Una persona es resiliente cuando sale renovada de una experiencia dolorosa, es decir, cuando no hay un derrumbe emocional irreversible frente a las circunstancias que debe afrontar, sean cuales sean.

Un niño es resiliente cuando logra mantener intacta su armonía emocional y para lograrlo requiere estar nutrido por el amor de sus padres. Por eso, la resiliencia es un concepto clave en las disciplinas de carácter social.

Es fundamental haber desarrollado esta habilidad al llegar a la etapa de la adolescencia porque permitirá transitarla con mayor armonía. Para tratar este concepto tomamos como punto de partida la información del libro Educar las emociones de la Dra. Amanda Céspedes (Chile).

La resiliencia se da cuando se sale transformado de una experiencia dolorosa, es decir, cuando las adversidades y el estrés no provocan un derrumbe emocional irreversible.

Todas las personas tenemos esta capacidad, pero tenemos que tener en cuenta que los adultos podemos ayudar a nuestros niños y adolescentes a ser resilientes con algunos factores que expresaremos en los próximos párrafos.

Como ejemplo, la psiquiatra Céspedes cuenta la historia de una joven que sufre un accidente en una vía férrea, pierde parte de sus extremidades y a su condición de discapacidad la transforma en una oportunidad de mostrar su coraje. 

Ser resiliente

Como señala la psiquiatra Céspedes, resiliente es “aquel niño nutrido en el amor de sus padres que logra, gracias a ese amor, mantener intacta su armonía emocional en un mundo donde acecha el estrés y que algún día fue invitado por un loco soñador y poeta a imaginar mundos posibles, a creer en la belleza del misterio y a conquistar la verdadera libertad, que consiste en descubrir en su interior ese soplo sutil llamado alma”.

Por lo tanto, ser resiliente depende en gran medida de los otros. Los niños y adolescentes dependen de los adultos, necesitan el amor de sus padres.

Consejos para desarrollar la resiliencia

En lo biológico, es importante el factor neurotrófico del amor brindado al niño desde antes de nacer y durante los primeros cinco años de vida. 

¿Qué son los factores neurotróficos? 

Todos los que fortalecen el cerebro, produciendo neuronas sanas y fuertes y conexiones interneuronales sólidas y precisas. Las tres principales son: 

-El amor incondicional hacia el niño. 

-La protección activa, permanente y comprometida contra los efectos del estrés y el maltrato psicológico y físico. 

-La estimulación temprana. 

Los adultos también deben ayudarlos a fortalecer su autoestima y a establecer diferentes vínculos (ya que como vimos, ser resiliente depende en gran medida de los otros). También es importante que los adultos cuiden su estrés, su ansiedad y su descanso, porque es el primer modelo que imitan.

10 consejos dirigidos a los adolescentes:

1) Deben hablar con sus amigos y con sus padres y expresar sus opiniones, incluso si no opinan lo mismo que los demás. Los padres tienen experiencia y en algún momento vivieron esta etapa, por lo que pueden ayudar. Deben preguntar sus dudas y escuchar las respuestas. 

2) Las emociones en la adolescencia pueden verse alteradas por las hormonas y los cambios físicos. La incertidumbre en una tragedia o trauma puede hacer que estos cambios parezcan más extremos. Por eso, deben tomarse un respiro y ser menos exigentes. 

3) En el hogar no debe haber estrés y ansiedad. La habitación o la casa debe ser una “zona de tranquilidad”. Igualmente, deben entender que si algo grave acaba de suceder, los padres van a querer compartir momentos juntos.

4) En períodos de mucho estrés, deben planificar una rutina y cumplirla, ya que hacen que las personas se sientan bien. 

5) Deben cuidarse física, mental y espiritualmente. Deben dormir correctamente. Si esto no se cumple, pueden estar malhumorados y nerviosos en los momentos que necesitan estar animados. 

6) Pueden cumplir sus metas, incluso en medio de una tragedia. Los malos momentos descontrolan, pero si toman acciones decisivas (si tienen iniciativa), pueden recuperarse. 

7) A algunas personas les cuesta expresarse, pero hay que buscar la manera de hacerlo, ya sea escribir en un diario o recurrir al arte como medio de expresión. 

8) Pueden ayudar a los demás para liberar la mente. 

9) Deben poner las cosas en perspectiva. A la larga, los malos momentos se superan. Por eso, si se preocupan porque piensan que no van a poder seguir adelante, deben recordar algún momento de estrés que fue superado. Sería bueno que aprendan técnicas de relajación, por ejemplo, pueden pensar en una canción especial durante los momentos de estrés o respirar profundamente. Cuando hablen de los malos momentos, deben hablar también de los buenos. 

10) Deben desconectarse de las noticias, ya que pueden añadir la sensación de que nada va bien. 

Pueden aprender la resiliencia, pero puede haber momentos en los que uno no se siente feliz y eso es normal y está bien. La resiliencia puede ayudar a ser una persona que sale a flote o que tiene capacidad de recuperación. 

Fuentes: 
-Libro Educar las emociones de Amanda Céspedes.
-Sitio web American Psychological Association.
Imagen: Morguefile.com

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