Si bien muchas personas siguen creyendo que sólo pocas tienen el “don” de ser creativas, todas lo tienen, solo que en algunas personas hay que despertar esa condición.

Los niños tienen mucho para enseñarnos a los adultos sobre creatividad, porque ellos la manifiestan naturalmente cuando pueden actuar libremente. Conservar esta cualidad es fundamental, porque es un arma con una potencialidad enorme para desenvolvernos en distintos ámbitos de la vida desde laborales hasta domésticos o familiares.

Una de las formas de estimular esa condición es a través del arte, por eso entrevistamos a Rosina Rubio, directora de Taller de Montevideo que nos brinda algunos consejos para despertar y desarrollar la creatividad de los niños.

Todos son creativos 

Los niños viven en mundos de fantasía y aventura y gracias a esto tienen buenas ideas, el “don” de la imaginación: sueñan que vuelan, creen en las hadas, creen en las alfombras mágicas, etc. Por lo tanto, ven cosas que no existen y crean en su mente un “mundo ideal”. Además, para los niños todo es posible: creen que pueden llegar a ser o hacer cualquier cosa, pasan por alto los obstáculos porque aún los desconocen. Lamentablemente, muchas veces el mundo de los adultos influye negativamente en el flujo de creatividad de los niños, por ejemplo, cuando sancionan su sinceridad. 

En el pasado se creía que muy pocas personas tenían el “don” de ser creativas, es decir, se pensaba que algunas personas nacían con esta capacidad pero otras nunca iban a llegar a ser creativas. Esto es solo un mito, ya que todas las personas tienen esta capacidad. Como señala Rosina Rubio, “la creatividad es una capacidad innata en los seres humanos que nos ha permitido evolucionar a lo largo de la historia. Nos ayuda a encontrar soluciones a los retos que se nos presentan cada día, para mejorar nuestra vida, a nivel individual y también social”. 

Rubio agrega que “lentamente esa capacidad natural va siendo reemplazada por el pensamiento lógico y formal. El talento creativo lentamente se va durmiendo, se va bloqueando. El sistema educativo formal no siempre tiene tiempo, recursos, docentes formados en estas áreas para promover una educación creativa. Los padres, con todo su amor, no siempre saben cómo ayudar al niño”. Por lo tanto, hay que despertar, desarrollar esta capacidad creando las condiciones adecuadas.

Despertar y desarrollar la creatividad

Los padres y los educadores tienen el deber de desarrollar y estimular la creatividad de los niños en sus primeros años de vida. Al ser consultada sobre este tema, Rubio señaló que  “para que esa capacidad permanezca y se potencie, es importante promoverla y estimularla a nivel familiar, en la escuela, en talleres. Educar la creatividad es educar para el cambio y  para formar personas flexibles, con iniciativa, confianza, dispuestas a asumir riesgos, sin miedo a equivocarse, y listas para afrontar las dificultades y escollos que se les presenten, encontrando nuevas soluciones”. Estudios de psicología, pedagogía y neurociencia, han demostrado que la etapa preescolar (entre los 3 y 7 años del niño) es vital para el desarrollo de estos aspectos. 

Hay muchas actividades que pueden hacer para despertar la creatividad, como por ejemplo:

-Jugar

-Pintar 

-Escribir

-Leer

-Aprender a tocar un instrumento musical 

-Actuar 

-Visitar museos y sitios históricos

-Apreciar otras culturas y costumbres, etc.

*Si observan que al niño le gusta alguna actividad, pueden buscar talleres para estimularlo, por ejemplo, de artes plásticas, de teatro, de danza, de música, etc. 

Acerca de esto, Rubio indica que “el juego es una actividad que permite a los niños sumergirse e implicarse con entusiasmo en lo que están aprendiendo, encontrar sus recursos, disfrutar y desarrollar sus capacidades individuales mentales, emocionales y físicas. ´El arte del juego es el resorte desde el que fluyen las demás artes´ dice Christopher Clouder, experto en el tema. El proveerles de juegos donde ellos puedan ser protagonistas, ´donde no esté todo hecho´, donde el niño necesite decidir cómo sigue, donde pruebe, falle y vuelva a probar, son elementos que favorecen la creatividad. El trabajo dentro de las artes plásticas, la lectura, la música, todo lo que haga volar la imaginación, serán disparadores de la creatividad”. 

“Tiene que sentir que el entorno valora lo que él crea, lo que él propone, que nadie se va a reír, que nadie se va a burlar o criticar. Es importante que valoren los intentos y no sólo el producto, que el proceso sea tan importante como el resultado. También es fundamental desarrollar la capacidad de observación, la memoria, la sensibilidad, promoviendo los intentos, la iniciativa”, agrega Rubio. Al desarrollar la creatividad, los niños se sentirán más seguros y más valiosos en todos los aspectos de la vida. 

Algunos aspectos en la personalidad de los niños pueden mejorar gracias a este tipo de actividades:

Niños sensibles: si el niño es muy sensible pueden buscar desarrollar la creatividad en el arte.

Niños con miedos: estos niños podrán perder el miedo probando y animándose a diferentes actividades.

Niños tímidos: los niños tímidos también podrán perder la timidez con estas actividades, ya que comparten con otros niños, logran expresarse por algún canal, etc.

