A la edad en que la mayoría de los adolescentes juegan a la pelota o piensan en chicas, Martín Macedo se enamoró de la Macrobiótica.
Tenía solo 16 años y la Asociación Macrobiótica del Uruguay estaba en pleno auge. Impactado por los profundos cambios personales que esta práctica le aportó, decidió estudiar medicina y una vez graduado realizar una síntesis entre la medicina clásica occidental y la medicina oriental basada en la dieta y hábitos cotidianos. Hoy se dedica a brindar asesoramiento nutricional como forma de lograr la autocuración y una vida más saludable y equilibrada.
La mayoría de las personas comen lo que les apetece, lo que les sirven o lo que encuentran en su heladera sin hacer un análisis profundo de lo que alimentarse implica. ¿Podrías explicarnos por qué es tan importante prestar atención a la dieta diaria?
La mejor forma de responder es citar a Hipócrates, el fundador de la medicina moderna que dijo: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento” ¿Por qué? Porque nuestro cuerpo se construye con lo que comemos. Si la calidad de lo que comemos es buena, la calidad biológica de nuestras células, nuestro cuerpo, nuestro cabello, nuestras pestañas, nuestros pulmones, etc., es buena. Es algo muy obvio, pero a veces lo olvidamos. Además, lo que comemos genera energía, por lo tanto incide en la vitalidad. Entonces, si queremos funcionar con salud, tenemos que ser exigentes con la calidad de la alimentación. Y la vida no es demasiado larga; no vale la pena pasar esta breve estancia por este planeta con tres o cuatro enfermedades crónicas. Estar sanos no es algo tan difícil porque la mayor parte de los animales silvestres lo hacen. Nosotros somos los únicos bichos enfermos. Porque hemos creado un estilo de vida superior supuestamente “civilizado” y nos olvidamos de las reglas de la naturaleza.
Te referiste al estado del cuerpo, pero también a la vitalidad. ¿La alimentación también influye en el espíritu?
Sí. Cuando uno absorbe alimento no absorbe solamente proteínas, absorbe vida. Absorbe cosas que se ven y cosas que no se ven. Por ejemplo el campo electromagnético de ese alimento. Hay muchas sutilezas a considerar. Por ejemplo, el estado de ánimo del cocinero. Por eso en los antiguos monasterios budistas Zen, el más armonioso y equilibrado era el que podía encargarse de la cocina. La nutrición occidental se enfoca únicamente en lo visible, lo material de los alimentos. Desarma un alimento y ve vitaminas, minerales y nada más. Se dejó de lado la sabiduría de otras culturas. Y no solamente la culturas asiáticas. Acá en América tenemos grupos de aborígenes que han mantenido un modelo nutricional más o menos similar, y creemos que tienen muy buenos resultados. Vemos ancianos con 80 – 90 años que tienen todos sus dientes, y tres o cuatro canas.
Sabemos que tú promovés la dieta macrobiótica. ¿Podrías explicarnos en qué consiste?
La macrobiótica es una forma de alimentación que busca la armonía con el entorno. En un entorno muy frío, la macrobiótica va a usar más proteína animal, en un entorno más cálido, va a usar menos proteína animal. La macrobiótica no es ni vegetariana ni carnívora, si no que busca el óptimo resultado de acuerdo al entorno en que uno está. Lo que uno tiene que hacer es utilizar los productos que se utilizaban naturalmente en la zona donde habita. De todos modos el consumo de carnes debe ser limitado, ya que tienen energía Yang, agresiva y no hay que extralimitarse. La base de la alimentación humana son los cereales, el arroz, el maíz, el trigo, la cebada, han sido los alimentos básicos de las grandes civilizaciones.
¿Por qué se han ido perdiendo o abandonando estos conocimientos?
Lo que pasa es que en los últimos tres o cuatro siglos, la ciencia pasó a convertirse en el Dios de la civilización. Se fue descuidando el aspecto espiritual y nos fuimos volcando cada vez más al desarrollo material. La búsqueda de lucro afectó a la industria de la alimentación. Cuando la alimentación se convierte en un negocio, se buscan productos más fácilmente comerciables en vez de buscar productos más nutritivos. Se empezaron a refinar los granos, se empezaron a hacer harinas refinadas, azúcares, todo tipo de confites y la industria de la alimentación fue empobreciendo, perdiendo calidad para lograr más cantidad. Se crearon productos cada vez más deliciosos, más gastronómicos, más placenteros, más refinados, pero menos nutritivos.
Contanos qué debería incluir la alimentación diaria.
