En esta nota analizaremos los dolores por los que consulta frecuentemente el adolescente: de crecimiento, cefalea, contractura muscular, torácico, abdominal, pelviano, dorso-lumbar, de rodilla, enfermedad de Osgood-Shlatter.

Los caracteres del dolor siempre tienen una gran importancia clínica como orientadores del diagnóstico, y en pediatría puede constituir una señal de alarma, a veces la única, que alerta sobre la enfermedad. 

Sin embargo, el pediatra se enfrenta a menudo con dificultades para interpretar este hilo conductor del diagnóstico. Del mismo modo que en los adultos, pero especialmente en los adolescentes, el dolor puede no ser orgánico, o bien, tener un importante componente funcional. Para precisarlo, se requiere de una buena relación con el joven que llega a la consulta, y el pediatra, junto a su experiencia debe dedicar tiempo suficiente para su evaluación. 

El dolor funcional no es sólo una causa frecuente de consulta en la adolescencia, es además un diagnóstico siempre difícil, que debe encararse en el contexto de la dinámica familiar para poder distinguirlo del dolor orgánico. Aunque ambos merecerán la misma atención del médico, requerirán conductas diferentes. 

La percepción del dolor, del mismo modo que para el resto de la población, incluyendo a los adultos, admite variaciones individuales, que dependen del sexo, de elementos culturales y del estado amocional, pero en los jóvenes en etapa de crecimiento estos factores se hacen más críticos. 

A diferencia del niño, que se muestra agreseivo y se descontrola por el dolor, el adolescente se deprime y se separa de la familia, siendo habitualmente reacio para cumplir con las indicaciones del médico. Además, sus estados afectivos, como la ansiedad y la depresión, hacen que aumente su percepción del dolor. Es frecuente además observar que imiten a algún miembro de la familia en la forma de expresarlo. 

Analizaremos los dolores por los que consulta con más frecuencia el adolescente:

Los dolores de crecimiento:
Así se les llama al dolor en las extremidades, sin relación con traumatismos, en las tardes y las noches. Su etiología se desconoce. Predominan en varones, entre 13 y 14 años. Recuerdan al dolor muscular (mejora con masajes y analgésicos), y no se acompañan de signos inflamatorios, compromiso motor, ni fiebre. 

La cefalea: 
En la mayoría de los casos no está asociada a una enfermedad orgánica. Siempre constituyen una señal de alerta, de una causa orgánica, sobre todo si son intensas, aunque en casos de sufrimiento previo similar disminuye dicha sospecha. La cefalea llamada funcional o primaria, como contracturas musculares o migrañas, es más común en el sexo femenino. 

Las migrañas de tipo pulsátil, que comienzan gradualmente en uno o ambos lados de la cabeza, se prolongan horas o días, pudiendo asociar fotofobia (intolerancia a la luz), palidez, náuseas y vómitos. Suele iniciarse con ”auras”, como síntomas que la anuncian, como bostezos y centelleo ocular. Comienza en la niñez y aumenta en la pubertad, con un máximo en la adolescencia tardía. Suelen padecerla otros miembros de la familia. Reconoce desencadenantes como el estrés, ciertos alimentos, olores, o la luz. Se observa más en adolescentes tímidas, de buena educación, pero rígidas, inteligentes y aplicadas. 

Contractura muscular: 
Se caracteriza por la tensión sostenida en músculos de la cabeza y cuello, que los adolescentes experimentan más durante el día y con exacerbacines por las crisis emocionales. Es bilateral, y no está precedido por auras. Del mismo modo que para la migraña,son las características clínicas las que definen el diagnóstico, sin embargo, la tomografía computada puede indicarse en los siguientes casos: si el dolor se agrava en forma progresiva, si despierta en la noche, si asocia síntomas neurológicos (como convulsiones, vómitos en chorro, o trastornos de conciencia), o si se observa edema de papila en el fondo del ojo. 

En ciertos casos, la tomografía se solicita por la angustia y temor familiar de un eventual tumor cerebral. Las técnicas de relajación suelen ser eficaces para su tratamiento. Para el caso de las migrañas se utiliza la ergotamina al inicio de la sintomatología. 

Dolor torácico: 
Es el motivo más frecuente de consulta adolescente en clínicas cardiológicas, pese a que es exepcional que dicho dolor obedezca a patología cardíaca. Lo habitual es que se vincule a situaciones emocionales adversas. 

