El embarazo suele ser uno de los momentos más felices en la vida de la mujer. Para que éste se viva con plenitud, es fundamental un adecuado control con un obstetra desde el inicio del mismo.

Por qué es importante controlarse

Porque el embarazo es una situación tan especial para nuestro cuerpo, que hace que nuestros motores funcionen a un ritmo mucho más intenso y acelerado que en cualquier otro momento de nuestras vidas. Por ello, está expuesto a algunas complicaciones que debemos conocer para concurrir lo mas rápidamente posible a nuestro médico para un diagnóstico y un tratamiento precoz. De esta forma estaremos disminuyendo nuestros riesgos y los de nuestro bebé. 

Uno de los obreros que trabajan más son nuestros riñones que deben filtrar diariamente un volumen mayor de sangre (1 a 1,5 lts) así como eliminar una mayor carga de productos de deshecho. Por este motivo éste es uno de los órganos que puede presentar más complicaciones.

Las complicaciones más frecuentes donde el riñón participa son las siguientes:

• Durante el primer trimestre: la llamada Toxemia gravídica precoz que es ni más ni menos, la expresión máxima de los "habituales vómitos" de los primeros 3 meses del embarazo (tan frecuentes en un número muy importante de mujeres).

Si estos síntomas iniciales son más intensos que los habituales es porque la complicación se agravó, pudiendo determinar un elevado estado de deshidratación con deterioro de la función renal y de desnutrición en la madre con consecuencias también para el feto.

Por este motivo, en cuanto se perciba un notorio deterioro en la calidad de vida de la embarazada, es importante consultar de inmediato.

• Durante el segundo trimestre: la complicación más conocida por la población en general, la hipertensión vinculada al embarazo. Se define como tal, a la elevación de la PA por encima de 130/80 o al aumento de 30 mm de Hg en la presión màxima o de 15 mm de Hg en la mínima, por encima de los valores que la madre tenía durante el primer trimestre. La hipertensión de embarazo puede: 

– desaparecer luego del parto. 

– continuar luego del mismo, en las madres que luego serán hipertensas. 

– agregarse y agravar la situación como sucede en la preeclampsia, que es la aparición de cifras de presión arterial por encima de las consideradas "normales" en el embarazo, sumado a la presencia de edemas en los miembros inferiores y la aparición en el examen de orina de albúmina.

Debemos señalar que en el embarazo normal es frecuente la presencia de pequeños edemas, sobre todo a nivel de tobillos, así como la presencia de mínimas cantidades de albúmina en la orina (menores a 300 mg/l). Por ello no desesperarse… sólo seguir atentamente los consejos de nuestro obstetra con respecto a la restricción del uso de sal, al aumento de las horas de descanso y el acostarse sobre el lado derecho (disminuyendo la compresión de las arterias renales así como de los urèteres por el útero grávido).

Durante el embarazo la hipertensión arterial también puede ser la expresión de una enfermedad renal preexistente o que se inicia en el embarazo.

• Por último y presente en los 3 trimestres del embarazo: la infección del tracto urinario que puede presentarse como una bacteriùria asintomàtica (gérmenes en la orina sin manifestaciones clínicas) o con los conocidos síntomas de las infecciones bajas (cistitis) o de las altas (pielonefritis).

Como ya dijimos, hay causas que la favorecen como es la compresión del uréter (conducto que conduce la orina desde el riñón hasta la vejiga) por el útero agrandado, la presencia en la orina de glucosa (porque sobrepasó la capacidad de la "fábrica" para reabsorberla), etc.

Es por lo tanto importante el control mensual con cultivos de orina para realizar un diagnóstico y un tratamiento intenso y precoz con antibióticos.

La presencia de bacteriuria (no diagnosticada ni tratada) se relaciona con riesgo de aborto durante el 2do trimestre así como consecuencias vitales para el feto si ésta se produce en los 15 días previos al parto.

Luego de este pequeño acercamiento a aquellas complicaciones que pueden surgir en el embarazo, es fundamental el control mensual con tu ginecólogo con toma de presión arterial, exámen de orina y urocultivo (sobretodo si la madre ha tenido infecciones urinarias previas).

Recuerda: "es más fácil prevenir que curar". 

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