Si bien una mujer embarazada no debe ‘comer por dos’ como se escucha habitualmente, si debe incrementar su dieta en unas 300 a 500 calorías.

Pero este aumento de calorías no debería estar dado por cualquier alimento, sino principalmente por aquellos que proporcionan nutrientes específicos que puedan escasear y que son especialmente importantes para el feto en desarrollo. 

Estos son: 

  • Proteínas, indispensables para la creación de los tejidos fetales.
  • Calcio, para el desarrollo óseo.
  • Hierro, para la producción de hemoglobina.
  • Cinc, necesario para la división celular
  • Ácido fólico y Piridoxina, dos vitaminas del grupo B. 

Por suerte, como la naturaleza es sabia, algunos de los cambios que se producen en el cuerpo de la embarazada favorecen la asimilación y retención de estos nutrientes. De todos modos, es importante tener en cuenta que deben estar presentes en la dieta en cantidades suficientes. 

Los alimentos ricos en hierro son principalmente el hígado y las carnes rojas. El calcio abunda en la leche y sus derivados y el ácido fólico, como dijimos anteriormente, en las vitaminas del grupo B como vegetales de hojas verdes, granos enteros y maníes. 

En los casos en que las concentraciones de estos nutrientes no son suficientes, seguramente el médico recomendará el consumo de complementos. Asimismo es frecuente que nos deriven a una consulta con la nutricionista de nuestro centro de asistencia quien podrá aconsejarnos sobre una dieta adecuada según nuestras costumbres y necesidades.

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