Hace unos años, los adolescentes se rebelaban contra sus padres, pero hoy en día comienzan a edades más tempranas. Es importante tener claro cómo responder.
Todos conocemos que alrededor de los dos años lo niños comienzan con la etapa del “NO”, donde se oponen a todo. Esta conducta puede cesar o mantenerse durante muchos años. Algunos niños no la atraviesan en la etapa preescolar y comienzan con la rebeldía en la adolescencia. Dado que hay distintos momentos en que los hijos se oponen a la autoridad de los padres, más que saber las causas, es importante tener claro cómo responder. Vuestras reacciones tienen un fuerte impacto en la personalidad de ellos, ya que están en pleno proceso de formación. Ustedes tienen herramientas muy productivas como el silencio, las palabras y las actitudes. La consciencia ayuda a poder decidir plenamente cuál de ellas y cómo las utilizarán para que sean positivas y eficaces. Antes de empezar a presentar la guía, tienen que tomar consciencia de lo que sienten ante la rebeldía de vuestros hijos, enojo, miedo, impotencia, sentimientos de no ser buenos padres, culpa, etc.
El primer punto es tener presente que la relación padre-hijo es vertical. Ambos se deben respeto mutuo, pero el primero es la autoridad que educa pues tiene experiencia para transmitir pautas de conducta. Los niños se pueden enojar por la puesta de límites pero el padre tiene que ser consciente que es el responsable de su educación. La rebeldía puede ser una forma de responder pero no los exime a ellos de cumplir con las normas fijadas por los padres, ni a éstos últimos de educar.
La segunda pauta es que todo límite o pedido tiene que ser expresado con un tono calmo y tranquilo. Cuando el padre habla con rabia, mal humor, irritabilidad, el hijo lo siente como una persona débil que le transmite inseguridad. La falta de firmeza en los adultos es un terreno propicio para desobedecerlos.
La tercera herramienta es que el padre tiene que tener respuestas predecibles ante las conductas de su hijo para que éste pueda estar seguro que ante determinada acción suya vendrá siempre la misma respuesta del adulto. Esto brinda calma, seguridad y así es más fácil obedecer al adulto. Por ejemplo, el niño sabe que sí no cumple con determinada tarea, perderá el derecho de ir a un lugar que le guste por determinado tiempo.
La cuarta herramienta es utilizar siempre un lenguaje que transmita ideas claras sin rodeos, comprensible y simple. Para eso los adultos tienen que estar firmes y tener plena consciencia con respecto a lo que ellos están sintiendo para poder gestionar sus sentimientos como, por ejemplo, la rabia. Muchos padres se enojan intensamente y no pueden contenerla y comienzan a gritar.
La quinta pauta es que los adultos no pueden responder con la misma conducta irrespetuosa, tienen que expresar de forma asertiva que son los padres y conducirse en la vida como tales. No hay que responder a las provocaciones de los niños desobedientes.
La sexta herramienta es no convencer ni prometer regalos para que obedezca, pues se distraen del objetivo y los niños sienten que ellos son más fuertes que los adultos.
Por: Fanny Berger
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Fan page: Fanny Berger Psicóloga, Twitter: @fannybergerpsic