Yael Goldsztein realizó su especialización en Estados Unidos, donde vivió varios años y tuvo la oportunidad de trabajar con casos extremos y presenciar recuperaciones totales.
A su regreso a Uruguay, está enfocada en la prevención tanto a nivel familiar como escolar.
Fotografía: Babybooks Fotografía Infantil
¿Cómo definís a las adicciones?
Una adicción se produce cuando el consumo de determinada sustancia o la realización de una acción o comportamiento específico, -por ejemplo, el juego- toma la vida total de la persona. Deja de hacer o consumir eso por placer y pasa a ser una necesidad. Cuando los adictos están en plena enfermedad dicen que en realidad consumen para sentirse normales, no por placer. Creo que en ese momento la persona está realmente enferma. La adicción es una enfermedad crónica y progresiva.
Nombraste el juego, ¿a qué más se puede ser adicto?
Uno en realidad puede ser adicto a cualquier cosa, puede ser adicto al chocolate, a los libros, a la televisión, pero el tema son las consecuencias que trae cada adicción. Esa sustancia o esa adicción controla tu vida entonces si uno dice “hoy no voy a mirar la tele” y no puede controlar eso y termina mirando la tele todo el día, en realidad no está siendo libre de elegir porque esa acción o esa actividad tiene mucha fuerza, lo controla. Entonces se puede ser adicto a todo, lo que pasa es que hay algunas adicciones que traen consecuencias físicas, orgánicas, mentales, otras no. Ser adicta al chocolate te puede traer ciertas complicaciones pero a largo plazo, en cambio ser adicta a la heroína es mucho más complejo.
¿Qué te llevó a incursionar en este tema?
Me recibí de psicóloga en Uruguay en el año 1999 y por un tema laboral de mi esposo nos mudamos a Estados Unidos. Cuando llegué a Miami vi la necesidad de hacer una especialización para poder insertarme laboralmente. Tuve la suerte de conocer a una persona que trabajaba en un hospital donde tenían un programa muy bueno de rehabilitación, el director era un doctor colombiano que se llama Omar Mejía, el gurú de la rehabilitación allá. Trabajaba con pacientes que venían de todas partes del mundo. Me enamoré del tratamiento que proponía ya que tiene un enfoque bastante espiritual. No se habla de lo que es la adicción en sí sino del vacío existencial que hay detrás de ella. Después estuve trabajando para la policía del Condado de Broward al norte de Miami, trabajé en un programa piloto de delincuentes que tenían un sistema de puntuación legal, tenían muchos puntos y habían estado mínimo cinco años en la cárcel por distintos delitos y se les daba la oportunidad de rehabilitarse afuera. Después trabajé en una cárcel del mismo condado, en una unidad de mujeres de alto riesgo haciendo prevención y rehabilitación. Ahora en Uruguay estoy trabajando en clínica, en prevención, está bueno porque hay muchas cosas para hacer, traigo ideas de programas para escuelas. Por ejemplo, allá se hace prevención temprana. Ahora acá hay un proyecto muy interesante para este 2015 en counseling de adicciones junto a un equipo de profesionales con experiencia en el tema: la Dra. Laura Batalla, la acompañante terapéutica Valentina Gamarra y el psiquiatra Dr. Gastón Ricci. Se trata de CHOICE, una ONG que existe hace años en Argentina. Usando el mismo enfoque comenzaremos a trabajar en Uruguay.
¿Cómo y por qué debe tratarse el tema en las escuelas y liceos?
Creo que es súper importante, sobre todo en las escuelas, ya que se ha visto que tratar la adicción o la prevención en adicciones en los liceos es tarde porque el adolescente tiene una idea de lo que es consumir y por lo general es una idea positiva, de algo que les gusta, que los hace sentirse bien, avanzar, poder lograr cosas que no pueden sin la sustancia. Los que queremos hacer prevención tenemos que pensar en que hay que enfocar el tema antes, dar información y tratar de que los chicos desde chiquitos sepan elegir y hacer elecciones saludables, poder pensar y no seguir al grupo, poder decir “no” cuando todos dicen “sí”. Estamos enfocándonos en un problema que existe en nuestro país que es el consumo (sobre todo de alcohol y de marihuana) que según la Junta Nacional de Drogas empieza a los 12.8, o sea que tenemos que apuntar a prevenir, a dar información, también a los padres.