Nuestra estructura dentaria tiene 32 piezas contando las muelas de juicio. Hay 20 molares y premolares, es decir cuatro quintos de las piezas dentales. Los molares son para moler, para moler granos. O sea que los granos deberían ser aproximadamente un 60, 70 % del plato de alimento. Después tenemos 8 dientes incisivos que son las paletas que las usamos para cortar frutas y verduras. Son el alimento de segunda importancia en cuanto a cantidad. Y tenemos cuatro caninos, que sugiere también presencia de alimento animal, pero solo una octava parte del total. Entonces, serían granos, vegetales y frutas, y alimento animal. Y es más o menos lo que hace un japonés o un chino: Arroz, vegetales, chop suey.
¿Qué tipo de granos?
Maíz (no transgénico), cebada, mijo, arroz integral y centeno son los principales. Después hay otros cereales no tan conocidos como el bulgur y ciertas variedades de amaranto, quiguicha, sorgo. En Uruguay, tenemos buen arroz, buen trigo, buen maíz, buena cebada, y ahora se consigue quinoa, que es de origen peruano. En cuanto a las carnes, deben ser carnes magras, y sobre todo carnes fáciles de digerir y bajas en colesterol. Las mejores son las provenientes de productos del mar. O sea: se puede comer pollo, se puede comer huevo, en el caso de los niños algunos lácteos. Pero nunca, nunca, en grandes cantidades como se hace en occidente. Acá comemos demasiada carne, por eso a los cuarenta años, cuarenta y cinco casi todos los señores y las señoras están con sobrepeso, hipertensión, diabetes, ácido úrico, depresión. Parece que empiezan a envejecer prematuramente, y la explicación es muy sencilla: los pequeños vasos sanguíneos se empiezan a obstruir con calcio proveniente de lácteos, con colesterol, con nicotina y con productos de una dieta tóxica, de un estilo de vida tóxico. A eso se agrega la falta de ejercicio, porque generalmente a esa edad, las exigencias laborales son tan extremas que uno entró en la rosca del consumismo y ya no le queda tiempo para cuidarse.
¿Dónde puede la gente en Uruguay comprar este tipo de alimentos e informarse sobre la dieta macrobiótica?
Acá en Uruguay no tenemos un gran centro o restaurante macrobiótico pero hoy en día se consiguen granos prácticamente en cualquier gran supermercado. También hay muchas tiendas desparramadas por el país que ofrecen alimentos saludables. Como locales te puedo mencionar Bambú, Zaida, el instituto Ying Yang y El Naranjo. Yo brindo asesoramiento y también recomiendo algunos cursos de cocina. Nosotros tenemos una página en Internet www.doctormacedo.com y un canal de youtube con videos. O sea si uno tiene la voluntad de aprender va a aprender. Pero sobre todo se aprende haciendo. Practicando, cocinándose uno, leyendo, observando como reacciona el cuerpo a los diferentes alimentos. Lo único que se necesita es la voluntad de empezar, nada más. Donde hay una voluntad hay un camino. Esa es una de mis frases mantra favoritas. En resumen: menos restaurantes, menos cantinas, menos cafeterías, menos comida congelada, más comida elaborada en casa con amor. Yo oriento a balancear el alimento, dejar los fármacos en lo posible, para no depender de productos químicos, hacer ejercicio y tener una buena cocina: no aluminio, no teflón, no microondas. También reemplazar los azúcares refinados por jugos de frutas, o por vegetales dulces. Muchas veces los beneficios son tan marcados que en un breve período se alcanza la curación de diversas enfermedades.
¿Hay algún requisito en cuanto a la forma de preparación de los alimentos?
Las ollas deben ser de materiales nobles: hierro, acero inoxidable, hierro esmaltado, chapa de hierro, cerámica. También buscar los mejores aceites, vegetales orgánicos dentro de lo posible, las mejores carnes, los mejores pollos, huevos de campo. La idea es hacer que la gente se responsabilice, entienda que la salud es un tema personal de cada uno de nosotros. La salud es como el estado financiero, depende únicamente de nuestros esfuerzos. La gente tiene la ilusión de que si paga un seguro médico va a estar protegida. O sea si paga una emergencia médica. Eso no es así. La salud es una cosa y la asistencia médica es otra. La salud depende de nosotros. Hay que volver a educar, a concientizar. Y hacer de la comida hogareña un ritual. Esperar a que todos estén en la mesa, agradecer la comida, comer despacio, masticar bien, lentamente, sin televisión. Así vamos a logar el home sweet home: un hogar donde sea placentero estar. Hoy en día, es al revés. Todos se quieren ir de la casa, nadie está feliz en la casa.
Todo esto suena muy bien en la teoría, pero cómo se logra vencer las tentaciones: Pienso en tortas, chivitos, alfajores ¿No te tientan?
