El vómito es la expulsión con fuerza del contenido del estómago, a través de la boca. No es una enfermedad, pero sí puede constituir el síntoma de otras enfermedades. Es muy común en la infancia y también en los bebés.
Hay dos tipos de vómitos, los funcionales y los orgánicos. Cuando no lo acompaña otro síntoma y no es provocado por una enfermedad, es funcional. Si el niño está con buen ánimo y con su peso normal, no hay que preocuparse.
Igualmente, hay que estar atento para evitar aquello que causa el vómito. En cambio, los vómitos orgánicos son provocados por una agresión física o enfermedad. Por lo general, éstos son acompañados por otros síntomas.
Los colores son importantes para conocer la importancia del vómito. Deben consultar con el pediatra si es de color rojo (porque puede tener algún problema en el esófago) y si es verde (porque puede ser causado por problemas en el intestino). Si es blanco, puede ser por problemas en el estómago.
Algunos síntomas que pueden acompañarlos son: náuseas, dolor de estómago y dolor de abdomen. A su vez, puede ser acompañado de diarrea, mocos, fiebre, tos, dolor de garganta y dolor de oídos.
Ante un vómito aislado no es necesario actuar, más allá de asegurarse que el niño permanezca tranquilo por un período razonable de tiempo. Se aconseja no forzar al niño a comer luego de un vómito. Se recomienda brindarle líquidos azucarados para evitar la deshidratación pero administrado en pequeñas cantidades. Ante vómitos reiterados, sí se debe consultar al pediatra.
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