Es importante leer sobre crianza, charlar con otros padres y profesionales. Esas instancias obligan a la mente a trabajar y a decidir cómo educar a los hijos.
A pesar de todos los cambios que estamos viviendo, sobre todo provocados por los tremendos avances de la ciencia y la tecnología, los cambios culturales y sociales se suceden un poco más lento. Es verdad que ahora buscamos todo en internet en lugar de en un diccionario, o que miramos videos en YouTube en lugar de la TV abierta, pero muchas de nuestras conductas responden a nuestros aprendizajes anteriores. Algunos, incluso, desde la época paleolítica. Porque la biología es mucho más lenta que la cultura y el ser humano tarda cientos de generaciones en modificar sus estructuras básicas.
Como sostuvo el neurocientífico argentino Estanislao Bachrach en una entrevista aparecida en la revista Ser Familia (Uruguay) “El cerebro es paleolítico, cavernícola. Y la mente es tecnológica, digital. Vos tenés un cerebro cavernícola que tiende a reaccionar impulsivamente, cuanto más pueda reaccionar, más fácil para él porque corre menos riesgos.”
De hecho, el cerebro lo único que quiere es sobrevivir, buscando el placer y huyendo del dolor. Por eso hablamos de las dificultades a la hora de educar.
Educar requiere implicarse, esforzarse, pensar, decidir. Todas cosas que a nuestro cerebro le cuestan trabajo.
Ese problema es lo que hace que sea tan difícil ganarle a las adicciones. El mismo Estanislao dice: “Si el cigarrillo o la torta dan gratificaciones, el cerebro las quiere hoy, porque no sabe si mañana va a haber cigarrillos o va a haber torta. Pero la mente es a largo plazo. En la batalla del día a día, cerebro vs. mente, el cerebro gana, porque automatiza todo. Como el cerebro es experto en repetir, tener hábitos, cuando vos construís uno nuevo pero más sano, lo vas a hacer muy bien, el tema es que descubras cuál es ese hábito (que te favorece) y cómo construirlo.”
Por eso cuando nuestros hijos hacen una pataleta, y sabemos que está mal darles lo que piden, se sucede una lucha entre nuestra mente y nuestro cerebro. El cerebro está molesto por la pataleta y quiere solucionar el problema rápido y fácil para estar tranquilo. Pero nuestra mente racional es la que debe imponerse y decir: No, voy a hacer lo que creo correcto. Esto nos sucede cientos de veces por día, aunque la mayoría de ellas ni siquiera tomemos conciencia. Cuando nos dicen “A TODOS mis amigos los dejan hacer tal cosa y vos no” ; “Sos el/la más malo por no permitirme esto”.
En el libro Lo no dicho sobre la adicción, el autor Tato López entrevista al Dr. Guillermo Castro, jefe de psiquiatría del Hospital Británico quien explica que al núcleo accumbens, que es parte del cerebro humano todavía le faltan cien mil años de desarrollo, porque todo lo que le genera placer lo atrae, pero no discrimina qué placer es positivo y cuál no. Como decíamos antes, ese es el trabajo que se impone a nuestra mente.
Por eso resulta tan importante leer sobre crianza, charlar con otros padres y profesionales. Porque esas instancias obligan a la mente a trabajar y a decidir cómo y porqué quiere educar a los hijos de cierta manera, aunque lleve esfuerzo, en lugar de tomar el camino más fácil a corto plazo.
Que se imponga la mente sobre el cerebro, ese es el desafío que se nos presenta como padres.