Hoy se está haciendo poco, el tema está un poco dormido, si bien todo el mundo dice “es terrible lo que está pasando con los jóvenes”, no hay una consciencia de la importancia de la prevención, está esa idea de que si hablo mucho de pronto le dan más ganas de consumir, de probar y está comprobado que no es así, que hay que darles información para que los jóvenes cuando decidan, tomen decisiones responsables y que si van a experimentar, lo hagan con cuidado, con responsabilidad, con límites y no que de un día para el otro haya una fiesta de 15 y terminen en un coma etílico porque mezclaron o no comieron nada. No pueden procesar todo el alcohol que están consumiendo para esa edad, entonces el riesgo es muy alto.
¿Cómo creés que deben tratar el tema los padres?
Creo que el enfoque tiene que ser un enfoque de confianza y sin tabúes, así como se tiene que hablar de sexualidad y como se tiene que hablar de tantos otros temas. Creo que no hay que esperar, así como decía que en las escuelas no hay que esperar, lo mismo en las casas, es algo que se tendría que hablar naturalmente. También generacionalmente a los padres nos agarra un poco perdidos, nosotros queremos enfocar el tema desde nuestra perspectiva, y si pensamos en lo que nosotros hacíamos a la edad que empezábamos a experimentar, vamos a errarle porque hoy en día los jóvenes cambiaron muchísimo. También hay una dificultad generacional en cuanto a querer ser amigo y cómplice de nuestros hijos en la adolescencia y ser de nuevo jóvenes, nos perdemos un poco en esto de poner los límites y las consecuencias. En todas las casas debería haber reglas, por ejemplo, “tu salís y tenés que estar de vuelta a determinada hora”, lo mismo para el alcohol y lo mismo si se habilita otro tipo de sustancias: “si tú vas a consumir y vas a venir borracho, vas a dejar de salir”, no sé, cada familia debería manejarlo según la cultura y las instancias familiares. Pero creo que no es un tema que pasa por habilitar o no, sino que pasa por un tema de confianza.
¿Por qué creés que descendió la edad de inicio del consumo?
Hoy empiezan alrededor de los 13 años a consumir, no tienen ninguna conciencia de lo que es el riesgo, ni saben tampoco mucho de la sustancia, se les presenta la oportunidad y consumen. Además el riesgo de empezar tan temprano pasa por un tema de madurez emocional y cerebral, por algo los distintos países ponen una edad determinada, en nuestro país es a los 18 y en Estados Unidos es a los 21. El cerebro está completamente maduro a los 25 años, o sea que si le estás poniendo sustancias a un cerebro inmaduro o que no está del todo desarrollado, no puede controlar impulsos como un adulto, no puede evaluar consecuencias. Además son propensos a probar otras drogas porque están en un medio donde te ofrecen otras cosas. También estadísticamente está comprobado que quien empieza a consumir temprano, tiene más probabilidades de desarrollar una adicción en la adolescencia o en la temprana adultez.
¿Qué otros riesgos tiene el consumo del alcohol en adolescentes?
Los riesgos son varios, a mí me preocupa muchísimo el tema de manejar alcoholizado o subirse al auto de alguien que esté alcoholizado. Por suerte ahora están cambiando las cosas y hay más control. El riesgo de tener relaciones sexuales no deseadas, o no cuidadas, irresponsables. Cuando uno está bajo el efecto del alcohol o de cualquier otra sustancia, no está pensando como pensaría si estuviera sobrio. Después todo lo que tiene que ver con las consecuencias físicas a nivel de salud.
