El embarazo es un proceso que moviliza profundamente tanto a nivel físico como emocional, removiendo también aspectos de nuestra propia historia personal. Por este motivo es que es recomendable, cuando decidimos tener un hijo, que estemos en una buena etapa tanto a nivel personal como de pareja.
Claro está que las situaciones ideales no existen y que no siempre los hechos se dan como planificamos. Un embarazo va a actuar diferente en cada caso, no habiendo reglas precisas, sino generalidades o ciertas tendencias.
La llegada de un hijo en una pareja que está en conflicto puede incrementar los problemas, ya que en la mayoría de los casos va a ser un hijo que no fue planificado. Esto puede provocar, muchas veces, que no puedan compartir el embarazo, que la mujer quede haciéndose cargo del bebé sola y que el hombre sienta que afectivamente es algo de lo que no puede hacerse cargo, experimentando frustración, miedo y culpa en ambos miembros de la pareja.
En otros casos en que la pareja está en crisis, el embarazo “distrae” la atención por un tiempo de los problemas entre ellos y hace que ambos se focalicen en el embarazo, volviendo a caer en crisis en la etapa del puerperio en la cual la demanda del bebé vuelve a ponerlos cara a cara con las dificultades de cada uno.
Y es que el cansancio del dormir mal, la tensión de la lactancia, la dedicación exclusiva de la madre al bebé, la salida del padre hacia el trabajo, las exigencias de cada uno en relación al otro y todo lo que esta etapa moviliza a nivel individual y en torno a los ideales que cada uno proyectó al tener un bebé, genera y refuerza las diferencias que pudiesen existir.
Un hijo es una alegría y una responsabilidad muy grande y precisa de una madre y un padre disponibles en todo el sentido del término, que lo puedan sostener y ayudar a crecer física y emocionalmente, permitiéndole ser un ser humano sano y feliz.
Como mencionaba antes, no siempre los hechos se dan como uno planea. Lo importante es poder ser sinceros con nosotros mismos y si se da está situación de quedar embarazados, no siendo lo que esperábamos poder tener la honestidad y valentía de prepararnos de la mejor manera posible, si es que decidimos hacernos cargo, como para poder transitar esta etapa concientemente. Sabiendo que el embarazo es el origen de la salud física y mental de ese individuo y sabiendo que se merece todo nuestro esfuerzo en acompañarlo en sus primeros pasos respetando sus derechos.
Por esto considero que es muy importante la concepción del embarazo como un proceso de pareja en donde ambos se deben sentir integrados desde un comienzo. Además es fundamental que generen espacios en donde cada uno pueda hablar de sus miedos e inquietudes y de lo que implica este hijo para cada uno de ellos. Todo esto para ir trabajando en la prevención para la próxima etapa que se inicia.