlate a menudo estas dos preguntas: ¿Qué tipo de lazos estoy construyendo? -¿Qué puedo hacer yo para que el proceso de mutuo descubrimiento sea más placentero?”

Cerrutti, Laura: ¿Se puede tener una familia ensamblada feliz?

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