¿No son conscientes de todos estos riesgos?
Los adolescentes van contra lo establecido, son rebeldes, dicen “esto le pasó a otros, a mí no”, quieren probar y experimentar, hacer su propia vida, cosa que es natural y positivo porque implica ese despegue de lo que es la familia y lo establecido, pero también tiene un riesgo y hay muy poca consciencia. Creo que apuntar al no consumo es un poco ideal y fuera de lo que es nuestra realidad, hay chicos que eligen no consumir, pero hay un porcentaje alto que va a consumir. Postergar esa iniciación es parte de lo que nosotros hacemos en prevención, a los 20, 21 años la persona lo va a procesar de distinta manera que si es a los 13.
¿Hablás con tus hijos sobre el tema adicciones?
Les hablo bastante, les pongo ejemplos de situaciones reales sin demasiado detalle ni morbo, creo que eso es mucho mejor para que ellos sepan qué cosas pasan. Sin hablar de sustancias uno puede hacer prevención “esta decisión que tomaste fue equivocada, las consecuencias fueron estas y si hubieses hecho otra cosa y hubieses pensado antes de actuar no estarías mal ahora”. En las escuelas de Estados Unidos no se habla de drogas, se habla de otras cosas que ayudan al chico a tomar buenas decisiones, un ejemplo puede ser que un niño chiquito encuentre un medicamento en el suelo. También si frente a cualquier situación de “me duele el dedo” le vamos a dar un jarabe o una pastillita, le estamos dando un mensaje a ese niño, le estamos diciendo que hay algo externo, que hay una sustancia que te ayuda cuando algo te molesta. Son pequeñas cosas que como padres debemos cuidar.
¿Cómo está el tema de las adicciones en Estados Unidos? ¿Es una problemática tan grave como aquí?
Hay graves problemas también, se toma muchísimo, se consumen pastillas para dormir, analgésicos, ansiolíticos, pero creo que la gente es más consciente de las consecuencias que tiene. Allá se empieza a manejar a los 16, si un chico comete una infracción, lo paran y está pasado de alcohol, ya tiene en su historial una situación donde hubo un abuso de sustancia, y eso queda marcado y en algunos college no le permiten la entrada, a veces tienen que hacer trabajo comunitario, dependiendo cuál haya sido la situación tienen que hacer algunos cursos online o presenciales para poder rehabilitarse, a veces sacan libretas. Entonces consumen adentro de las casas, contratan camionetas, se preparan. Esto no quita que el problema de la adicción no esté, es importantísimo y pasan cosas terribles también, pero las consecuencias son muy fuertes y eso de alguna manera frena.
¿Cómo ves el tema de las previas que hacen los adolescentes y qué consejos les darías a los padres sobre el tema?
Creo que es algo inevitable, hay un autor americano que a mí me gusta mucho que se llama Oliver, habla de la cultura tóxica en los adolescentes y creo que la previa es un ejemplo de todo esto, tiene que ver con juntarse a emborracharse, juntarse a consumir, no a pasarla bien, sino que el objetivo es estar afectado por una sustancia. Cambiar eso, ir contra el mundo es difícil, doy cursos para padres y hablo de claves, no hay recetas para decir “esto hay que hacer y esto no”, depende mucho de la familia, si en una familia hay historias de adicción, van a encarar el tema de pronto con mucho miedo de que le pase lo mismo al hijo o de repente de la experiencia que vivieron van a poder dar un ejemplo, otros padres nunca probaron nada entonces no permiten absolutamente nada. Los chicos captan los mensajes perfectamente, si van a comer un asado en familia y el adolescente ve a su papá que toma cerveza y whisky y después se sube al coche y vuelve con toda su familia a la casa, ¿cómo después le va a decir “si tomás no manejes” si lo hizo? Son cosas que tenemos que cuidar para el ejemplo.
¿Creés que una persona adicta se puede recuperar completamente?
