Nuestros hijos requieren de la atención de ambas figuras para su desarrollo psico físico. Es un rol que la pareja debería asumir en conjunto para brindar el máximo potencial a sus niños.
Los papás en el parto… El nacimiento de un hijo es un momento vital, y que el padre esté presente no es mero capricho, sino que una experiencia enriquecedora y humana, que por su intensidad, fortalece como ninguna otra el vínculo entre padre e hijo y cohesiona a la familia. Así es reconocido en las maternidades, por eso, la presencia del padre en el nacimiento se fomenta, y con excelentes resultados. Hoy, en casi todos los centros de salud lo permiten, si no existen complicaciones graves de salud de la madre o el niño. ¿Qué experimenta el padre? El nacimiento es el primer contacto directo que el hombre tiene con su hijo. Aunque participe activamente en el embarazo de su mujer y asista a todos los controles prenatales y ecografías, él no siente al niño moverse en el vientre, no experimenta los cambios físicos y anímicos que tiene la mujer durante el embarazo, ni sufre las contracciones. Por eso, el nacimiento de la criatura es su primera vivencia real de paternidad. Al ser testigo del nacimiento de su hijo y tener un contacto temprano con él, el padre fortalece su lazo afectivo con el pequeño y se siente aún más comprometido en su cuidado, crianza y protección.
Entrando al pabellón: nada que temer a pesar de las buenas intenciones del padre por acompañar a su mujer y darle la bienvenida al mundo a su hijo, es inevitable que se sienta nervioso y algunos, hasta aterrorizados de presenciar el parto ¿Seré capaz de soportarlo?, ¿Me impactaré al ver la sangre y las jeringas de la anestesia?, ¿Podré apoyar a mi mujer? Es lógico que el padre cuestione sus propias capacidades. Pero en realidad debe saber que no hay nada traumático en un parto (los que se desmayan o quedan pálidos son la excepción a la regla). Generalmente, el hombre se pone un delantal y mascarilla esterilizados, se lava manos y brazos y se sienta junto a la madre, acompañándola y ayudándola a concentrarse en la respiración, mientras el equipo médico la asiste, hasta que les entregan el hijo a ambos. Algunos doctores piden colaboración al padre, para que tome un papel más activo, por ejemplo, cortando el cordón umbilical del niño. Este tipo de intervenciones siempre son acordadas de antemano y sólo se hacen si el padre lo desea. No se trata de que él atienda el parto, es más, a la madre se le coloca una sábana por delante y así, el papá no necesita ver directamente todo el proceso si no se siente preparado para hacerlo. Lo mismo ocurre en una cesárea. Aunque para los padres es muy impactante ver la incisión y más aún cuando los médicos sacan al bebé del vientre materno, prima el deseo de conocer al hijo y estar al lado de la madre en ese momento tan importante. Puesto que se trata de una cirugía, es poco probable que el padre pueda intervenir.