De manera premeditada y buscada o de forma sorpresiva y casi casual, un día una pareja se entera que está esperando un hijo.

La llegada de un bebé en casi cualquier estrato social y circunstancia suele estar rodeada de optimismo y felicidad. Pero un día ese bebé llega a este mundo y hay que hacerse cargo. Llora, se hace caca, duerme poco, reclama atención. Y ahí las cosas comienzan a ponerse un poco más difíciles.

Pero después el niño crece y todo se complica aún más. Porque hace preguntas. Nos interpela. Pero sobre todo, porque una crianza a conciencia implica cuestionarse y replantearse todos los valores con que fuimos educados y la forma de conducir nuestra vida.

La maestra me dice que se pelea con los niños en el jardín. ¿Y yo cómo respondo? ¿Le digo que es mi hijo y ella no debe meterse, le digo que si le pegan él tiene que devolver o trato de enseñarle a solucionar los conflictos sin violencia? El tiempo pasa y un día encuentro un preservativo en el cuarto de mi hijo. ¿Me hago el/la distraído/a? ¿Pido en el liceo que le den una clase sobre sexualidad o dejo de lado mis propios prejuicios y hablo con mi hijo sobre su vida sexual?  

Ser padres no se trata de cubrir las necesidades básicas (alimentación, techo, abrigo, agua) y ni siquiera de mandar a los hijos a la escuela  y cubrir otro tipo de necesidades (¿necesidades?) materiales. Se trata de abandonar la propia adolescencia y encontrar en la crianza uno de los sentidos únicos e intransferibles de la vida.

Esta visión es la que presenta la Logoterapia, una escuela de psicología creada por Viktor Frankl,  catedrático de neurología y psiquiatría de la Universidad de Viena quien sostiene que lo más valioso de la existencia humana se encuentra en la propia autotrascendencia. El sentido de la vida como motivación fundamental y como esencia misma de la humanidad. Y uno de esos sentidos lo constituye sin duda la paternidad y/o maternidad ejercida con consciencia. Se trata de asumir la responsabilidad que el rol implica educando no a control remoto o con el piloto automático puesto, sino pensando y definiendo qué  vida quiero construir junto a mi familia.

Esta mirada existencialista cobra especial relevancia en la época actual, en que vivimos apurados, inquietos, inseguros e inconformes con la vida. La sociedad occidental moderna basada en la búsqueda del placer inmediato y el éxito efímero nos hace creer que de todo aquello que proporciona displacer debemos huir. Y eso hace que a veces optemos por el camino fácil. Sé que a mi hijo le hace mal comer papas fritas todos los días, pero como llora si le doy ensalada y me molesta mucho escucharlo llorar, entonces igual le doy papas fritas.

O lo dejo mirando la televisión o la tablet todo el día porque así no melesta.

Para educar con sentido, primero debemos conocernos a nosotros mismos. Y descubrir aquello que hace nuestras vidas únicas, especiales y relevantes. Como plantea Sergio Sinay en “La sociedad de los hijos huérfanos”, si no tienen claro cuál es el sentido de sus vidas, aquello que las hará significativas, acaso necesiten dedicarse a explorar esa cuestión antes de arrastrar a una vida nueva e indefensa en el torrente de vacío existencial.”

Querer a los hijos es importante, pero no suficiente. Y además implica entender qué es el verdadero amor; que es darle al otro lo que verdaderamente necesita, y no darle placer momentáneo para que mi amor sea correspondido. Eso es egoísmo, no amor.

Por eso sostenemos que una mamá que no está preparada para escuchar: “sos la más mala del mundo”, no está preparada para ser mamá. Porque durante el ejercicio de la crianza responsable, muchas veces vamos a tomar decisiones que nuestros hijos rechazan. Que los frustran. Pero eso no debe asustarnos y mucho menos hacernos cambiar de opinión, si estamos convencidos de que se trata de una opción correcta. Porque ser padre no es ser amigo.

A veces las circunstancias nos llevan a poner excusas para explicar la ausencia o falta de  responsabilidad:

“A mí me educaron así, no sé hacerlo de otra manera” O “trabajo todo el día y no tengo tiempo para estar con mis hijos todo lo que quisiera”.

La logoterapia también nos aporta una visión interesante sobre esta problemática. Sobre todo una visión llena de esperanza. Porque la corriente creada por Frankl considera que es el futuro el que determina nuestro presente en contraposición a la psicología predominante -a partir del  psicoanálisis- que nos dice que el pasado determina nuestro futuro. Esa interpretación nos limita porque propone que como no podemos cambiar nuestro pasado, tampoco podemos determinar nuestro futuro. Sin embargo la logoterapia propone que somos lo que hacemos con todo aquello que recibimos. Es decir, a veces no podemos modificar las circunstancias, pero podemos modificar cómo actuar frente a ellas.

La libertad del hombre es la de tomar una actitud frente a cualquier condicionamiento en el que uno se pueda encontrar. Cada momento encierra miles de posibilidades pero yo puedo elegir solo una para realizarla.  

Uno es lo que hace con lo que hicieron de uno, por lo tanto el enojo con los propios padres tampoco es excusa para no ejercer el rol. Hay un momento que uno debe reconciliarse con uno mismo y con sus padres, saber que a su manera lo hicieron lo mejor que pudieron y determinar cómo quiere que sea su futuro y el de sus hijos. Hoy la ciencia enseña que el cambio es posible, sólo que con voluntad y esfuerzo, nada se logra solo y si fuera así tampoco tendría sentido. Como dice el libanés Nassim Taleb en: Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden, “si pudiera predecir exactamente como me va a ir el día, me sentiría un poco muerto.”

Sinay también explica refiriéndose a la crianza que “transformar esa peripecia en un hecho trascendente y significativo, en un acto pleno de sentido, en una contribución a la mejora de la vida humana y planetaria, en un acontecimiento espiritual que va más allá de lo personal, es un proceso que requiere conciencia, compromiso , responsabilidad y amor.”

Responsabilidad es responder. La responsabilidad se trata de una capacidad y de una actitud. El ser humano debe hacerse responsable de su propia vida. Para algunas personas puede significar la dicha de emprender el proyecto de construcción personal y familiar y para otras significará la angustia de sentirse arrojados en un mundo lleno de problemas. Pero responder frente a ellos de una manera diferente a como lo venimos haciendo, siempre es posible. Basta con proponérselo.

(En Base al curso Logoterapia para Profesionales dictado en CELAE)

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