Como señalamos anteriormente, muchas veces el mundo de los adultos influye negativamente en el flujo de creatividad de los niños (los limita). Por eso, es importante que los padres y los profesores busquen la manera de evitar esta limitación. Como señala Rubio, “los padres y profesores deben invitarlos a perder el miedo y mostrarles desde el ejemplo, el placer de crear”.

Papel de los padres

No sólo los profesores de los distintos talleres tienen un rol importante en la creatividad de los niños, sino que también los padres pueden hacer muchas cosas para despertar este aspecto. Rubio indica que “pueden estimular la creatividad generando instancias donde el niño genere su experiencia, donde tenga que poner algo de sí. Invitarlos a leer, a dibujar y pintar (disponiendo de un rincón para hacerlo) ir a ver una exposición, jugar a un juego donde el proceso sea interesante (y no solo el ganar), son posibilidades que promueven la creatividad. Como padres, debemos promover el pensamiento alternativo y permitir la experimentación (ensayo-error), sin protegerlos de que se equivoquen y apoyando cuando realmente el error se transforma en frustración”. A su vez, los padres pueden descubrir los gustos de los niños a través de estas actividades y ayudarlos inscribiéndolos en talleres. 

La tecnología y la creatividad

Con el avance de la tecnología los padres nos hacemos preguntas como: “mi hijo pasa todo el día en la computadora, ¿qué puedo hacer? ¿le hará mal?”. Es cierto que muchas veces la tecnología puede influir negativamente en la creatividad del niño, pero también tiene programas que pueden ayudar a desarrollar este aspecto. Al ser consultada sobre este tema, Rubio indicó que “si la tecnología embrutece y transforma a los niños en consumistas de productos creados solo para entretener, la creatividad va a adormecerse y los niños se aburrirán cada vez con más facilidad. Hay programas de computadora que son creativos (programas de diseño, de estrategia, puzzles, donde hay muchas cosas para decidir). Y por sobre todo los padres deben ser conscientes de lograr un equilibrio entre los tiempos de ´pantalla´ y ´mundo real´”. 

Artes Plásticas

Como señala Rubio, “estudiar arte prepara a un niño para mucho más que ser un ´artista´” . No sólo importa aprender la técnica, por ejemplo, algunos de los beneficios que nombra son: 

– Ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y entrena las habilidades para resolver problemas. 

– Es un espacio de libertad donde tienen un montón de opciones individuales. 

– Desarrolla habilidades como la coordinación ojo-mano, la destreza, la organización y la capacidad de seguir los pasos secuenciales para concretar un proyecto. 

– Ayuda a adquirir confianza e incluso para algunos puede ser la única actividad en la que sientan que son realmente buenos y la única actividad en la semana (asociada a la educación) que realmente esperan. 

– Es un medio de expresión personal y es otra manera de comunicarse y de responder al mundo que los rodea. 

– Ayuda a conocerse a uno mismo. 

– Pueden experimentar el “ser exitoso” en el arte porque no hay competencia posible. 

– El arte es diversión. “Tener un papel en blanco es un desafío positivo, una invitación a la aventura. Un pedazo de arcilla dócil y suave al tacto invita a darle forma. Los colores prontos para ser mezclados son siempre un grato descubrimiento. Los esmaltes que se transforman en el horno son casi mágicos y promueven una sana fantasía”, indica. 

– Da la oportunidad de hacer pero también de reflexionar sobre otras formas de expresión, sobre la Historia del Arte; es un espacio de contacto con la creatividad a través de la Cultura, que da una perspectiva enriquecedora. 

– Se descubre que de los errores se aprende y que no existe el aprendizaje sin tropiezos. A su vez, en esa búsqueda aparecen las nuevas ideas. 

– Ayuda a relajarse, por ejemplo, después del cansancio de la escuela. 

Para que todo esto funcione, Rubio indica que “el aspecto afectivo no debe dejarse de lado. La filosofía de la educación debe ser contenedora, es necesario que se sientan muy queridos y seguros para que no tengan miedo de sacar hacia afuera lo que tienen para decir. En ese sentido es importante celebrar su búsqueda, valorar sus grandes y pequeños logros y demostrárselo no sólo con palabras. Además hay que motivar su capacidad de asombro, aprovechar la natural curiosidad de los niños, para abrirles espacios de colores, texturas, formas y distintos materiales, asociados al disfrute de crear”.

Taller de Montevideo

Taller de Montevideo fue fundado en 1956 por Eduardo Rubio y Beatriz Magliati, un matrimonio argentino que vino a Uruguay. Se enamoraron del país y decidieron llevar su amor al arte a todos los uruguayos. Actualmente es dirigido por Rosina Rubio, hija del matrimonio argentino y su esposo Pablo Salgueiro. Se dictan cursos para niños de 5 a 12 años, para jóvenes de 13 a 19 años y para adultos. Los niños aprenden dibujo, pintura, cerámica con horno, grabado, mosaico, trabajos en relieve, etc. Los adolescentes también pintan con acrílicos y óleos y trabajan en cerámica con horno y vitrofusión. En palabras de Rubio, “en el Taller de Montevideo el niño encuentra  un lugar lúdico y formativo al mismo tiempo, un lugar donde crear y aprender, donde relacionarse con sus iguales sin competir. Es un lugar donde no existe el no se puede. En un ambiente con esas características vemos florecer la creatividad cada día”.

Blog: www.tallermontevideo.blogspot.com

Dirección: Luis de la Torre 670

Fuente: Entrevista a Rosina Rubio, directora de Taller de Montevideo- Imagen: Taller de Montevideo

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