Hablar con nuestros hijos, poner palabras a sus sentimientos y a los nuestros, constituye algo de mucha importancia para su desarrollo.
Desde el embarazo, es muy importante hablar con nuestro bebé, explicarles sobre nuestras emociones, irle contando cosas.
Aunque los niños pequeños todavía no hayan adquirido el lenguaje verbal, esto no quiere decir que no lo comprendan. Hay una psicoanalista francesa, F. Doltó, que decía: “El hombre lo sabe todo desde pequeñito”…”tiene la misma capacidad de comprensión desde el momento en que nace hasta el día de su muerte.”
Cuando son chiquitos, es importante contarles como está planeado su día, ya que ellos necesitan prepararse, anticipar lo que va a suceder, y esto les proporciona cierta seguridad y estabilidad.
Los niños necesitan de la palabra del adulto para ir ordenando su mundo.
Otra cosa importantísima, que es esencial para el niño, es que se le ponga palabras a eso que él sabe, que intuye o presiente. Ellos están más cerca de las emociones, del mundo sensitivo-sensorial, racionalizan e intelectualizan menos que los adultos, son más perceptivos, esto hace que se den cuenta de diversas situaciones de las que muchas veces los adultos no tenemos conocimiento.
Es bastante común que el niño actúe y ponga de manifiesto con determinadas conductas que está percibiendo algo no dicho, a veces no necesariamente porque se le oculte sino porque el adulto lo desconoce. Un ejemplo de esto es cuando la mamá está embarazada, aún no lo sabe y sin embargo su hijo mayor está más mimoso o más llorón, más sensible…
Hablar con los niños es hablar desde el corazón, a ellos no les podemos mentir, es como hablar con nosotros mismos.
Es muy común oír a los padres decir: “no, no le decimos nada porque es chiquito y no entiende nada”. Hay padres que no le comunican a sus hijos que van a hacer o dónde van a ir en el día, mamás que no le cuentan a sus bebés que van a empezar a trabajar y que los van a dejar al cuidado de otra persona, que no le hablan cuando pasa algún suceso triste, etc.
Un niño al que se le cuenta, se le explica, se le da oportunidad de expresarse, no solo lo hace sentir más seguro sino que también mejora su autoestima.
Ellos requieren ser escuchados y merecen que uno los haga participar muchas veces de problemáticas en la que están involucrados, ellos merecen ser respetados como personas. Son tan personas como los adultos y merecen las mismas consideraciones.
Así también se los entrena en el ejercicio importantísimo de la comunicación: de expresar lo que les pasa, y antes de esto, de poder mirarse a sí mismos y tomar conciencia de lo que les pasa como cosa a priori.
Ante problemáticas dolorosas no debemos tener miedo de mostrar el dolor, al niño le hace bien saber el motivo por el que sus papas están tristes y esto les permite adquirir la noción de que sus padres también son vulnerables, que no lo pueden todo, que no son súper héroes.
Las explicaciones deben ser hechas con vocabulario claro y acorde al entendimiento del niño, sin mentiras, ni tergiversaciones. El niño irá entendiendo lo que pueda a medida que vaya creciendo. Es conveniente no apabullarlos ni repetirles las explicaciones, debemos hacerlo solo una vez hasta que ellos vuelvan a tocar el tema.
Existen muchísimos temas o situaciones en la vida en que los papas nos sentimos desorientados, confundidos, desanimados, en estos casos tratar de trasmitirles a ellos lo que nos pasa como podamos, con ellos no podemos actuar ni mentirles. Si el niño percibe, se da cuenta de algo que sus padres niegan o no lo admiten, esto sí podria generarles sentimientos de inseguridad, de confusión.
Para un niño, por ejemplo, saber que su mamá le gritó porque estaba nerviosa por un problema en el trabajo, es muy diferente de no tener idea de por qué su mamá últimamente le está teniendo menos paciencia. Saber disculparse, dar una explicación a nuestros actos, mostrarnos “de carne y hueso”, (a pesar de que en un principio nos parezca lo contrario) los tranquiliza, les enseña que sus papás, al igual que ellos mismos, se pueden equivocar, que tienen sentimientos, que no siempre todo es fácil en la vida, que todos tenemos buenos y malos momentos.
Quizás hoy, más que nunca, el tema de la comunicación en la familia sea algo tan importante de rescatar, se han perdido muchas instancias naturales para el diálogo: las comidas, los juegos, los fines de semana al aire libre, etc. Por diversas circunstancias los niños de hoy pasan muchas horas solos (frente al televisor, frente a la computadora, etc.), o alejados de sus padres (en el colegio, jardín de infantes o diversas instituciones), es por esto pensamos que comunicarse con nuestros niños es algo de sumo valor y que los ayudará en esta difícil tarea que implica crecer en el mundo de hoy.
Creemos que esta temática requiere una seria reflexión por parte de nosotros, los adultos, porque es nuestra responsabilidad y está en juego el futuro de nuestros hijos.