Sí, la tentación siempre está. No voy a negarlo, y de vez en cuando me salgo. Incluso después de un tiempo que el cuerpo se recupera mediante una vida saludable, es bueno probar otras cosas. En alguna fiesta, evento, hago algunos desvíos pero después de muchos años uno se vuelve más exigente, casi te diría paladar negro: uno se acostumbra a la comida sana, a la comida de calidad y la que no es de calidad uno la siente como de inferior calidad. Entonces, lo que antes para mí era un manjar suculento, ya no me atrae tanto. Para mí la comida más deliciosa de la tierra es la cocina de mi casa. Me pueden invitar al mejor restaurante de Francia y yo te diría que es rico, pero mejor es la comida de Alejandra. Porque una cosa es la comida hecha para el placer, y otra cosa es la comida hecha para la salud. La comida hecha para la salud, además de ser deliciosa, es una comida que vos la comes y sentís que estás más fuerte. En cambio la comida gastronómica, es muy deliciosa, pero te sentí más débil después.
¿Cómo evalúa la comunidad científica del país este tipo de ideas respecto a la alimentación?
Está dividida. Algunos se entusiasman y otros no. Otros rechazan; es como aquello de acción reacción. Cuando tu actúas siempre vas a encontrar una reacción. Pero a mí no me interesa convencer a la comunidad científica. A mí lo que me interesa es ayudar a las personas que quieren ser ayudadas. Dentro de la comunidad científica hay gente que quiere ser ayudada y gente que no. Yo lo llamo a ello estar maduro o estar inmaduro. El que está muy sano puede todavía andar por ahí comiendo lo que quiera, haciendo lo que quiera, porque todavía le queda un resto de salud. La aguja no entró a la reserva, todavía tiene nafta suficiente. Pero cuando entra en la reserva, y la gente empieza sentir que la salud empieza a flaquear, ahí es cuando la persona se abre. Mi único propósito es motivar hábitos saludables, como una estrategia para la felicidad personal, para el bienestar y para la salud. Hay muchos científicos, psiquiatras y especialistas de todo tipo que se interesan en esto y me han pedido una orientación y para mi ha sido un honor poder darla. Hoy hay cada vez más gente buscando una medicina menos agresiva. A los médicos nos enseñan que todo se arregla con cirugía y fármacos, y si uno no utiliza cirugía y fármacos no es un buen médico, no es científico, no es serio, no es competente. Lamentablemente detrás de la medicina está la industria farmacéutica que maneja fortunas. Este tipo de medicina se está derrumbando en todo el mundo y se está produciendo una migración masiva a la medicina alternativa porque la gente está buscando algo que lo cure y que no agreda el cuerpo.
¿Podrías hablarnos específicamente de la alimentación de bebés y niños?
Con respecto a los niños, me consultan mucho, sobre todo mamás vegetarianas. En primer lugar, una óptima leche materna, no es cuestión solamente de darle pecho al niño. Hay que considerar qué está comiendo la madre. Si está tomando bebidas colas, si está comiendo churros, grasa, entonces por más que le de el pecho, va a tener una calidad inferior de lactancia materna. Es muy importante que la madre esté saludable, se alimente bien durante todo el proceso del embarazo y luego, tiene que ser cuidadosa con su dieta por lo menos uno o dos años más. Y si la madre no tiene leche suficiente, recomiendo la leche de cabra como sustituto. Luego introducir alimentos naturales y no tanta carne como normalmente se hace en este país. Aunque el bebé necesita más porcentaje de alimento animal que el adulto, no hay que excederse. También granos bien cocidos, blandos. Y en general los niños se van adaptando y crecen estupendamente, muy sanos, con un mínimo de complicaciones, no tienen casi resfríos o gripes.
Por último, ¿Qué opinás del programa Clean que promueve el Dr. Alejandro Junger?
El cuerpo posee en su ADN, los mecanismos naturales de autocuración. Pero si yo inundo a mi torrente sanguíneo con toxinas mi sabiduría corporal entiende que en ese momento la prioridad es sacar las toxinas entonces está ocupado con eso. Lo que dice Junger es algo muy interesantes. Cuando uno come tiene que digerir esa comida. Para el cuerpo esa digestión es la prioridad número uno, por lo tanto, si un individuo come y se pone a nadar en la playa, el organismo va a darle prioridad a la digestión por eso se va a acalambrar y se puede ahogar. El organismo no dice: no, no ahora voy a nadar, y después voy a digerir. No, no, no primero digiero y después… lo mismo pasa con las capacidades autocuración: primero digiero y después me curo, pero como comemos cada 2, 3 o 4 horas no puede emprender esos mecanismos. Por eso él sugiere períodos de ayuno y de dieta líquida. Con la macrobiótica hacemos lo mismo pero en un período un poco más largo, más a largo plazo.
La importancia de una alimentación saludable
La foto fue tomada de: www.morguefile.com