Dolor abdominal recurrente: 
Se trata de episodios aislados y reiterados, funcionales, de dolor abdominal de causa desconocida. Deben considerarse con especial cuidado para no confundirlos con dolores producidos por una causa orgánica, que llega a encontrarse en el 5% de los casos, inicialmente mal etiquetados. 

Para evitar los errores, Apley señala tres requisitos: 

1 – presentar por lo menos tres episodios previos, 

2 – tener una severidad que afecte la actividad normal, 

3 – estar separados por lapsos de alrededor de tres meses, 

Suelen localizarse alrededor del ombligo, sin irradiaciones, con una duración breve, ocurriendo al levantarse o al acostarse. No alteran el apetito. Se asocian a problemática familiar o escolar. Pueden asociar vómitos, cefalea, fatiga o mareos. Se manejan disminuyendo el stress, y con hábitos higiénicos adecuados. 

Dolor pelviano recurrente: 
En el sexo femenino es frecuente que se relacionen con el ciclo menstrual. El dolor cíclico suele corresponder con la dismenorrea (dolor menstrual) y/o con el momento de la ovulación. La dismenorrea causa dolor pelviano durante el período menstrual, a alrededor del 5 al 10% de las adolescentes. Se relaciona con los cambios en la actividad del músculo uterino, con la secreción de prostaglandinas, y/o con la isquemia uterina. 

Existen dos causas de dismenorrea patológica, secundarias y crónicas, que son la endometriosis y la enfermedad pélvica inflamatoria. En ocaciones sólo se llega al diagnóstico diferencial a través de una laparoscopía. 

Dolor dorso-lumbar: 
Cuando es severo y persistente no debe atribuirse a las posturas adoptadas por el adolescente. Puede relacionarse con dormir en colchones defectuosos o en camas blandas, o bien por actividades excesivas, deportivas o laborales. 

Cuando el dolor se concentra en un hueso (vértebra o costilla) puede corresponder a una fractura, sobre todo si existen antecedentes traumáticos. Las causas inflamatorias o infecciosas son menos frecuentes. 

La artritis reumatoidea juvenil puede causar dorso-lumbalgias persistentes a predominio matutino, pero asociadas con artritis en otras localizaciones. La radiografía puede ayudar al diagnóstico. En caso de dudas con otras patologías se requerirá una consulta traumatológica temprana. 

Puede existir una hernia de disco como complicación de actividades deportivas vigorosas. Se presenta como dolor de espalda intermitente, extendido a la región glútea con dificultad para permanecer sentado por largo rato. 

La osteomielitis vertebral puede ser similar, pero agrega fiebre, y aunque las radiografías sean normales, se hace el diagnóstico con los estudios radioisótopos y los cultivos bacterianos en sangre o en biopsia del hueso. 

Dolor de rodilla (gonalgia) 
La condromalcia de rótula es frecuente en la adolescencia. Se debe al ablandamiento del cartílago articular de este hueso, que puede percibirse al palparlo, comprobándose además que su desplazamiento lateral resulta doloroso. 

Su tratamiento se basa en la disminución del movimiento, que no impedirá cierta actividad diaria. 

La enfermedad de Osgood-Schlatter es otra causa común de gonalgia en el adolescente. Consiste en el ensanchamiento doloroso del tubérculo anterior de la tibia, a nivel de la inserción del tendón patelar. Se ve más en varones, durante el crecimiento corporal lineal más acelerado. 

Es muy común que los adolescentes que acuden a la consulta por el dolor de rodilla, refieran que la molestia se agrava con la actividad y disminuye con el reposo. Si bien limita la actividad, no produce consecuencias a largo plazo. Se controla bien aplicando hielo local y administrando antiinflamatorios por vía oral. Se aconseja disminuir la actividad cuando se percibe el sufrimiento, pero fuera de los episodios dolorosos puede mantener actividad moderada. 

La enfermedad de Osgood-Shlatter:
Es otra enfermedad que aumenta su inciencia en la adolescencia, y que el traumatólogo identifica como un desprendimiento del cartílago articular del cóndilo femoral. Es sobre todo frecuente en los jovenes que juegan al fútbol. Se presenta como un dolor de rodilla intermitente, relacionado con la actividad física intensa. 

En ocasiones, el dolor referido a la rodilla puede estar relacionado con un problema localizado en la cadera como, por ejemplo, sucede con el deslizamiento de la cabeza del fémur. 

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