Cuando llega el verano no solo tenemos que preocuparnos por la piel de nuestros hijos sino que también debemos cuidar su visión. En esta nota te contamos cómo prevenir y actuar frente a la radiación solar y otros factores típicos de esta época del año.
Uno de los agentes más importantes, que favorece las enfermedades en la vista, son las radiaciones ultravioletas, cada vez más intensas por el deterioro de la capa de ozono. Quemaduras corneales, queratoconjuntivitis, pterigion, e incluso a largo plazo, cataratas y lesiones en la retina, son algunos de los diagnósticos frecuentes.
También en esta estación aumentan las alergias oculares y el contacto con el cloro en las piscinas puede ser un factor de riesgo para ocasionar conjuntivitis tóxicas.
Antes de los 18 años de edad absorbemos hasta el 80% de la radiación solar perjudicial para la vista. Por este motivo, es necesario acostumbrar a los chicos desde que son pequeños a utilizar medidas protectoras como el uso de lentes de sol. Muchos padres no conocen los riesgos reales de la radiación en la vista. Deben saber que es esencial considerar el uso de lentes con protección solar de la misma forma que se utiliza el factor solar para proteger la piel.
Una descripción breve y simple de los rayos ultravioletas es que, son aquellos rayos de longitud de onda menor a la luz visible y con mayor energía que la luz. Debido a esta característica, pueden pasar con facilidad a través de obstáculos y así absorberse a través de la córnea, generando daño a la misma.
Existen tres tipos de radiación UV: UVA, UVB y UBC. La radiación UVA y UVB puede dañar los ojos. La radiación UVC no es problemática porque la absorbe la capa de ozono y no llega a la superficie de la tierra. Pero debido a la destrucción gradual de la capa de ozono se observa en los últimos años un aumento en los problemas oculares producidos por la radiación UVA y UVB.
El efecto de las radiaciones en el ojo, depende de la energía absorbida por los tejidos oculares que éstas atraviesan, que ejercen un mecanismo fotoquímico, fotoeléctrico o térmico.
Después de seis a doce horas de exposición a la luz ultravioleta y tomando en cuenta su intensidad, el paciente percibe molestias como: fotofobia (intolerancia a la luz), sensación de cuerpo extraño, ojo rojo y dolor. Además, el blefaroespasmo (parpadeo reflejo continuo) y lagrimeo. Se suelen ver en la córnea, sobre todo en la zona de la hendidura palpebral, pequeñas microerosiones punteadas benignas, que observamos bajo la lámpara de hendidura y con una tinción especial.
El tratamiento ante la etapa aguda de la lesión es la cicloplegia y la oclusión con un parche ocular previo la colocación de antibióticos. La recuperación es rápida si se hace en tiempo y forma, por lo que frente a estos síntomas, siempre se debe consultar al oftalmólogo. La exposición solar crónica puede favorecer el pterigion, la pinguecula, queratopatias climáticas e incluso daño endotelial permanente.
El exceso de horas trabajando al aire libre o realizando actividades recreativas en la playa, navegar, jugar golf o tennis sin protección ocular adecuada puede provocar el pterigion y la pinguecula. Ambas condiciones se caracterizan por la proliferación anormal de tejido en la membrana transparente que cubre la parte blanca del ojo. Esto puede hacer que las partes blancas se vean amarillentas, generando muchas veces preocupación estética para los pacientes.
Por otro lado, sabemos que la arena refleja entre un 15% y 25% de los rayos UV. Tanto en la playa como en la ciudad, debemos tener conciencia que independientemente que el día esté soleado o nublado, los rayos UV pueden atravesar las nubes. La aparición de cataratas y degeneración macular se pueden evitar, si el paciente se controla periódicamente. Con un examen integral y exhaustivo se puede corregir su vista y detectar factores de riesgo a futuro.
Es necesario prestar atención a todos los puntos mencionados anteriormente. Son muchos los daños que pueden generarse en nuestros ojos a causa de los rayos UV. Visitar regularmente al oftalmólogo es la forma más simple y segura para cuidar tanto de nuestra vista como de las personas que tenemos a nuestro cargo.
Dra. Rosina Cessio