Intentaremos explicar en qué consiste este problema cada vez más frecuente.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad en el niño, es una entidad tan frecuente, que ha merecido se le reconozca por la sigla T.D.A.H. Si bien sus caracteres clínicos permiten definirlo bien, sus causas han sido tema de debate científico, y sólo en la pasada década, las neurociencias permitieron comprenderlas mejor.
Definición de T.D.A.H.
La definición clínica de la T.D.A.H está dada por una triple modalidad del comportamiento, que comienza a manifestarse en la niñez, y se caracteriza por ser hiperactivo (aumento del movimiento sin un fin determinado); impulsivo (como respuesta que no considera todas las variables); e inatento (porque no mantiene la atención durante el tiempo necesario).
Si bien, comienza a manifestarse en la niñez, consiste en un carácter crónico, mantenido bajo diferentes formas, durante el desarrollo adolescente, y la vida adulta, con proyecciones en la vida laboral, familiar y social.
El niño y adolescente con T.D.A.H.
Las causas neurobiológicas, se constituyeron en la explicación más convincente del trastorno, estableciendo una relación con el descenso de sustancias de valor neurotransmisor entre las neuronas. Las neuronas, como células principales del cerebro, se verían afectadas, a nivel de sus conexiones, o sinapsis, por una disminución en la cantidad de neurotransmisores, que son sustancias necesarias para transmitir mensajes entre las neuronas.
Los neurotransmisores actuarían a nivel de las sinapsis como la energía, o el combustible, que permite su funcionamiento, aunque puedan distinguirse más de un tipo de neurotransmisores conectando zonas del cerebro, para lograr un funcionamiento adecuado.
En el T.D.A.H existiría una cantidad insuficiente de algunos de estos neurotransmisores.
El diagnóstico y el tratamiento:
Resulta útil considerar que el desarrollo de estos niños, como el de todos los demás, depende de dos factores fundamentales: el constitucional, que está dado por la dotación genética transmitida y heredada de sus padres, (que determina el temperamento; y el factor ambiental, dado por el mundo exterior, dado fundamentalmente por el ámbito familiar y social, y la educación recibida, que forja el carácter.
La acción sobre el T.D.A.H debe realizarse teniendo en cuenta el terreno genético, determinante del trastorno neurobiológico; y teniendo en cuenta el ámbito familiar y social, que a través de la educativo, modula la realidad biológica. Se debe actuar sobre ambos factores.
El sustrato neurobiológico, debe manejarse desde el punto de vista diagnóstico, para relacionar las características clínicas del trastorno con la enfermedad T.D.A.H, distinguiéndola de otras entidades que pueden presentar características similares: un buen diagnóstico es el primer paso para un buen tratamiento.
A veces un niño deprimido, se manifiesta inatento e hiperactivo, y sin embargo no tiene un T.D.A.H. Del mismo modo, un niño con temores, con conductas fóbicas, puede también presentar características similares, y debe distinguirse del T.D.A.H: esta es la tarea del Neuropediatra o Psiquiatra de Niños.
El mismo profesional, será el encargado del tratamiento farmacológico, y del control evolutivo. Deberá ser complementado, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento, por otros profesionales, en relación con la Psicoterapia, los tratamientos Psicopedagógicos, Psicomotrices, y Fonoaudiológicos, con diferente participación según las necesidades particulares de cada chico.
El tratamiento farmacológico, necesario para compensar los déficit de neurotransmisores, no debe encararse como una terapia aislada. Pero el manejo de estos niños, no debe considerarse tarea exclusiva de los agentes sanitarios, ya que los padres y docentes, ocupan un lugar primordial en su manejo, procurándole un ambiente ordenado y previsible, que les resulta imprescindible.
El papel de los padres en el manejo:
Puesto que una de las características del trastorno consiste en la dificultad para organizar la actividad, requerirá de un entorno ambiental ordenado, con reglas claras, sin pautas contradictorias entre los adultos a su cargo, en el hogar y en la escuela. En el mencionado ordenamiento, resultan fundamentales los límites fijados, que deben ser dosificados, y adecuados para cada situación.
Los niños con deficit—
También deberá contemplarse la forma en que se establezcan dichos límites: procurando razonar con el niño; y no de un modo impulsivo, ni prepotente. Deberá considerarse que las grandes penitencias, además de ser difícil de cumplirlas, es preferible no pretender imponerlas, si no pueden cumplirse.