Sí, el 100%. En el hospital de Miami donde hice mis años de pasantía vi gente que llegaba muy mal, había adolescentes a los que dormían, los anestesiaban, los metían en un avión, venían de cualquier país de habla hispana, de Venezuela, Colombia, Argentina, Chile y se despertaban en la unidad de desintoxicación del hospital y no querían saber de nada. Los padres estaban absolutamente perdidos, los chicos descontrolados, sin saber dónde estaban. Presencié lo que es el proceso de cura. No se trata solo de dejar de consumir, hay personas que dejan de consumir y siguen enfermas espiritualmente, no le encuentran sentido a la vida, andan perdidas. Para la rehabilitación hay que encontrarse con uno mismo, encontrar objetivos, tener metas, valorar lo simple, lo sencillo y poder seguir la vida de otra manera, no guiado por el impulso de consumir. Hay dos grandes corrientes: la americana que apunta a la abstinencia y son centros de rehabilitación que tienen tolerancia cero; una vez que tú ingresás a una clínica o a un centro de rehabilitación, apuntan a que vos no consumas más nada, no importa que tu adicción sea a la heroína, no vas a tomar alcohol tampoco porque una cosa despierta a la otra. La otra corriente que tiene mucho peso en nuestro país y que prácticamente en Estados Unidos no existe (por eso me llevé una sorpresa a mi regreso a Uruguay) apunta al consumo responsable. Soy de la idea de que en realidad cuando una persona es adicta y uno lo puede diagnosticar como un adicto, es difícil que dé marcha atrás y diga “empiezo a consumir responsablemente” porque nunca un trago va a ser suficiente y rápidamente va a volver al consumo adictivo. Creo que la corriente del consumo responsable se puede usar con gente que está experimentando, que está probando, pero con alguien que ya está enfermo es difícil. No conozco muy bien cómo trabajan y de repente la experiencia es muy buena y la gente a largo plazo logra mantener ese consumo responsable, pero a mí, desde mi formación, me cuesta verlo, me cuesta pensar que eso es posible.
¿Qué factores hacen a una persona más vulnerable a las adicciones?
Hay varios factores. Incluso desde la teoría se habla de factores de riesgo y factores de protección. Los factores de riesgo son muchísimos y se agrupan en tres grandes grupos, uno que tiene que ver con las características personales, otro que tiene que ver con el ambiente familiar y otro que tiene que ver con lo comunitario y lo social. Lo personal tiene que ver con características individuales. Hay factores de riesgo, por ejemplo, la rebeldía, pero una rebeldía estructural. Por ejemplo, un chico que desde pequeño va en contra de todo lo establecido. Esto generalmente va acompañado de impulso, agresividad, incapacidad para medir las consecuencias de los actos, junto con alguna enfermedad psíquica presente o latente. Lo familiar tiene que ver con lo genético y también con las historias familiares, con cómo se maneja el tema en la casa, si hay comunicación. Por ejemplo, si por cada cosa que hago voy a ser castigado, entonces no tengo confianza para contar que ayer me emborraché y pasó tal cosa. La comunicación y la posibilidad de diálogo es un factor de protección. Si falla, si hay una carencia de comunicación y confianza, hay un riesgo. Por último, está la comunidad. Por ejemplo, si los chicos están rodeados de amigos que consumen, es más probable que consuman, si viven en un barrio marginal, en un entorno social donde hay drogas, es más probable que accedan fácilmente.
Ping-pong de preguntas:
¿Ropa clásica o atrevida?
Clásica.
¿Roperos ordenados o caóticos?
Siempre en el intento de que estén ordenados.
¿Rutina diaria de lavado o cuando el cesto desborda?
Rutina diaria.
Una prenda infaltable en tu ropero.
Zapatos y carteras, ¡son mi debilidad!
La ropa favorita de tu esposo.
Es una campera de 1979, cuando mi esposo viajó a USA a un programa de intercambio y se ganó la nominación de MVP (most valuable player) por ganar el equipo deportivo del colegio.