En esta nota la Dra. Torrado se refiere al aumento en las enfermedades respiratorias agudas, y se hace especial hincapié por su gravedad en las neumonías.

Ante la proximidad de un nuevo invierno, y con los primeros fríos intensos, ya comenzó a registrarse como en años anteriores, el aumento esperado en la incidencia de enfermedades infecciosas respiratorias en los niños. Ello ocasiona que a diario los servicios pediátricos hospitalarios y de las emergencias móviles sean exigidos al máximo. 

Las consultas, tanto en las puertas de emergencia, como en policlínicas, o en servicios externos, se reclamen por distintos tipos de infecciones respiratorias agudas: faringitis, laringitis, otitis, asma y neumonías. 

Unas de las acciones consideradas fundamentales para enfrentar el pico epidémico estacional de las neumonías, se llevan a cabo en la comunidad a través de distintos medios. Uno de los más importantes es la educación de los padres y maestros, para que conozcan la conducta que deben seguir cuando comienzan los primeros síntomas de la enfermedad. Ello incide en el mejor pronóstico de la enfermedad. 

Las acciones educativas tienen una especial importancia para su aplicación en el cuidado de los lactantes y niños pequeños. La educación se refiere no sólo a las medidas preventivas relacionadas con una consulta temprana, sino al cumplimiento del tratamiento prescrito, en dosis y tiempo de aplicación, que debe conocerse tanto a nivel del hogar del niño, en las guarderías y escuelas. 

Los casos en los que se observa una mala evolución de la neumonía, en general se relacionan con una consulta tardía de la familia. 

Los primeros síntomas:

Cuando el niño agrega a la tos dificultad para respirar, debe ser evaluado por un pediatra para verificar si tiene signos clínicos que sugieran una neumonía. 

Los signos sugestivos son la polipnea (es decir, aumento del número de ciclos respiratorios por minuto); el tiraje subcostal (depresión de la pared inferior del tórax durante la inspiración); y la presencia de estridor o sibilancias (sonidos característicos, causados por obstrucción de la vía respiratoria). 

a) La polipnea en niños menores de cinco años es a menudo el signo inicial de la neumonía. Debe recordarse que la frecuencia respiratoria es normalmente más alta en los niños menores de cinco años es a menudo el signo inicial de la neumonía. Debe recordarse que la frecuencia respiratoria es normalmente más alta en los niños menores de un año. Para ellos, el signo de peligro está en una frecuencia superior a 50 respiraciones por minuto. Entre el año y los cuatro años el límite de riesgo esta entre 35 y 40 respiraciones por minuto. 

b) El tiraje subcostal es un alto indicador de neumonía. Es un signo que consiste en el hundimiento inspiratorio de la pared torácica inferior del niño, que no debe confundirse con el tiraje intercostal, que es el hundimiento de los espacios entre las costillas, que se ve en las obstrucciones bronquiales severas. 

c) El estridor, se oye como ruido áspero en la inspiración. Si ocurre durante el reposo traduce obstrucción de la vía aérea superior. Si sólo tiene lugar cuando el niño se agita o llora, no es tan grave, y suele corresponder a una laringitis leve. 

d) Las sibilancias, que se perciben como silbidos , traducen obstrucción de la vía respiratoria más baja, bronquial, como se ve en el asma, aunque en algunas neumonías pueden estar presentes. Los niños con bronquiolitis y/o asma, pueden también presentar tiraje subcostal y aumento de la frecuencia respiratoria, pero ello suele desaparecer luego de usar medicación broncodilatadora. 

Las neumonías graves: 

El empeoramiento de la neumonía tiene lugar cuando el niño registra elevación de la fiebre y rechaza todo alimento, e incluso vomita lo que ingiere. Además, se muestra decaído, sin responder como habitualmente a los estímulos que recibe. No mira a su madre ni al médico, permaneciendo indiferente. 

Cuando al examinarlo se comprueba que presente tiraje subcostal, aumento de la frecuencia respiratoria, y estridor de reposo, debe ser enviado con urgencia al hospital más cercano, donde se evaluará con una radiografía de tórax, y si es necesario, comenzará a recibir antibióticos intravenosos. 

Si el niño presenta sibilancias debe ser tratado con broncodilatadores (salbutamol). Si de este modo mejora su fatiga, fundamentalmente si cursaba sin fiebre ni repercusión general, el niño seguramente cursaba con un broncoespasmo sin neumonía; pero si persiste con dificultad respiratoria deberá ser evaluado en un Centro asistencial, por la posibilidad de presentar una neumonía. 

Los niños con tos o resfrío no necesitan antibióticos. Suelen mejorar en 7 a 10 días, tratados con antitermo-analgésicos. Cuando la tos se prolonga por más de 30 días, es precisa la evaluación pediátrica para descartar asma, tos convulsa, o tuberculosis. 

El tratamiento de la neumonía, (en su mayoría causadas por la bacteria neumococo), consiste en la administración del antibiótico adecuado al germen, durante 7 a 10 días.  

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