Tanto en la casa, como en la escuela, deberá ayudarse al niño para mantener el orden con sus cosas, enseñándole que es la mejor forma para no extraviarlas, lo que ocurre con frecuencia, en estos niños con una excesiva falta de atención. También se procurará ayudarle en el orden de sus tareas cotidianas, para distribuir el tiempo de cada actividad de modo adecuado.
El uso de agendas o planillas visibles con horarios, pueden ser eficaces, destinando un tiempo claramente delimitado, con hora de inicio y fin de la tarea. Es común que los padres de estos niños se quejen de la tendencia a prolongar indefinidamente, el tiempo dedicado a la realización de deberes domiciliarios. Debe recordarse, que ello se debe a una carencia interna, que les imposibilita la organización y planificación adecuada.
Es importante considerar el orden en el ambiente, de modo de proveerle un ámbito lo más libre posible de factores que le dispersen, distrayéndolo de su tareas domiciliaria; por ejemplo, evitando la presencia cercana de un televisor encendido, o de un hermano jugando con videogames.
Resulta útil cuotificar el tiempo total destinado a la tarea, dividido en dos o tres segmentos, con minirecreos entre ellos: la organización del tiempo también se aprende. Es conveniente ser poco exigente al inicio, considerando preferible un trabajo de 15 minutos, a 60 minutos dispersos.
El papel de los docentes en el manejo:
Lo expresado para el ámbito doméstico, debe realizarse igualmente en el académico. El docente deberá considerar que (pese a que los padres pueden estar agotados por los aspectos negativos de sus hijos), se trata de niños inteligentes, curiosos, creativos, espontáneos, y generalmente de buen humor.
Debe procurarse apuntalar su autoestima (que suele ser baja) mediante un justo balance de defectos y virtudes. Es importante que el docente estimule sus logros, para que avance en la maduración de su conducta. Debe tenerse en cuenta que es habitual la tendencia a subrayar sus defectos, para no dejar pasar inadvertidamente sus aciertos.
Debe procurarse una acción coordinada del docente con los agentes de salud, y su familia, trabajando en equipo. De otro modo, el niño queda privado de las acciones más eficaces. Es función del docente, monitorear los efectos de las acciones técnicas y terapéuticas decididas; y las dificultades para su cumplimiento.
Del mismo modo que a nivel hogareño, en la escuela, debe destacarse la ayuda en el ordenamiento de la actividad, a través de planillas de actividades, uso de relojes y agendas; y utilización de forros de diferente color para los cuadernos de las distintas materias. Puesto que la hiperactividad consiste en una actividad desorganizada, las medidas de ordenamiento que se sugieren, (al menos en modo paliativo), suelen consistir en segmentación de espacios y tiempos, destinados para cada actividad.
Del mismo modo que en la tarea domiciliaria, puede dosificarse en la escuela, una actividad más breve, pero sin distracciones. Ello puede aplicarse, permitiendo al niño salidas pautadas del salón de clase, para realizar alguna actividad puntual, como traer algún material, llevar una lista, enviar un mensaje, etc. De esta manera, el niño encuentra como válvulas de escape , que le permiten el ordenamiento de su actividad
Del mismo modo, se puede instrumentar la existencia de dos lugares propios, y diferentes, dentro del salón de clase, en los que el chico ubique los materiales para el desempeño de materias o actividades, diferentes.
El lugar dentro del salón de clase, conviene que sea próximo al docente, y rodeado por niños especialmente aplicados, que pueda imitar, como modelos en niveles de atención.
Se ha demostrado de gran eficacia, la utilización de medios multisensoriales, que estimulan la captación de lo que se transmite, atrapando la atención en déficit, a través dela percepción visual de imágenes, de dibujos o figuras, y de gráficos, en forma simultanea con la transmisión que se percibe en forma auditiva. Este recurso será también de utilidad, para el resto de los niños que integran el grupo, y que no padecen trastornos de la atención.
(*) Resumen del libro, dirigido a docentes, técnicos, y padres, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad , publicado en Uruguay, en agosto del 2003, y del que el autor del presente artículo, es co-editor, y co-autor.