Pues bien. Como todas las mamás, quise prepararme de la mejor manera para ese momento, así que asistí a muchos cursos y leí todo el tiempo… ¡sabía todo lo que debía y podía saber!
Eso creía… porque la lección más importante aún estaba por ser aprendida y es que ese bebé que estamos esperando es único y todo con él es único, así es que mi parto fue como era de esperarse, ¡ÚNICO! Nació de tan solo 33 semanas de gestación y no fue un parto natural.
Tuve que entrar a la sala de cirujía para que se me practicara una cesárea de emergencia porque mi bebita estaba en problemas… no fue fácil pero Dios sabe cómo hacer las cosas y en lo único en lo que yo pensaba era en ella y en como “ayudarla” y con la actitud más optimista del mundo entré y salí con una bebé de 2080 gramos y 45 cm. Pequeñita, perfecta y muy frágil a mis ojos… el final feliz muy feliz. Hoy tiene 2 años y medio de edad y es una bebé (aún así le digo) que goza de perfectas condiciones de salud, fuerte fìsica y emocionalmente, dulce y lo mejor: cuando la ven nadie, de verdad nadie se imagina que su nacimiento fue una experiencia difícil como lo fue. Conclusión: Todos los bebès son únicos y sabios y saben cómo y cuando “aterrizar”.
Patricia