Hay niños más rellenitos que otros y no por eso son obesos. Un niño es obeso cuando su peso supera en un 20 % o más al esperado según su edad y su altura.

Por lo tanto, antes que nada, debemos controlar al niño para saber en cuánto excede lo que debería ser su peso normal. Luego los profesionales deberán evaluar cuál es la causa de la obesidad, que generalmente no es única sino una combinación de varios elementos: los factores genéticos, el ingreso económico familiar, la educación, la familia y hasta la religión pueden tener influencia directa en los alimentos que consume. 

Para determinar el tratamiento es indispensable realizar una valoración nutricional completa que incluya la toma de medidas antropométricas como peso, talla, pliegues cutáneos (que nos hablan del porcentaje de grasa corporal), la valoración bioquímica, un análisis de sangre para verificar el valor en la sangre de sustancias relacionadas directamente con el estado de nutrición, una encuesta dietética para conocer los alimentos que consume de manera regular, horarios y hábitos de alimentación en general y una valoración clínica completa. Con estos datos se realiza una valoración completa y se dan las pautas del tratamiento a seguir.

En general en niños obesos se detecta una mala técnica alimentaria y una actividad física escasa por lo que es fundamental elaborar un programa de educación que promueva el cambio de hábitos y comportamiento del niño ante los alimentos, una dieta especial, promover mayor actividad física y sobre todo brindar apoyo familiar y social.

Debemos entender que "dieta" se define como el conjunto de alimentos que se consumen en un día, en el caso de un niño obeso es necesario diseñar una dieta especial para el niño que debe ser calculada dependiendo del peso y la talla (grado de obesidad), la actividad física y los hábitos o costumbres que tenga. No es recomendable emplear dietas con muy bajo aporte de energía ya que se puede comprometer el crecimiento y desarrollo del niño. Debemos tomar en cuenta que las dietas de reducción comunes son diseñadas para adultos sin tomar en cuenta las características físicas de cada uno de ellos, por lo que no son recomendables para su uso en niños. Con una dieta adecuada y un incremento en la actividad física controlada el niño debe bajar de 1 a 2 kilogramos por mes.

Es recomendable incrementar a cinco el número de comidas al día ofreciendo menor cantidad de alimentos en cada una en lugar de las tres comunes con gran cantidad de alimentos en cada una. Y no utilizar alimentos "bajos en calorías" que han sido diseñados principalmente para adultos y que su empleo en niños no está justificado.

En este proceso, el apoyo de los padres y el resto de la familia es indispensable. Es necesario evitar que haya al alcance del niño golosinas, postres, refrescos, etc. y menos que otros las consuman delante de él. Todos deben incrementar el consumo de fruta, verduras, carne blanca, cereales integrales, moderar el consumo de carne roja y disminuir el consumo de fritos. 

Lo que sí debemos saber es que sea cual sea la causa, el riesgo de padecer enfermedades del corazón y diabetes es mucho mayor en un obeso por lo que estamos obligados a realizar un diagnóstico y tratamiento adecuado a edades tempranas. Esto sin considerar el daño psicológico que la obesidad tiene como consecuencia, ya que se presentan desde problemas en crecimiento hasta la disminución del autoestima, ya que los niños obesos son discriminados sobre todo para participar en ciertos juegos o actividades; además de ser objeto de burla y de apodos entre niños de la misma edad. 

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