El recién nacido es un ser inmaduro pero provisto de notables reflejos, algunos vitales para su supervivencia y otros no tan útiles.
El recién nacido es un ser inmaduro pero provisto de notables reflejos, algunos vitales para su supervivencia y otros no tan útiles.
Reflejo de succión
Si introduces tu dedo en su boca, verás que los chupa como si fuera el pezón. La importancia de este reflejo es obvia y por esa razón el bebe lo ha estado poniendo a punto en su vida intrauterina.
Reflejo de hociqueo
Le sirve para encontrar el pezón. Si tocas su mejilla, girará su cara hacia ese lado.
Reflejo de prensión
Si colocas tus dedos índices en las palmas del bebe de menos de cinco meses, sentirás como se aferra a ellos, de tal forma que podrías levantarlo sin que se suelte. Desaparece entre el quinto y sexto mes de vida.
Reflejo de moro o del abrazo
Poniendo una mano en la espalda del bebe, lo levantamos y veremos como estira sus brazos y piernas antes de esbozar un abrazo. Lo hace frente a una situación de miedo.
Reflejo de marcha
Si sostenemos al bebe parado sobre una superficie, veremos que da pasos. Este reflejo se pierde y no tiene nada que ver con su capacidad para la marcha.
Reflejo de Babinsky
Al apretar el dedo gordo del pie del recién nacido, cerrará sus deditos con fuerza.
Reflejo patelar
Verás que el pediatra golpea con un martillo la base de la rodilla y la pierna se mueve hacia adelante. Este reflejo lo conservamos toda la vida. Lo reflejos del neonato le proporcionan al pediatra una valiosa información sobre el estado de su sistema neurológico. La persistencia de reflejos que deben desaparecer o la ausencia de estos llevarán al médico a realizar estudios más profundos.