Científicos de la Universidad de California y el Hospital Pediátrico de Los Ángeles, EE.UU., afirman que estar expuesto a contaminantes ambientales en el embarazo y también durante el primer año del bebé aumenta entre dos y tres veces el riesgo de padecer autismo.
El autismo está asociado a la genética pero también a desórdenes ambientales. Los problemas de comunicación, interacción social y las conductas repetitivas son característicos de esta enfermedad.
Heather Volk, investigadora de la Universidad de California del Sur, estudió las consecuencias de la contaminación en el feto en desarrollo y en niños de hasta un año de edad de zonas con altos niveles de exposición. El estudio comprobó que niños pertenecientes a hogares con mayor contaminación tuvieron hasta tres veces más de riesgo que los de hogares con menor exposición.
Fuente: www.elpais.com.uy
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